martes, 10 de julio de 2012

La Leyenda de las Gárgolas (Cap 4)


Capítulo 4

La historia y el presente

Con la luz del día comprobé que el lugar de la fuente era como un antiguo templo circular. Al igual que por dentro, todo era de mármol blanco. Hecha de cinco pilares unidos por paredes rígidas, solo una de ellas era acuosa como las del interior del templo.
Una vez más atravesé la pared líquida y me encontré con la fuente y el anciano.
-Buenos días –saludó Weingartlaud cerrando de nuevo su libro -¿Qué tal la noche?
-Las he tenido mejores. –respondí aún agotado.
-Supongo que sí –mantuvo el silencio y continuó – ¿Qué te parece Mahorain?
-Es un lugar muy bonito, se nota que la mano del hombre humano no ha llegado aquí.
Weingartlaud mostró una leve sonrisa y reveló:
-Nosotros somos humanos Vanik, bueno algunos –especificó sonriente. Mi silencio provocó que siguiera su aclaración. –Plantas, animales, humanos, seres mágicos, son especies diferentes, pero el mago es un simple humano mortal. Gracias a la magia en nuestro interior no tenemos enfermedades, podemos llegar a los ciento cincuenta años, pero no dejamos de ser humanos. Se podría decir que somos de razas diferentes, nosotros los Magos y ellos Morguts.
El anciano caminó hacia la fuente y metió su mano en el agua.
-Ven quiero enseñarte algo –anunció.
 Me acerqué con algo de incertidumbre y miré a la fuente, en el agua se veía Mahorain, el mar, el bosque, la montaña, el templo.
-¿Ves?, desde aquí puedo ver todo lo que ocurre en Mahorain, no puedo entra en la mente de la gente, o en los edificios, pero sí veo lo superficial, así es más fácil controlar la paz de este lugar. –musitó unos segundos y explicó –Esta fuente es mágica, su agua puede curar cualquier herida, pero solo si mereces ser curado, si no el agua no tendrá ningún efecto.
-Impresionante –murmuré.
-Además, una gota de estas puede guardar el recuerdo que tú desees, tu recuerdo se cristalizará. 
-¿Cómo? –eso ultimo no era algo muy normal, nada de lo que había visto hasta ahora era normal, pero eso me impactó bastante.
Weingartlaud sonrió.
-Como te expliqué ayer es mejor que lo veas. –tras decir esto sumergió de nuevo su mano en la fuente y cerró los ojos, al extraer la mano todo el agua goteaba por sus dedos, pero una gota se cristalizó en la punta de su dedo índice. Soltó cuidadosamente el bastón que sostenía con la otra mano y después la extendió para dejar caer la gota en su palma. –Toca cuidadosamente con tu dedo la gota.
Vacilé un momento pero lo hice. Una descarga sacudió mi mente y estando en el mismo lugar, no estábamos solos. Weingartlaud parecía no verme, hablaba con mi padre.
-No te preocupes, aquí estará a salvo, se adaptará bien. –comentaba el anciano intentando calmar a mi padre.
-No puedo perderlo Serow, es lo único que me queda, sé que será un buen mago. –reprochó mi padre algo alterado.
-Te entiendo Erik, haremos que funcioné. –finalizó el veterano mago postrando sus manos en los hombros de mi padre.
De pronto todo se volvió borroso y me encontraba de nuevo solo con Weingartlaud junto a la fuente.
-¡¿Pero qué?! –exclamé.
-Es uno de mis recuerdos –explicó –acabo de cristalizarlo para que otros puedan verlo. Si destruyes la gota –continuó cerrando su mano –destruyes el recuerdo, aunque permanecerá en la mente. Es una magia muy especial, muchos magos la usan para guardas sus buenos recuerdos. Toma –proclamó materializando un pequeño cofre en su mano –dentro va un cuentagotas y un frasco de agua mágica úsala bien y no la malgastes.
El cofre era marrón oscuro con metal negro, con una “V” grabada a fuego.
-¿Cómo se abre? –pregunté acogiéndolo entre mis manos.
-Con el corazón –respondió –solo tú puedes abrirlo, en su interior está grabado tu número, el 512, si grabas el número de otro mago, él será el que pueda abrirlo. Le damos un cofre a cada mago registrado.
-¿De dónde procede esta agua?
-Son lágrimas de Hada.
-¿Lágrimas?, ¿de Hada? –pregunté sorprendido.
-Así es, las Hadas son muy sensibles, la angustia podría matarlas. Sufren por el odio, la envidia y toda la maldad que nos rodea, y lloran para aliviar ese dolor. Cuando lo hacen vienen a esta fuente, su llanto es una melodía única, digna de oír. El sonido de su angustia intenta calmar los corazones, incluso detendría a la más fiera de las bestias. Hace falta mucho tiempo para llenar esta fuente, pero los años de guerra lograron la muerte de millones de ellas y el llanto de otras miles. Preferiría ver esta fuente seca. –finalizó con angustia. –En fin, Mahorain también tiene su parte fea, ¿no?
-Como todo –murmuré cabizbajo.
-Vamos, anímate –expresó golpeándome la espalda –a las Hadas no les gusta la tristeza. Ven te enseñaré algo más –comentó caminando hacia una de las paredes acuosas.
Al atravesar la pared aparecimos de nuevo en una sala diferente, pequeña, con altas estanterías cargadas de objetos llenos de polvo, un gran cofre a la izquierda, un atril en el centro, y una jaula de pájaro a la derecha. Todo lo demás estanterías.
En el atril, un enorme y antiguo libro, color marrón, y un ojo verdoso en la portada.
-Ese es el libro de Seruvin, el mayor mago de todos los tiempos, el primer Archimago. –espetó el anciano. –Este libro elige que mago debe ser el Archimago de Mahorain, es decir el líder. Solo quien él elija podrá abrirlo y leer su contenido. En él se escribe automáticamente todo lo que el Archimago sabe o va aprendiendo. Puedes ver historia, magias, seres mágicos, profecías, todo lo que aprendas aparecerá en el libro, y se mantendrá para el siguiente gran mago que pueda abrirlo.
-Creo que no he entendido eso muy bien. –comenté algo perdido.
-Me refiero a que yo puedo consultar en ese libro las magias que conocía Seruvin, o cualquier anterior Archimago, puedo ver toda la historia que ellos llegaron a aprender, todos los seres mágicos que conocieron. El mago que ocupe mi puesto podrá ver todo eso y además todo lo que yo haya aprendido a lo largo de mi vida, ese libro tiene más páginas de lo que parece.
-Increíble… –balbuceé –Entonces es un libro muy poderoso, ¿no? No es peligroso que exista algo así.
-Como ya te he dicho, este libro solo puede abrirlo quien él elija, y debe ser una persona sin maldad en el corazón, ya que de lo contrario no podría entrar en esta sala.
-Entonces –comenté desconcertado – ¿yo soy bueno?, pero ayer maté a un niño –reproché.
-No está muerto –se oyó una voz de tras de nosotros.
-¡Papá! –exclamé abrazándolo.
-Bienvenido Erik –saludó el anciano.
-Dave está vivo hijo –comenzó mi padre –y además su vida no corre peligro, Kurt se encargó de curarlo.
-¿De verdad? –pregunté.
-Te lo prometo. –respondió rodeándome con sus brazos –Además por supuesto que eres un buena persona, tan solo fue una pelea, en las peleas puedes herir y matar sin desearlo, pero tú no tienes maldad.
-Papá –comenté –tú también puedes entrar.
-¿Lo dudabas? –interrumpió el anciano –Tú padre es un gran hombre y un mago muy responsable, aunque algunos lo duden. Es una de las personas más bellas que yo conozco, y no me refiero a físico –finalizó sonriente.
-Tuve un gran maestro –comentó mi padre devolviéndole el cumplido.
-No acostumbro a tener tanta visita –gruñó una voz extraña –y menos aún a la presencia de una gárgola –murmuró –que energía tan extraordinaria.
-Perdón por despertarte, Antalboz. –dijo Weingartlaud mirando al antiguo libro. –Te presento a Vanik Landom…
-Ya, ya –interrumpió el libro con voz chirriante –ya sé quién es, pero no por qué está aquí.
El ojo de la portada parpadeaba, y el canto del libro había adquirido forma de boca con afilados dientes.
-Sabes de sobra que el niño es de buen corazón –continuó el objeto mágico –no necesitabas despertarme.
-Sí, pero necesito saber algo que solo tú puedes notar. –explicó el anciano.
-Ya –murmuró el libro –el nivel de sus poderes. –Mantuvo el silencio mirándome fijamente con su único ojo –solo es capaz de usar alrededor de un diez por ciento de su magia. Creo que solo tiene las cualidades físicas y puede que algo más.
-Ya ha usado el Kakuroi. –anunció Weingartlaud.
-Sí pero no lo controla, solo lo ha usado por reacción, al igual que el Dobagan. –aclaró Antalboz.
-Entiendo –murmuró el anciano –Bueno aún es pronto, ya iras controlando tus poderes poco a poco.
-Claro que sí –comentó mi padre intentando animarme –no debes tener prisa con la magia, lo primero es adaptarte, y para eso vamos a dar un paseo y así hablamos, ¿te parece bien?
Asentí con la cabeza y tras despedirnos del anciano atravesamos la puerta hacia la fuente y luego hacia el exterior del templo.
-Siento todo lo que ha ocurrido Van. –expresó mi padre mientras caminábamos hacia la playa –Desde pequeño tienes problemas relacionados con el mundo de la magia, quería que crecieras entre los humanos, pensamos que sería más fácil que te aceptaran ellos a que te aceptaran los magos, pero no fue así. Te hacías mayor y no encontraba la forma de aliviar tu dolor por la soledad, ni encontraba la forma de explicarte que pertenecías aquí, a Mahorain. He dejado que el problema creciera hasta que ha explotado y te has enterado de todo de golpe, tu madre habría sabido cómo hacer para solucionarlo sin llegar a esto, ella siempre actuaba para ayudar a todos…
-Papá –le interrumpí –está bien, no pasa nada, tampoco estoy tan asustado, no sé bien de qué va todo pero lo estoy asimilando. No le des más vueltas, ha sucedido así y ahora lo que quiero es saber la verdad de todo.
-Está bien. –murmuró deteniéndose en la arena, con la mirada fija en el mar – ¿Qué sabes?
-Solo que las gárgolas me buscan, que desde la guerra todo cambió, que a los magos no le agradan las gárgolas y que mamá es una de ellas.
-Bien empezaré antes de la guerra. –anunció tragando saliva –Existe una leyenda que dice que el séptimo hijo de una familia de magos nacerá con unos poderes incalculables, el mayor mago que se pueda conocer. En la edad media las familias solían ser numerosas, llegaban a tener cinco o seis hijos, pero ninguna familia de magos se atrevió jamás a llegar al séptimo ya que temían que sucediera alguna desgracia. Pero hubo una excepción, una familia de talentosos magos, los Montarset, llegaron a ese número, aunque con un inesperado incidente, en el séptimo alumbramiento nacieron gemelos, Arow y Seruvin. Todos en el pueblo donde vivían temían que sucediera algo, pero lo niños no mostraban señales de nada especial, excepto de que no había magia que se les resistiera y conforme crecían se hacían más poderosos. Con diez años ya habían creado magias que ningún otro mago era capaz de realizar, no tenían límites. Con el tiempo se empezaron a notar las diferencias entre ellos, Arow se dedicó a viajar en busca de las magias más poderosas y prohibidas, y Seruvin decidió crear una escuela de magos e investigar los orígenes de la magia. Así fue como Seruvin creó a Antalboz y escribió en él todo lo que aprendió. Él fue quien hizo los mayores descubrimientos y explicó la naturaleza de la magia. Según sus investigaciones la magia se divide en cuatro partes, la magia negra o brujería, la magia blanca o celestial, la magia espiritual o hechicería, y la natural o de la naturaleza. Además investigó a los seres mágicos y montó su escuela en la isla donde se encontraba la mayor colonia de dragones, Mahorain.
-¿Todo esto que veo lo creo él? –interrumpí.
-No, él solo creó el templo, la iglesia y la escuela, ya que se especializó en la magia blanca y dio nombre a la Argottia. Por otro lado Arow se ocultó en un lugar siniestro llamado Hellades, y allí practicó la brujería para ser el mayor mago que existiera. Almacenaba sus magias en una bola oscura de cristal a la que llamó Garuoi y además se convirtió en un asesino ansioso de poder, no tenía escrúpulos ni temía a nadie. Así fue como los hermanos quedaron separados. Con la escuela de magos de Seruvin y las atrocidades que realizada Arow, la magia dejó de ser algo oculto y los Morguts nos descubrieron, pensaban que estábamos poseídos por el demonio, y que por eso éramos diferentes. Asustados empezaron a cazar magos, los capturaban y los quemaban vivos ante el resto del pueblo. Seruvin buscó a su hermano y le pidió ayuda para acabar con el desastre. Desde que ellos dos llegaron a Inglaterra y usaron la magia en público todo eran luchas y muertes, Seruvin planeó unir su poder con el de su hermano y transportar a todos los magos de Inglaterra a cualquiera de los demás países en el que no conocían la existencia de magos, así se acabaría la lucha y lo magos estaría a salvo de nuevo. Pero Arow tenía planes diferentes, él veía a los Morguts como insignificantes e inferiores, así que reunió un grupo de magos y decidió exterminar a los débiles humanos. Muchos magos se unieron al brujo, ya que despreciaban a los humanos, pero otros muchos discrepaban en la idea de exterminarlos. Seruvin unió a los magos que querían salvar a la humanidad y los lideró en la lucha contra su hermano. –mantuvo el silencio, como pensativo y continuó –Por otro lado las gárgolas siempre habían protegido a los humanos, y en la rebelión de Arow las gárgolas se organizaron contra él. Muchos seres mágicos se unieron a Seruvin y pronto la guerra dejó de lado a los humanos y pasó a ser una guerra de magos contra magos.
-Si las gárgolas, muchos seres mágicos y algunos magos se enfrentaron a Arow, él tuvo pocas opciones, ¿no? –interrumpí de nuevo.
-Eso pensó Seruvin, que vencerían fácilmente, pero su hermano había obtenido unos poderes inimaginables, poseía a uno de los Genios más poderosos, y peor aún, usaba la necromancia, es decir, era capaz de invocar a los muertos.
-¡¿Eso es posible?! –pregunté exaltado.
-Para un mago tan poderoso como él, sí. Arow no tenía limites, tan solo podía enfrentarlo su hermano, que poseía otro de los grandes Genios. Conforme avanzaba la lucha Arow se debilitaba cada vez más, controlar un ejército de inmortales no es fácil, y Seruvin lo sabía, así que ideó un plan. Dejó la batalla en manos de los seres mágicos, los pocos magos que le quedaban y las gárgolas. Abrió un portal hacia Mahorain, creó el escudo que protege a la isla, y fragmentó su alma. Seruvin había creado una magia con la que fragmentabas partes de tu alma y podía introducirlas en objetos y seres con el fin de controlarlos. Antes de usar esta magia entregó su libro, Antalboz, a cuatro magos de su confianza y les encargó matar a Arow cuando él le arrebatara los poderes. Sus amigos no entendían que pretendía hacer, pero prometieron cumplir la misión. Así que finalmente Seruvin fragmentó toda su alma y la introdujo en cada inmortal revivido por su hermano, controlando así al ejercito y usándolo en su contra. Los magos seguidores de Arow cayeron ante los inmortales y el oscuro brujo, desesperado por la derrota, deshizo el conjuro con el que había invocado a los muertos, destruyendo también a Seruvin.
-¿Arow mató entonces a Seruvin? –pregunté desconcertado.
-Más bien Seruvin se autodestruyó, su plan desde el principio era debilitar a su hermano y sabia que moriría si fragmentaba toda su alma en los cadáveres, aún así no tuvo más opciones si quería tener una oportunidad de derrotar a su hermano.
-¿Pero por qué murió?, ¿no podía unir de nuevo su alma?
-Bueno, eso se puede hacer, pero no en esa situación, el había fragmentado su alma completamente y su cuerpo ya había muerto, ahí no hay retorno.
-¿Y él no sabía eso?, ¿para qué la fragmentó completamente?, no tiene sentido –reproché confuso.
-Necesitaba toda su alma para ser más poderoso que el control que tenía su hermano sobre los cuerpos inmortales. Y sabía que cuando Arow deshiciera el conjuro, su alma se enterraría con los cuerpos. Pero todo esto había dejado muy debilitado al brujo, que era la misión de Seruvin, así que sus cuatro amigos pidieron ayuda a Antalboz y este les enseñó una de las más poderosas magias de su dueño con la cual destruyeron por fin a Arow.
-Así que Seruvin se sacrificó por salvar a todos y sus amigos terminaron lo que él empezó. –comenté.
-Efectivamente, y no solo eso, sino que llevaron a cabo los planes de Seruvin. Trasladaron por el portal que este había dejado abierto a todos los magos y seres mágicos que quedaron, y no solo los de Inglaterra, sino todos los del planeta. Se dedicaron a buscar magos por el mundo y los traían a Mahorain, lugar en que a partir de entonces viven y deben vivir los magos y los seres mágicos, solo las gárgolas se quedaron entre los humanos para protegerlos de cualquier mago rebelde. Así fue como magos y Morguts acabaron separados y como se creó una civilización en Mahorain.
-Papá –comenté –tengo algunas dudas que no entiendo bien.
-Dime, a ver si puedo aclarártelas.
-Para empezar –inicié algo nervioso –antes has mencionado algo de un Genio si no he oído mal…
Mi padre soltó una grave carcajada y espetó:
-Así es,  pero no son genios como el genio de la lámpara de Aladin, son seres muy poderosos atrapados en unas piedras mágicas, y ellos deciden quién será su amo. Y por supuesto no conceden tres deseos, solo usan el poder que tengan. Algunos fuego, otros agua, etc.
-Es decir, que la magia existe pero no de la manera que creen los humanos.
-Exacto, existe la magia, no los milagros. ¿Alguna duda más?
-Ah, sí, ¿los magos viven aquí o solo vienen a la escuela e iglesia de Mahorain y vuelve a su casa en la ciudad?
-Todos los registrados viven aquí. –respondió con seguridad.
-Es que aún no he visto ninguna casa. –comenté pensando que me iba a volver loco.
-Ah, es eso –murmuró mi padre sonriente –es que aquí las casas son diferentes. Seruvin escogió esta isla para los magos no por capricho, sino porque es especial. A ver cómo te lo explico –expresó acariciándose la perilla – ¿recuerdas cómo se forman las montañas?
-Según mi profesor de ciencias por el choque de dos placas. –respondí sin entender para qué me preguntaba eso ahora.
-Bien pues esta isla es producto del choque de dos placas oceánicas que originaron una montaña tan grande que sobresalió a la superficie, es decir, estamos en la superficie de la montaña, y aquello que se ve allí –dijo señalando a un saliente que se desdibujaba al fondo del bosque –es la parte más alta de la montaña oceánica.
-Entonces –comenté pensativo –realmente no es una isla, y además estamos en la parte más estrecha, ¿no? Sería como un iceberg, que la parte más amplia está sumergida en el agua.
-Correcto, pero a diferencia del iceberg, que es un enorme trozo de hielo flotante, Mahorain no flota sino que está unida al fondo del mar.
-Alucinante –expresé –Mahorain es más increíble de lo que pensé.
-Pues aún no has visto nada –finalizó mi padre sonriente.
-Bueno, ¿y las casas? –pregunté de nuevo, con la historia de las placas había olvidado que no había respondido a mi pregunta.
-¿No imaginas donde pueden estar? –preguntó esperando que sí pudiera.
-¿Casas subterráneas? –pregunté intentando no decepcionarle.
-Así es –respondió sonriente –bajo nosotros viven miles de magos, en casas creadas en el interior de la montaña oceánica, bajo el agua.
-Pero eso no tiene ningún sentido –reproché – ¿cómo se entra?, ¿no se inundan?, ¿Cómo se respira ahí abajo?, es imposible –concluí frunciendo el ceño.
-Tranquilo –expresó mi padre –te lo voy a explicar. A ver, en Mahorain viven dos tipos de elfos, los del bosque y los elfos de las runas. Los primeros usan la magia de la naturaleza para controlar las plantas y los segundos controlan la tierra. Con la ayuda de los elfos de las runas se crearon cavidades en el interior de la “isla”, totalmente cerradas,  incomunicadas, pero obviamente esto provocaba que dentro de las cuevas no se pudiera respirar, así que los elfos que controlan las plantas conectaron las raíces de los arboles del bosque a todas las casas subterráneas, así mediante las raíces los arboles llevan oxigeno a las casas.
-Pero –reproché pensativo –según las explicaciones de mi profesor las plantas no hacen ese proceso de llevar oxigeno a las raíces.
-Van, estamos en Mahorain –comentó con tono irónico –es un bosque mágico.
-Entonces ese bosque no es como uno normal, ¿no? –concluí –ya me creo cualquier cosa –finalicé aún pensativo.
-Pues aún no te he explicado cómo se entra –espetó sonriente.
-Ah ya, por teletransporte –comenté irónicamente.
-Exacto, –reveló dejándome totalmente desconcertado – para entrar en cualquier lugar del interior de Mahorain necesitas un transportador. Los de las viviendas tienen forma de llave antigua, y cada llave solo la puede usar una persona, su dueño.
-Noto un alto grado de precaución y privacidad, ¿no papá? –pregunté extrañado.
-La magia es algo increíble, pero si no se usan en buenos fines puede ser algo muy peligroso –explicó con rostro serio –por eso ser cautelosos es muy importante.
-Ya veo.
-Dame la mano, voy a mostrarte algo –anunció mi padre sonriente.
Tras hacerlo noté un ligero hormigueo en el estomago y aparecimos en un salón iluminado por candelabros incrustados en la pared de madera. El suelo era una enorme alfombra de un tono rojizo oscuro, y una mesa de madera rodeada por cuatro sillas del mismo material ocupaban parte del salón. En el resto del lugar había dos sofales de piel oscura, junto a ellos una chimenea apagada. Al fondo un oscuro pasillo.
-Esta es nuestra casa –espetó mi padre mientras encendía la chimenea con un ligero movimiento de su mano.
-Increíble –murmuré –todo esto, no puede ser verdad, ¿se supone que estamos bajo el suelo? –pregunté desesperado por el caos que tenía en mi mente.
-Así es, por eso no hay ventanas, ni puerta de salida. –explicó como si fuera todo tan normal.
-Pero –reproché – ¿cómo has hecho lo de encender la chimenea, y qué ocurre con el dióxido de carbono que desprenden las llamas?, moriremos ahogados. –finalicé asustado.
-Tranquilo, mira al techo.
Al hacerlo vi que no había techo, pero sí muchas raíces enredadas entre sí que cerraban el lugar.
-Ellas se encargan constantemente de purificar el aire, regulan el nivel de oxígeno y dióxido de carbono para que se pueda vivir como en el exterior. –explicó con seguridad.
-Por eso no tienes lámparas, porque no tienes un techo normal. –comenté alucinado.
-Puedes echar un vistazo a la casa –anunció mi padre –en el pasillo a la izquierda están el baño y mi cuarto respectivamente, en frente tu habitación y frente al servicio mi despacho.
-¿Y la cocina? –pregunté sorprendido, esperaba no tener que aprender a fabricar comida con la magia, no me sonaba muy natural.
-Vamos a un comedor común de cada clan –espetó.
-Ah, de cada clan. –repetí pensativo –Ya he oído hablar antes eso de clan, pero aún no sé bien que quiere decir. –anuncié esperando una explicación lógica, a pesar de que todo era muy increíble pero poco lógico.
-Bueno. –Comenzó una nueva narración sentándose junto a la chimenea – ¿Recuerdas los cuatro amigos de Seruvin que destruyeron a Arow y terminaron su proyecto?
-Sí –respondí recordando la intensa historia de los hermanos.
-Pues ellos fundaron el primer consejo de magos. Cada uno de ellos usaba magias diferentes, así que decidieron crear los clanes que distinguieran los tipos de magos. –explicó relajando las llamas de la chimenea con suaves movimientos de mano –Loui Santer era el aprendiz de Seruvin, por tanto especialista en la magia blanca, él creó el clan de los Santeros y Sacerdotisas. Fieles seguidores de la Argottia, y especialistas en el arte de la defensa y la sanación. Kirk Haggis era un joven muy dotado en la magia negra, fundador del clan de los Brujos, especialistas en maldiciones y magias prohibidas. Linda Caughland, pareja de Haggis y talentosa en el control de la magia espiritual y los portales. Fundó el clan de los Hechiceros, insuperables en el manejo de las almas y los elementos. Y el último y más especial amigo de confianza de Seruvin, Mungiu, un ser mágico de raza Mayzlan, los únicos seres capaces de controlar los cinco elementos de la naturaleza. Obviamente el clan que fundó es el de los Seres Mágicos, exclusivos en el manejo de la energía de la naturaleza y conectados espiritualmente con ella.
Así se crearon los cuatros clanes principales, y se creó un consejo de magos. Llegados a este punto tan solo faltaba un líder, un representante de todo el mundo mágico, el Archimago. Supuestamente Seruvin sería el Archimago, ese era el plan, organizar a los magos y liderarlos a una nueva y mejor vida, pero su muerte obligaba a buscar uno nuevo, capaz de usar a Antalboz y no caer en la tentación de la parte oscura de la magia. Así que el libro buscó un nuevo dueño, y Klaus Weingartlaud, primogénito de Arow, se convirtió en Archimago con tan solo dieciocho años.
-¡Un momento! –interrumpí alterado – ¿Hijo de Arow?, ¿Él tuvo hijos?
-Así es –asintió mi padre sin darle mayor importancia.
-¿Pero cómo?, es imposible que alguien pudiera amar a ese hombre, y menos tener hijos con él. –reproché indignado.
-Él quiso cumplir de nuevo la profecía del séptimo hijo, y fue dejando descendientes en su largo viaje.
-¿Y lo logró?
-Llegó a tener nueve hijos, pero la profecía no se cumple si no son con la misma pareja. La leyenda decía que el séptimo descendiente de una familia de magos sería especial, no de un solo mago, así que la leyenda no tuvo ningún efecto.
-¿Y Seruvin? –pregunté intrigado mientras me acomodaba en el sillón libre– ¿Tuvo hijos?
-No, ni siquiera tuvo pareja –aclaró pensativo –o al menos que se supiera. Dedicó toda su vida a la magia, hasta el último segundo de su vida.
-¿Y cómo es que Antalboz eligió a un descendiente de Arow, era de buen corazón?
-Que una alguien no sea buena persona no quiere decir que su, familia, amigos, etc., también lo sean. –explicó –Tienes el claro ejemplo de los Montarset. Así pues, Klaus, joven talento de la brujería accedió a defender los ideales de Seruvin y aprendió todo lo que Antalboz le enseñó.
-Increíble –comenté fascinado –con tan solo dieciocho años ya era el mejor de los magos.
-Y lo mejor es que ofreció más de lo que se esperaba de él. –espetó dándome a entender que aún había más por saber.
-¿A qué te refieres?
-Creo que ya has tenido suficiente historia por hoy, mejor vayamos a comer algo. –finalizó levantándose repentinamente y apagando las llamas con la mirada.
-Tienes que enseñarme a hacer eso. –advertí incorporándome junto a él.
-Veo que te está gustando –comentó despeinándome con su mano. Acto seguido estábamos de nuevo en el templo, los dos solos.
-¿Qué hacemos aquí? –pregunté extrañado.
-Esperar a Kurt –anunció mi padre –hoy almorzaremos con él.
Después del enfrentamiento con las gárgolas no había vuelto a ver a Damon, y realmente le echaba de menos. Tras un corto periodo de espera el doctor apareció atravesando una de las paredes acuosas.
-Vaya, ya me esperabais –comentó sonriente –siento la demora.
Tras acercarse a mí y mirarme seria y fijamente como preparando un diagnostico, expresó sonriendo:
-Me alegro de ver que sigues en perfecto estado.
-Mentalmente no me encuentro tan bien, créeme –anuncié –todo esto, es difícil de entender y asimilar.
-Te entiendo –expresó Damon –vayamos a comer y si quieres te explico cosas que no entiendas.
-Le he contado sobre la guerra y demás, pero aún le queda mucho por saber. –proclamó mi padre algo angustiado, supongo que se sentía mal por la situación en la que me veía inmerso –Colocad vuestras manos en mis hombros y os llevaré ante el almuerzo –finalizó.
Una vez más fuimos transportados a otro lugar tras hacer lo que nos indicó mi padre, asumí que este modo de viaje iba a ser rutina en mi vida.
De nuevo estábamos en nuestra casa de Mahorain, los tres de pie en el salón.
-Traigo algo para ti –anunció Kurt enseñándome un llavero de bronce con aspecto de maleta en miniatura. –Ábrelo en tu habitación a ver qué te parece.
Dudé en cogerlo pero mi padre me miraba intentando darme confianza, así que me decidí y lo agarré con mi mano derecha. Todo fue normal, no ocurrió nada, un simple broche.
-Ve a tu habitación y ábrelo, prueba con Gian. –explicó mi padre mientras colocaba los platos en la mesa.
No sabía qué había querido decir con eso, pero caminé sin decir nada hacia mi habitación, observando el llavero, nervioso, con miedo al pequeño objeto.
La habitación era simple, cama con colcha azul pegada a la pared, frente a ella un negruzco armario, a su lado un escritorio de madera oscura, y un sillón del mismo tono que la colcha.
Desde que empezó esta locura había estado con la maleta a cuestas, no la había dejado en ningún lugar guardada, ni me había cambiado de ropa, solo me había quitado el pañuelo y lo había guardado en la mochila. También me había desabrochado la chaqueta, estábamos en verano, y aunque el verano ingles no es especialmente caluroso, una chaqueta de cuero negro a plena luz del día se nota bastante.
Así que nada más entrar en la habitación solté la mochila en el suelo, coloqué la chaqueta en la silla, y me tiré totalmente estirado a lo largo de la cama. En esa posición me entró nostalgia, solía tumbarme así al llegar de la escuela, solo que aquí me faltaba una ventana por donde mirar los movimientos de la ciudad.
Aún tumbado elevé mi brazo derecho y estiré mi dedo índice, del cual colgaba el llavero que me había dado Damon. Lo observé pensando qué sentido tenía abrir algo tan pequeño, entonces recordé el bastón de Jhonny, o más bien su colgante. Me incorporé y lo miré fijamente, intentado adivinar cómo podría hacer lo que hizo mi protector. “Prueba con Gian” había dicho mi padre, así que murmuré esa extraña palabra y el llavero creció transformándose en una gran maleta marrón, típica de abogados.
A causa del peso, la maleta se me había caído y estaba tirada en el suelo, con todo lo que contenía esparcido por la habitación.
-¡¿Estás bien?! –preguntó mi padre algo alterado apareciendo por la puerta. El ruido de la maleta al caer le había asustado, se notaba que llevaba todo el día en tensión.
-Sí –respondí –tan solo se me ha caído, pero he conseguido abrirla. –finalicé con una leve mueca de sonrisa.
-Ya veo –expresó agachándose a recoger.
-¿Para quién es todo esto? –pregunté agachándome con mi padre. La maleta contenía pantalones, camisetas, sudaderas, calcetines, guantes, calzoncillos, y unos deportes similares a los míos. Algunos libros, cómics, cds, un sobre que ponía “fotos” escrito a lápiz, y unos cuadernos.
-Para ti. –explicó Kurt acercándose a ayudarnos –Muchas de estas cosas son tuyas y otras te las he comprado yo. Ves. –dijo mostrándome el sobre –son las fotos que tenia tu padre guardadas, el me dio todas estas cosas para que te las trajera en esta maleta. Tú ropa interior, tus cds, tus cuadernos por si quieres tener un recuerdo del colegio de los Morguts. Tan solo te he comprado una par de pantalones de tu estilo, vaqueros y anchos, estos deportes, y algunas camisetas especiales como la gris que te regalé. Te he traído cuatro diferentes, roja, azul, morada, y blanca. –finalizó sonriente. –Ah, y estos cómics de Marvel que no tenías. –dijo mostrándolos orgulloso –Espero que te gusten –concluyó mirándome con aprecio.
Me quedé en silencio, cabizbajo, observando todo lo que la maleta contenía, todo lo que Damon me había traído para que mi estancia aquí fuera más agradable. Nunca había tenido madre, ni amigos, pero nunca me habían faltado ellos dos, mi padre y mi padrino, los dos que me habían enseñado a valorar las cosas, a ver el lado bueno de todo, a soportar todo lo que nos sucede, siempre me habían apoyado y esta vez había vuelto a demostrarme que seguían ahí.
-Gracias –conseguí murmurar.
-No hay de qué –expresó el doctor dándome una palmada en la espalda.
-Vamos, se va a enfriar la comida –anunció mi padre –luego sigues con la maleta.
Los tres nos sentamos a la mesa, como muchas otras veces, bromeaban sobre de donde procedía la comida, e intentaban hacerme hablar haciéndome preguntas sin importancia.
-Oye Van, siento que mi visita haya sido tan breve, pero es que tengo mucho trabajo, así que tengo que irme ya. –anunció Kurt levantándose –Nos veremos pronto, ¿vale? –finalizó sonriendo – ¿Me llevas Erik?
Mi padre asintió levantándose.
-Espera papá –interrumpí su marcha –me apetece una ducha, ¿puedo?
-Claro hijo, esta es tu casa. Hay toallas en tu armario –comunicó besándome la cabeza.
-El agua saldrá caliente, ¿no?
-Claro –respondió.
-Si no, puedes calentarla tu mismo con magia –bromeó Kurt sonriente.
Tras esto desaparecieron, me quedé solo. Cogí unas toallas, ropa y me di un baño caliente. No sabía cómo hacían para calentar el agua, ya que no vi ningún aparato que realizara esa función, pero prefería no darle muchas vueltas al asunto, asumí que había muchas cosas que no entendería hasta dentro de un desconocido tiempo.
Al salir de la ducha y vestirme vi mi cuerpo reflejado en el espejo, sin camiseta. Mi brazo izquierdo de color grisáceo, mis uñas afiladas a modo de garra, en un tono gris más claro, la mitad izquierda de mi cabeza era de pelo blanco. Realmente no tenía aspecto de humano, estaba claro que pertenecía a otro lugar, puede que Mahorain.
Uní las palmas de mis manos, la derecha era mucho más cálida, de piel más suave. Mi brazo izquierdo tenía una temperatura bastante inferior al resto de mi cuerpo, por eso a pesar de llevarlo tapado todo el día, y con guante, no sufría por el calor. Podría a ver sido peor.
Salí del baño con una de mis viejas camisetas, azul, de mangas largas, nuevos vaqueros y deportes, mi guante negro en la mano izquierda, brazo derecho remangado con muñequera negra con el símbolo del ying yang y pendientes colocados. Mi padre ya había vuelto.
-Vanik –dijo terminando de recoger la mesa –esta tarde tenemos una reunión con el consejo de magos, hablaremos sobre el clan al que pertenecerás y donde vivirás, ya que yo trabajo con Kurt y debo volver a Londres mañana temprano. –anunció mirándome con tristeza –Sé que debería habértelo dicho antes, vendré a verte a menudo, pero es mi deber, aquí también se trabaja para vivir y mantenerse.
-Sí, deberías habérmelo contado antes. –advertí dolido –Estaré en la habitación, avísame cuando tengamos que irnos. –finalicé cerrando la puerta bruscamente.

jueves, 21 de junio de 2012

La Leyenda de las Gárgolas (Cap 3)


Capítulo 3

Descubriendo la magia

Caminamos en silencio durante un corto periodo de tiempo, hasta llegar a nuestro destino. El cielo estaba mucho más despejado en Dublín, se podía observar claramente la inmensa y luminosa luna llena.
Nos detuvimos frente a un gigantesco edificio, la pared era de ladrillos rojizos, y la puerta de madera oscura tenía un aspecto antiguo.
Jhonny pulsó un botón junto a la puerta y sonó un agudo timbre. La mirilla de la puerta se oscureció y dio un fogonazo que nos dejó algo aturdidos. <<Magos>> se escuchó una voz en la puerta. <<Pues abre>> dijo una voz menos grave. Acto seguido la puerta empezó abrirse rechinando como si se quejara y un extraño ser nos miraba fijamente con rostro serio. No medía más de un metro, espesa barba negra, un sombrero oscuro, traje de chaqueta del mismo tono que el sombrero, zapatos formales, manos peludas, y un maletín en la mano.
-¿No pensáis entrar? –preguntó con severidad.
-También me alegro de verte, Nuls. –comentó Jhon mientras entraba por la puerta sonriente.
-¿Lo conoces? –dije siguiendo al joven mago.
-Claro –respondió como si no debiera dudarlo –es el conserje de la oficina.
Quedé en silencio pensativo y repuse:
-Pero antes se oyeron dos voces, ¿por qué solo está él?
-Ah, es Astilla, la puerta.
-¿La puerta habla? –pregunté deteniéndome en seco.
-Si –dudó el mago –es una puerta mágica.
Emprendimos de nuevo la marcha y antes de llegar al final del pasillo, el extraño hombre se detuvo ante nosotros.
-Tú, novato –dijo mirándome con seriedad, como si le desagradara mi presencia –ahora mantén la boca cerrada.
Dicho esto entramos en un enorme salón, como una pista de futbol siete, el techo quedaba a diez metros de altura, un enorme y blanco mostrador dividía el salón en dos, pequeños y escasos seres voleteaban por la sala, y hombres y mujeres similares a Nuls realizaban diferentes trabajos en las diferentes maquinas que invadían el salón. El mostrador media tres metros de alto, al elevar la mirada para ver el límite del descomunal mostrador vi un gigantesco hombre apoyado en sus codos mirándome. Podría medir unos 5 metros, con barba algo recortada y desaliñada, camisa blanca, pelo corto castaño oscuro, y en los brazos tenía tanto pelo que parecía una selva.
-Buenas noches, Gátilo. –empezó Jhonny con mucho respeto -¿Te han informado de la situación?
-Bienvenido, joven Drak. –expresó el robusto ser –¿A qué te refieres?, no hemos recibido ninguna noticia.
-Lo comprendo, íbamos a hacerlo desde Londres, así que tan solo estaría al tanto tu hermano.
-¿Y entonces qué hacéis aquí?
-Estábamos en peligro y Kurt abrió un portal.
-Ya veo, ¿y quién es tu acompañante?
-Vanik Landom, el hijo de Erik.
-El niño gárgola –murmuró con voz temblorosa Nuls. Me miraba fijamente, como pensativo, finalmente concluyó – ¿por qué Astilla no se ha dado cuenta de que era una gárgola?, aquí no pueden entrar las gárgolas. Además –añadió –ninguno de los presentes seres mágicos lo hemos notado.
-Kurt convocó un hechizo para ocultarlo durante nuestra huida, pronto se pasará el efecto. –aclaró Jhonny. Al parecer el único que quedó sorprendido por esta revelación fui yo.
-Así que el mayor de los mestizos corre peligro. –concluyó el gigante con rostro serio –Se sabía que este día llegaría tarde o temprano. Joven –proclamó mirándome fijamente – espero que tan solo traigas el bien para todos, me da igual el por qué de las cosas que hagas a partir de ahora, solo te advierto que si empeoras las cosas yo mismo daré encantado los permisos para tu captura. –sin esperar un reproche mío añadió –Acompaña a Nuls para hacerte un carnet de identificación, supongo que no lo tienes, ¿no?
-N...No –titubeé. Su rostro y voz infundían respeto, sin mencionar su tamaño.
-Bien, entonces ve. Jhon, tú cuéntame lo sucedido.
Seguí a Nuls hasta una maquina similar a una fotocopiadora. Al llegar un pequeño y alado ser, no de mucho más tamaño que mi mano, se poso en mi hombro, y tras colocar sus diminutas manos en mi frente voló hacia el conserje e hizo lo mismo. El peludo hombre empezó a pulsar teclas de la maquina, y unos segundos después reveló:
-Ahora necesito una foto. –atravesó con su mano el maletín por uno de los lados y sacó una cámara antigua de revelado rápido –Sonríe –advirtió con voz fría, y acto seguido el flash de la cámara me deslumbró. –Ya está. –murmuró mientras introducía la foto en la extraña maquina –Ahora tan solo queda esperar unos segundos –concluyó. –Bien aquí tienes –finalizó extrayendo un carnet del tamaño de un DNI y ofreciéndomelo con su peluda mano.
-Gracias –expresé recogiéndolo. Era de color negro difuminado, con letras plateadas y doradas. Tenía mi foto en el lado derecho, a pesar de que no me había dado tiempo a colocarme para la foto no salía demasiado mal, serio, pero decente. En el lado derecho del carnet relucía en dorado el numero 512 y abajo en plata las letras VLH.
-¿Qué quiere decir 512 y VLH? –el recortado ser frunció el seño y chismorreó:
-Novatos, siempre tan inútiles. –me miró como agobiado y espetó –512 es tu numero de identidad, VLH es Vanik Landom Hibrido.
Tras terminar su explicación volvió con Jhonny y Gátilo.
-Ya está todo señor –anunció al llegar a ellos –con su permiso me retiro –y sin esperar respuesta se adentro en el pasillo por el que entramos.
Me acerqué de nuevo al mostrador y mirándome fijamente Gátilo anunció:
-Bienvenido a Mahorain, Vanik.
Acto seguido en la madera del mostrador se dibujó con fuego la silueta de una puerta, y Jhon sonriendo expresó:
-Adelante, una nueva vida comienza hoy para ti, cuando me necesites tan solo tienes que decírmelo, ya tienes tu primer amigo entre los magos. –dicho esto me dio una palmada en la espalda que me hizo entrar en la puerta de fuego.
De nuevo sentí el vértigo, la angustia, y la ansiedad que me hizo vomitar, aunque esta vez solo tuve nauseas.
Al recuperarme me fijé que había viajado otra vez, estaba en una sala circular completamente hecha de mármol, con cinco esbeltas columnas y una fuente en el centro. Entre las columnas había como unas paredes acuosas que desfiguraban el reflejo.
Al otro lado de la fuente había un alto anciano, con una túnica blanca, leyendo un antiguo libro mientras se apoyaba en su plateado bastón con forma de dragón.
-¿Te encuentras mejor? –me preguntó el anciano elevando la mirada. Tenía una melena blanca, entre la cual se descubrían algunas finas trenzas, y una barba muy recortada.
-S...Si –titubeé. Realmente ya no me fiaba mucho de los ancianos.
Su libro se transformó en llavero y lo guardó entre sus ropas, se acercó a mí y ofreciéndome su mano, en la cual había un anillo plateado con forma de serpiente, expresó con una voz grave pero agradable:
-Encantado de conocerte, soy Serow Weingartlaud, descendiente de Arow y heredero de los poderes de Seruvin. Actualmente el mago más poderoso, comúnmente conocido como el Archimago, líder de los magos de Mahorain.
Obviamente no había entendido la mitad de lo que me había dicho, así que le devolví el saludo y añadí:
-Vanik Landom, único hijo de Erik Landom, y no sé qué soy actualmente.
El anciano mantuvo el silencio con rostro serio, como enfadado por mi arrogancia. De repente soltó una carcajada y expresó:
-Veo que te pareces mucho a tu padre, perdón por confundirte con tanto parloteo, tan solo bromeaba. Aunque lo que te he dicho es todo verdad. –finalizó con una leve sonrisa. –Supongo que no entiendes qué es lo que ocurre contigo, ¿verdad?
-Realmente no señor. – respondí con algo de inseguridad.
-Para comprender y creer en la magia tienes que vivirla Vanik. No está de más que te expliquen sobre la magia pero hasta que no lo veas por ti mismo no lograras asimilarlo todo, por mucha teoría que sepas, no quiere decir que seas el mejor en la práctica, son independientes. Hoy ha sido un día duro para ti, tu mente está colapsada, además se ha despertado algún poder en ti y todo eso afecta a tu cuerpo, será mejor que intentes descansar y mañana empezaras un día nuevo, diferente a los 15 años anteriores, y yo mismo te explicaré cosas sobre este mundo de la magia, el mundo al que tu perteneces. –concluyó apoyando su mano sobre mi hombro izquierdo.
No fui capaz de balbucear siquiera una palabra, tan solo asentí, y noté como mi cuerpo cansado estaba de acuerdo con el anciano.
-Ven, acompáñame –añadió –fuera nos espera dos mujeres que se encargaran de cuidar de ti esta noche, puede que tengas algo de fiebre y alguna que otra pesadilla.
-¿C...Cómo?, ¿fiebre?, ¿pesadillas?, ¿por qué? –pregunté sobresaltado.
-Has usado por primera vez la magia y has viajado en dos portales, es lo más común.
Tras terminar su explicación me agarró por el brazo y entramos por una de las paredes acuosas, acto seguido aparecimos frente a una anciana alta y delgada, de pelo blanco recogido en un moño, con gafas negras, capa del mismo color y vestido blanco. Junto a ella había una joven de pelo rubio lacio, ojos azules, y tez blanca. Vestía unos ropajes parecidos a los de la anciana, y sonreía con timidez.
Tras ellas una inmensa pradera de verde y fresca hierba, muy al fondo  se entendía que había un oscuro bosque, la luna llena era nuestra única luz. El agua de la impetuosa playa situada a nuestra derecha brillaba a causa del astro y las olas parecían intentar devorar las grandes rocas de la costa. A nuestra izquierda se veía un alto edificio con forma de iglesia antigua, pero no tenía imágenes ni símbolos que representaran alguna de las religiones que yo conociera. Y algo más alejado, hacia el bosque, otro amplio edificio, parecido a un colegio.
-Esta es la Sacerdotisa Merity Santer –anunció Weingartlaud señalando a la anciana –y ella es Angelica Llyl, su aprendiz. –añadió mirando a la joven –Ellas se encargaran de que descanses, hoy dormirás en la enfermería.
-Encantado, y gracias por la hospitalidad –expresé.
-No hay de que –murmuró la joven en voz baja y con la mirada hacia el suelo. Su maestra le dedicó una mala mirada y dedicándome otra a mí comentó:
-Al menos tu padre te ha enseñado algo de educación, aunque se nota de sobra que tienes el carácter de tu madre. –gruñó con cara de desagrado.
-Merity –interrumpió tajante el anciano.
-Angelica, adelántate y llévalo a la enfermería. Y recuerda lo que te he dicho. –finalizó la anciana con voz desagradable.
Weingartlaud me asintió con una leve sonrisa y la joven murmuró:
-Acompáñame por favor.
Caminamos en silencio hacia el edificio que parecía una iglesia, era incómodo, así que decidí romper el silencio.
-¿Ese es su carácter, o es que no le caigo muy bien? –pregunté acelerando mi paso para alcanzarla.
-Un poco de ambas –contestó en voz baja.
-¿Pero por qué?, ¿es por mi familia?
-Más bien por tu madre, y por tu especie.
-¿No le gustan las gárgolas?
-Uno de tu especie mató a su familia –aclaró –tú no tienes la culpa pero ella igualmente desprecia a las gárgolas.
-¿Tú también?
-No, para mí sois seres mágicos como todos los demás, y sé que no eres mala persona, lo noto en tu energía.
No entendí muy bien eso último, pero tras entrar en el extraño edificio esa conversación quedaba a parte, ahora yo solo podía prestar atención a todo lo que me rodeaba.
El techo tenía ciertas partes con vidrieras de colores que dibujaban una especie de águila que desprendía algunas plumas a su alrededor como si las perdiera en el vuelo. En las paredes de roca antigua había solo cuatro ventanas, dos a cada lado, y cada una de ellas tenía formas abstractas diferentes. Textos y cuadros antiguos plagaban la sala y en el suelo se dibujaba un enorme mapa. El edificio no era muy amplio pero si alto. Al fondo un enorme cuadro, tras un dorado altar, en el que se reconocía la costa. Una ola con forma de puño se elevaba en el cielo y una mano abierta surgía de la tierra.
-Es una pelea entre los dos Dioses de los magos, el Rey de los Mares y el Rey de la Tierra. –comentó Angelica viendo mi asombro por el cuadro.
-¿Qué religión es?, no me suena de los occidentales. –pregunté.
-Es una religión especial de los magos, la Argottia –respondió –solo nosotros la conocemos. Se basa en la creencia de dos dioses inmortales, cuyos poderes sobrepasan a los de cualquier mago. Además existen rumores de que algunas especies son creadas por ellos o son sus descendientes.
Tras esta aclaración Angelica se colocó frente a la pared izquierda junto al altar y una luz blanca apareció.
-Vamos entra –anunció señalándome el haz de luz.
Dudé por un momento, pero finalmente confié en ella y me adentre en el destello cegador.
Cuando mis ojos se recuperaron del fogonazo descubrí que estaba en una nueva sala, de mucha claridad y paredes blancas. Había muchas camas de poca altura, y al lado de cada una había una pequeña mesa y una butaca.
-Afortunadamente no tenemos ningún herido reciente, así que la sala está vacía y puedes escoger la cama que desees. –explicó.
Una de las camas tenía un cabecero idéntico al mío, así que decidí que esa sería mi cama por esa noche.
-Voy a por algo para comer –anunció la joven al verme soltar algunas cosas junto a la cama tres. Asentí con la cabeza y la aprendiz de sacerdotisa desapareció en el haz de luz. Coloqué mi chaqueta en un perchero junto a la butaca, el pañuelo lo enredé en el cabecero, me quité los deportes, y caí rendido en la cama.
El miedo a dormir en esa habitación tan amplia y solitaria me ponía nervioso, pero mi cansancio era tan grande que los ojos se me cerraban solos, no terminaba de creer todo lo que había ocurrido ese día, mi mente estaba confusa, parecía que era todo fruto de mi imaginación y notaba algo diferente en mi interior. Dejé vencer al sueño y de pronto estaba en un cementerio, había una lápida, la de Dave. Me sentía culpable, angustiado y miserable. Cómo había sido capaz de matar a Dave, no me agradaba su presencia pero ni siquiera nunca le había odiado, y ahora él estaba muerto por mi culpa, era un asesino y un insensible. Había sido capaz de atravesar el pecho de una gárgola sin apenas vacilar, tan solo quería salvar a Jhonny, ¿pero tan cruel soy? Todo se desvaneció y no sentía ni pensaba nada.
Abrí los ojos, la luz del sol me daba en la cara, estaba en la enfermería. Todo lo del día anterior había sido verdad, no era un sueño, una parte de mi deseaba que fuera un sueño y Dave estuviera vivo, pero parecía ser realidad. Era un asesino.
Me intenté incorporar pero noté un gran peso en mi pecho, Angelica estaba sentada en la butaca con su cabeza apoyada en mi esternón. Junto a la cama un barreño de agua y unos paños, en la mesa algo de comida, y bebida.
-Angelica –susurré zarandeándola suavemente.
-Mmm… ¿dónde estoy? –preguntó levantando la cabeza con los ojos casi cerrados.
-En la enfermería.
De repente dio un salto y quedó de pie junto a la cama totalmente desconcertada.
-Me he quedado dormida –murmuró avergonzada –lo siento yo no…
-No te preocupes –le interrumpí –no pasa nada. ¿Qué ha pasado esta noche?
-Cuando volví estabas dormido, no parabas de llorar y sudar, tenias la fiebre muy alta.
-¿Has estado cuidando de mi toda la noche? –pregunté alucinado.
Asintió con los pómulos sonrojados y empezó a recogerlo todo.
-Será mejor que vayas recogiendo tus cosas, Weingartlaud estará esperándote, y esta noche no creo que duermas aquí. –anunció.
Acto seguido me levanté y en unos minutos estaba todo recogido y nos encontrábamos frente al haz de luz.
-Gracias por cuidar de mí. –concluí.
-Es mi deber. –finalizó con su dulce voz.
Al aparecer junto al altar, nos esperaba la señora Santer mirándonos con despreció.
-Serow te espera, apresúrate –expresó con severidad.
En la sala había unas ocho o nueve jóvenes con ropajes similares a los de Angelica.
Mientras me dirigía hacia la puerta acompañado de la anciana, las miradas de expectación se clavaban en mi mente.
Al abrir la gruesa puerta el resplandor del sol me cegó por unos segundos, parecía que en Mahorain el sol estaba más cerca de nosotros que en Londres, o tan solo que la falta de altos edificios no era algo a lo que estuviera acostumbrado.
Efectivamente todo lo que había percibido la noche anterior era verdad. La hierba crecía saludable, el mar era precioso, el bosque frondoso, alto y espeso. Algunos niños corrían alegremente por la orilla y unos jóvenes practicaban peleas con palo. A lo lejos tras el bosque se desdibujaba una alta montaña rodeada de nubes bajas, y en el despejado y soleado cielo sobre nosotros, volaban águilas de tres metros. Realmente daban miedo, pero parecían tan felices y naturales que no afectaba. Todo era tan diferente, tan natural, tal y como lo ponen en los cuentos, todo belleza. Sinceramente me alegro de pertenecer a este hermoso lugar, y tan solo lamento no haberlo conocido antes, allí sin saber lo que me esperaba en el futuro, allí sí tenía ganas de vivir.

sábado, 16 de junio de 2012

La Leyenda de las Gárgolas (Cap 2)

Capítulo 2

Primer enfrentamiento

Jhonny permanecía inmóvil observando al increíble ser, con su bastón apuntando hacia él y un libro en su mano izquierda.
De repente el joven vociferó “Blakba” y de la esfera del bastón salió disparada una enorme y negra bola de energía. Su oponente estiró los brazos y detuvo el ataque con sus propias manos, segundos más tarde la gran bola se desintegró.
-Supuse que no funcionaría –comentó Jhon con una mueca de sonrisa –pero me ha dado el tiempo que necesitaba. –Dicho esto empezó a correr hacia la gran gárgola e intentó asestarle un golpe con el bastón, pero el monstruo lo detuvo con su antebrazo.
-¿Pretendes vencerme cuerpo a cuerpo mocoso? –dijo la gárgola con voz irónica.
-No –respondió fríamente el joven –solo quería acercarme –terminando de decir esto colocó su libro abierto en el pecho del ser mágico y pronunció “Spliraw”. Ambos guerreros salieron despedidos en dirección contraria y cayeron casi de pie.
Cuando se incorporaron el pecho de la gárgola desprendía humo y con expresión de rabia y dolor vociferó:
-¿¡Qué me has hecho maldito bastardo!?
Jhonny tan solo se limitó a guardar su libro entre sus ropas y empezó a correr de nuevo contra su oponente.
-¡Esta vez te mataré! –gritó el gran monstruo iniciando el vuelo a gran velocidad hacia Jhonny.
El bastón iluminado en luz negra chocó contra el puño del alado ser y un oscuro y enorme destello me impidió ver qué ocurría. Cuando mis ojos se recuperaron de aquel fogonazo descubrí que la gárgola había atrapado a Jhonny, con su garra derecha sostenía el bastón del mago, con su cola le había atado los pies, y lo sostenía elevado en el aire sujetándolo por las manos con su garra izquierda.
-Me has subestimado gusano –susurró el monstruo a tal volumen que lo pude oír a bastantes metros de distancia.
-¡Jhonny! –grité apareciendo de mi escondite.
-¡No!, ¡detente Vanik! –gritó Jhon intentando soltarse – ¡no te acerques!
-Yo haré que no te muevas –comentó la gárgola con voz diabólica.
-¡Vanik cierra los ojos! –gritó desesperadamente el mago, pero no pude reaccionar, el tiempo se detuvo y los ojos de la feroz bestia pasaron a ser rojos. Noté como un frío descomunal recorría cada parte de mi cuerpo, piel, huesos, órganos, pero no podía hacer nada, estaba paralizado. Mi cuerpo empezó a aumentar de nuevo la temperatura y respondía a mis órdenes, miré mis manos con la extraña duda de si se moverían, pero lo hicieron. Tras comprobar que todo estaba en orden miré a Jhonny aún atrapado por nuestro adversario, y me percaté de que ambos estaban desconcertados y me miraban como si yo fuera el monstruo.
-Es imposible –comentó con voz temblorosa la gárgola mientras sus ojos pasaban a ser de nuevo negros – ¿por qué no te has petrificado?
-¿Petri-qué? –pregunté algo perdido.
-¡Vanik usa tus llamas! –gritó Jhonny cambiando la expresión de su cara – ¡sé que puedes hacerlo!
-No sé cómo se hace –reproché –me salió solo.
-Enfádate, intenta sentir lo mismo que la primera vez.
-Tú calla desgraciado –aseveró el monstruo estirando el cuerpo de mi compañero.
Jhonny gritaba de dolor y sus ojos me miraban intentando decirme que confiaba en mí, pero no me salía, no sabía cómo hacer para que las llamas emanaran de mi brazo. Me quité el guante negro que tapaba mi mano y los tres nos quedamos impactados, tenía una garra igual a la de la gárgola que nos estaba atacando, me remangué la camiseta y comprobé que mi brazo ya no tenía aspecto arrugado y putrefacto, ahora era una brazo grisáceo y una mano con afiladas uñas.
Debido al asombro la bestia había dejado de torturar a Jhon y decidí abalanzarme sobre él intentando darle con mi garra, pero me vio venir y usó su mano izquierda para detener mi ataque. Para defenderse de mí, la gárgola soltó las manos de Jhonny y él aprovechó el momento para arrebatarle el bastón y con su mano libre lanzar una bola negra mientras murmuraba “Blakba”, como la anterior pero con tamaño mucho más inferior. Los tres salimos despedidos en direcciones diferentes, pero la explosión fue insignificante.
-Ahora Vanik, intenta clavarle la garra en el pecho, justo donde tiene la marca del libro –me ordenó mi protector. Acto seguido inicié de nuevo la carga intentando alcanzar a mi objetivo, pero se movía rápidamente y me hacía desequilibrarme.
Sin darme cuenta de los movimientos de Jhonny, este apareció detrás de nuestro enemigo y pronunció “Kagryune”. La sombra de Jhonny, provocada por la luz de las farolas y la inmensa luna llena, adquirió la forma de dos alas de dragón que trepando por el cuerpo de la gárgola lo atraparon. Las alas de sombra lo rodeaban y apretaban, el dolorido ser mágico intentaba deshacerse del aprisionamiento abriendo sus propias alas, aunque parecía inútil.
Vi la oportunidad de dar en el blanco, así que me lancé una vez más contra mi oponente y le atravesé el pecho con mi garra. Al extraer mi brazo, un manantial de sangre brotó de su pecho y su rostro decaído me dedicaba una mirada de odio.
Tras unos segundos de silencio la gárgola miró al cielo, rugió como el más fiero de los leones, abrió las alas provocando una onda de aire expansiva que nos desplazó unos metros y encendiéndose en llamas negras desintegro la sombra creada por Jhon.
Parecía que la rabia lo dominaba y tras volar hacia el cielo y colocarse ante la luna llena se dirigió hacia mí en picado.
-¡Vanik necesitamos fuego! –gritó desesperado Jhonny.
-No puedo hacerlo –reproché con voz temblorosa, ni siquiera sabía cómo había sido capaz de atravesar fríamente a alguien.
-¡Toma! –concluyó el mago arrojándome su bastón – ¡aléjate y clávalo en el suelo delante de ti!
Hice lo que me indicó y una extraña esfera semitransparente me rodeó, mientras tanto Jhonny sacó la carta que mi padre le había dado antes de saltar por la ventana, colocándola en sus manos y cerrando los ojos pronunció “Shífire”, tras decir esto dirigió sus manos hacia la encolerizada bestia y unas llamas blancas salieron de la carta impactando contra la gárgola.
Nuestro enemigo gritaba e intentaba volar pero le era imposible y de repente se desvaneció, tan solo quedaban algunas llamas en el suelo que pronto se esfumaron.
-Ha sido increíble –exclamé asombrado, mientras Jhonny caía desplomado al suelo. – ¿Jhonny estas bien? –pregunté asustado acogiéndolo entre mis brazos – ¡vamos responde! ¡no me dejes solo! ¡levanta!
-No seas tan escandaloso –murmuró interrumpiendo mi recital de angustia.
-¿Qué te ha ocurrido?
-Que he abusado de la magia –respondió intentando incorporarse –he usado demasiada energía. Si no hubiera usado este ultimo hechizo estaría bien, pero necesitábamos fuego.
-Lo siento –me disculpé en voz baja –si yo hubiera sido capaz...
-Vamos no es culpa tuya –me interrumpió consolándome –eres principiante, nada más. Debemos seguir antes de que vengan más, déjame apoyarme en ti y dame mi bastón para ayudarme a caminar, necesito recuperarme pero no podemos quedarnos parados.
Seguimos caminando, pero a un paso mucho más lento y ocultándonos entre los coches aparcados, quería preguntarle algunas cosas pero no me atrevía. Finalmente encontré el valor necesario para soportar la respuesta de mis preguntas y me lancé.
-Por cierto –comenté con tono suave – ¿qué le ha ocurrido a la gárgola? ¿ha muerto?
-Ojalá –respondió resignado el cansado protector –esas llamas tan solo le hacen huir pero es imposible que lo maten.
-Pero yo vi como se desintegraba. –reproché.
-Esa es su forma de huir. Para matar a una gárgola necesitamos más que eso. –concluyó y tras guardar silencio por unos segundos añadió –Tendríamos que cortarle la cabeza o desintegrarlo de verdad, o destruir su corazón, o petrificarlo y destruir su estatua. Pero todas son difíciles de hacer ya que son poderosas y rápidas.
-Aun no comprendo bien la magia. –comente resignado.
-Bueno hay muchas cosas que no sabes, así que es difícil comprender algo que no conoces.
-¿Según los tipos de magos varían las magias, o todos los magos pueden realizar cualquier magia? –Jhonny expresó una breve sonrisa y respondió:
-No somos dioses Vanik, somos magos, con algunas excepciones y muchos límites. Yo soy un brujo, y normalmente uso la magia negra, pero con esfuerzo y dedicación puedes llegar a aprender magias de otros tipos diferentes al tuyo.
-¿Todas las magias que has usado hoy eran de brujos?
-Casi todas, excepto el Shífire y el Spliraw, la primera es una magia blanca y la segunda es un conjuro, propia del clan de tu padre.
Seguía sin entenderlo del todo, pero no me apetecía meterme en más detalles, suponía que con el tiempo me iría enterando de todo.
-Por cierto, ¿de dónde sacaste el bastón?, la primera vez que te vi no lo tenias.
-El bastón puede ocultarse como un simple adorno u objeto pequeño. Si te hubieras fijado detenidamente cuando me conociste llevaba un colgante con la forma de este bastón y ahora no lo llevo. Al igual que el libro que me viste sacar antes –explicó abriendo su oscura chaqueta de cuero y mostrándome su cinturón – ¿ves ese llavero que cuelga con forma de libro?, pues tan solo es la forma simplificada. Gracias a la magia muchos objetos pueden hacer eso y así podemos portar muchos y pesados objetos sin que nos agoten físicamente.
-Increíble –fue lo único que fui capaz de decir, esa magia era realmente útil y asombrosa.
-Creo que empieza a gustarte la magia. –concluyó Jhonny con una sonrisa.
-Bueno, pero no los seres mágicos.
-Son más interesantes de lo que crees, y no son tan malvados –añadió con tono triste y serio –si nadie los manipula tan solo se limitan a realizar su misión en el mundo.
-Pero –reproché con voz apagada – ¿Cómo pudo mi padre tener un hijo con un ser como ese? –realmente la idea me ponía los pelos de punta. Ahora yo me sentía un monstruo.
-No todos son tan crueles y malévolos como ese, Vanik. –aclaró con voz suave y tranquilizadora –Los hay buenos y con modales, y tan bien más hermosos, porque ese no tenía nada de bonito –terminó sonriendo. –Tanto en aspecto humano como de gárgola los hay mucho mejores, tanto hombres como mujeres. ¿Realmente tu apenas sabes de gárgolas, no?
-Soy nuevo en todo. –respondí algo desanimado, parecía un idiota al que había que explicarle hasta el más mínimo detalle y eso no me agradaba demasiado.
-No te preocupes, te iré explicando mientras caminamos. Espero que no quede mucho, necesito tomar algo y el tiempo corre. –soltó con cara de preocupación –Pues bueno, las gárgolas son seres alados nocturnos. –comenzó –La luz del sol los petrifica, pero al llegar la noche ese efecto se pasa y digamos que vuelven a la vida. Su misión en el mundo es proteger a los humanos de los magos, y desde el principio de los tiempos han vivido entre los humanos como estatuas que por la noche cobraban vida para castigar a los magos que usaban la magia contra los humanos.
-¿Desde cuándo has dicho que existen las gárgolas?
-Desde siempre Vanik. Todos los seres mágicos, los humanos y los magos existen desde el mismo tiempo. Convivían juntos, aunque había más humanos que magos y seres mágicos. Y en la edad media todo cambió, hubo una gran guerra entre magos y humanos, estos últimos pensaban que los de nuestra especie eran unos herejes y estaban poseídos por el demonio, y su afán por librarse de nosotros provocó que un grupo de magos se revelara. Muchos seres mágicos se unieron a la causa de los magos por defender su existencia, tan solo las gárgolas ayudaron a los humanos, ya que son débiles frente a nosotros. A causa de esta gran guerra algunas especies se extinguieron, el número de magos y seres mágicos disminuyó drásticamente. Lo que más sobrevivieron fueron humanos, gracias a las gárgolas que los defendieron incondicionalmente, quedando también ellas muy reducidas en número. Desde entonces los humanos y los magos quedaron separados para siempre, nuestra especie se refugió en Mahorain y los humanos se quedaron con todo el planeta. Las gárgolas y los magos pasaron a ser enemigos naturales, ya que ellas decidieron seguir entre los humanos para continuar protegiéndolos.
-No lo entiendo, ¿Por qué los humanos se quedaron prácticamente todo el planeta?, ¿ganaron la guerra?, es absurdo. Además, ¿Por qué las gárgolas les ayudaron y aun lo hacen?, están mucho más unidos a los magos que a ellos, por algo son seres mágicos, ¿no?
-No todos los magos estuvieron de acuerdo en masacrar a los humanos, muchos se apiadaban de ellos porque son muy débiles. Eso provocó un conflicto entre magos y vencieron los que se apiadaban, así que decidieron alejarse de los humanos y animaron a las gárgolas para que se quedaran entre ellos y protegerlos de los magos rebeldes. Cuando ocurrió esta gran guerra no había tantos humanos como ahora, ya que actualmente el ser humano en su mundo es el eslabón más alto en la cadena alimenticia, además del más poderoso gracias a su inteligencia y tecnología. Nada les hace disminuir su población y durante siglos tan solo han ido aumentando descontroladamente. Son como una plaga. Sin embargo los magos tienen la población controlada y muchos motivos de muerte.
-¿La vida de un mago es más corta que la de un humano?
-No, un humano saludable puede llegar a los ochenta e incluso noventa años, pero tienen la debilidad de las enfermedades, los magos no. Nosotros las únicas enfermedades que podemos tener es por una maldición, y se puede curar con la magia. Podemos llegar a vivir ciento veinte o ciento treinta años, alguna excepción ha llegado a los ciento cincuenta. Pero ponemos en riesgo nuestra vida muy a menudo, los magos somos guerreros, luchamos entre nosotros, contra monstruos, e incluso contra humanos. Ellos de vez en cuando provocan una gran guerra, mueren miles de personas, y luego unos años de tranquilidad. Además son tantos que apenas se nota cuando cae una ciudad. Realmente los magos podrían hacerse con el control del mundo y extinguir a los humanos prácticamente en cualquier momento. Su tecnología no resiste nuestra magia, pero aun así los magos preferimos no provocar esa guerra, habría demasiados muertos, y además las gárgolas se interpondrían. Todo en este mundo existe por algo, y nosotros respetamos eso, dejamos a los humanos vivir en paz con la condición de que nos dejen tranquilos, por eso los gobiernos saben de la existencia de los magos pero lo mantienen en secreto a la sociedad.
-Así que he vivido quince años en el bando al que no pertenezco. –concluí. Realmente ya no tengo dudas de si es verdad todo esto, solo es difícil comprender por qué acabó todo así y por otro lado me fascina ser parte de los magos. Aunque aún tengo muchas dudas.
-Espero que ahora comprendas mejor la situación.
-Sí, gracias.
Durante los pocos minutos que tardamos en llegar a casa después de esta conversación, mantuvimos un incómodo silencio en el que aproveché para organizar bien mi mente, en ese momento en mi cabeza todo parecía un puzzle de 3000 piezas desordenado.
 Finalmente llegamos a mi casa, un segundo piso en una urbanización antigua y poco poblada. No teníamos ascensor, así que tuve que ayudar a Jhonny a subir por las escaleras y tardamos más de lo pensado.
-¿Quieres beber o comer algo? –le pregunté mientras se dejaba caer en el sofá.
-Si tienes un zumo o algo para refrescarme.
-Creo que hay algún zumo, ¿de qué lo quieres?, hay de naranja o piña. –anuncié abriendo la nevera.
-Piña, es mi favorito.
Mientras el brujo disfrutaba de su zumo y reponía sus fuerzas aproveché para ir a por mis cosas.
Llevaba todo el día con la ropa del colegio, un pantalón de chándal azul marino y una sudadera gris, así que fui a mi habitación. Era una habitación simple, no muy grande, con la cama pegada a la ventana, la pared forrada de posters de videojuegos, un armario empotrado, una estantería llena de figuras, y un desordenado escritorio con un ordenador junto a la cama. Había dos o tres revistas por el suelo, y alguna prenda de ropa que aun no había recogido.
Me quité la ropa que llevaba y me puse mis vaqueros favoritos, anchos y con muchos bolsillos; una camiseta especial para mí que me regaló Damon, ya que era de manga  larga para el brazo izquierdo y sin manga para el derecho, lisa, gris oscura, y me quedaba algo ajustada; una chaqueta de cuero negro que me regaló mi padre; unos deportes anchos blanco y negros; y en el cuello me mal puse un pañuelo azul marino, que según me contó mi padre, mi madre había tejido para mí de pequeño. Me puse mi pulsera ancha de cuero negro en la muñeca derecha, mi guante negro en la mano izquierda y guardé en una maleta gris el guante derecho. Metí en la maleta ropa interior, algunos de mis libros favoritos, un mp3, algo más de ropa, y una foto de mis padres años antes de yo nacer.
Al salir de mi habitación vi mi rostro en el espejo del pasillo, tenia los pelos bastante largos pero aun se mantenían hacia arriba, solo la mitad izquierda de mi pelo, que ya era totalmente blanca y sobresaltaba con mi negro y natural color, estaba algo más largo y por el peso caían algunos pelos del flequillo. Mientras me observaba en el espejo me di cuenta de que no llevaba mis pendientes. Con trece años mi padre me dejó hacerme un pircing en la parte superior de cada oreja, y normalmente llevaba una argolla de plata en cada uno, pero ese día me los había quitado para hacer gimnasia en el colegio y había olvidado ponérmelos al terminar la clase. Así que volví a mi habitación a buscarlos, al entrar recordé que los había guardado en mi cartera de Lobezno, mi personaje favorito de Marvel, la cual tampoco me había acordado de coger. En la cartera vi una foto de mi padre, Damon y yo hacía unos años, los tres sonreíamos alegremente, parecíamos una familia, aunque realmente lo éramos porque Kurt no era solo mi médico y amigo de mi padre, sino también era mi padrino. Tras unos segundos observando la foto cogí los pendientes,  me los puse, guardé la cartera en mi bolsillo trasero derecho del pantalón y enganché su cadena a la parte anterior de mi correa negra. Acto seguido salí de la habitación y me encontré a Jhonny de pie junto a la puerta de salida.
-¿Has terminado? –me preguntó con tono animado.
-Sí, creo que con esto estará bien.
-Vaya cambias bastante –comentó sonriente –me gusta más este estilo al anterior, se parece al de tu padre.
-Es de él de quien me copié. –concluí con algo de alegría. Pensar en mi padre solía ponerme de buen humor y me ayudaba a olvidar mis problemas.
El bastón había desaparecido, y del cuello del mago colgaba un collar de plata con la forma de su arma. El aspecto físico de Jhon había mejorado y  parecía que se podía mover con mayor facilidad.
-Te recuperas rápido, ¿no? –pregunté intrigado.
-Aun no estoy recuperado del todo –respondió algo decaído –y menos mal que traía una poción Néfida.
-¿Qué? –ni siquiera había entendido lo que había dicho.
-Poción Néfida –respondió con tono burlón –sirve para acelerar el proceso de recuperación de la condición física y la energía, aunque es peligrosa en abundancia.
Me mantuve en silencio con la cabeza agachada durante un corto periodo y Jhonny me preguntó:
-¿Te encuentras bien?
Asentí con la cabeza y murmuré:
-¿Conociste a mi madre?
Él quedó en silencio, algo asombrado por esa inesperada pregunta, pero cambiando su rostro de nuevo a su forma natural de alegría respondió:
-Si la conocí no la recuerdo, tan solo tengo tres años más que tú, así que era pequeño para recordar a todas las personas. Pero mi padre sí la conoció, y le he oído decir que era muy buena persona, además de muy bella, decía que incluso transformada en gárgola seguía siendo hermosa.
No sabía si todo aquello era cierto, pero la verdad es que prefería no saberlo, ya que sus palabras habían conseguido aliviar un poco mi dolor.
De pronto un agudo sonido zumbó en mi cabeza y me sacó de mi ensimismamiento.
-¡Gárgolas! –expresó Jhonny – Ya vienen, tenemos que irnos.
Acto seguido algo se estampó contra la ventana del salón, rompiéndola en mil pedazos y quedando atrapado en la cortina.
Blakba! –vociferó Jhon apuntando con su mano abierta a la gárgola que se revolvía en la blanquecina cortina. La bestia salió disparada por la ventana y Jhonny me agarró por mi brazo izquierdo, llevándome con él fuera de la vivienda.
-¡Hacia la azotea! –dijo el mago estirándome del brazo mientras ascendíamos por las escaleras. El bloque solo tenía seis plantas, así que llegamos enseguida.
Al abrir la puerta de la azotea tres gárgolas mantenían el vuelo frente a nosotros esperando nuestra llegada. En menos de unos segundos Jhon les apuntaba con la palma de la mano derecha y pronunciaba “Solarum”, su mano desprendió un destello de luz dirigido contra nuestros enemigos, provocando que estos se petrificaran y cayeran en el suelo destrozándose completamente y dejando una nube de polvo gris.
Pude agarrar a Jhon antes de que decayera y murmuró:
-Esa magia requiere demasiada energía, y yo no estaba recuperado del todo.
Sus ojos se cerraban y su cara palidecía.
-¡Vamos Jhonny aguanta! –expresé alterado.
-Tenemos que saltar al edificio de al lado –explicó con voz débil –debes usar el Gravirei.
-No sé hacer magia –reproché aun más nervioso.
-Uno de los secretos de la magia es creer realmente que puedes hacerla. Piensa que la gravedad no existe, que tú la controlas a tú voluntad, disminúyela para que podamos llegar al otro lado. Cree en ti y podrás hacerlo.
Agarré a mi compañero, me alejé un poco del borde para tener espacio, cerré los ojos, y pensé lo que me había dicho. Tenía tanto miedo que no estaba seguro de si mi cuerpo respondería, no era posible lograrlo con tan poca práctica, pero el miedo a las feroces gárgolas me incitó a intentarlo. Tras abrir los ojos corrí hacia el borde llevando conmigo a  mi compañero y salté. Me elevé más de lo que podía imaginar y caí de pie sin que ni siquiera me temblaran las piernas. No noté ningún cambio en la gravedad como la vez que lo hizo Jhonny, pero había salido bien. Salté varios bloques más y finalmente bajamos de nuevo a la calle, a un amplio parque.
-Lo has conseguido –murmuró Jhon –por ahora estamos a salvo. Aunque ahora tenemos que retomar la dirección correcta. Nos hemos alejado por culpa de las gárgolas.
-¿Por dónde?
-Hemos huido hacia el norte, así que debemos girar hacia el este y luego un poco hacia el sur –mantuvo el silencio durante un corto periodo de tiempo, mientras miraba a nuestro alrededor y añadió –suéltame, creo que ya puedo caminar solo. Ahora intentaremos ir por abajo y con mucha atención, ¿entendido?
Asentí con la cabeza y emprendimos de nuevo nuestro camino, corriendo entre las calles y deteniéndonos en las zonas de menor visibilidad.
En una de las calles de nuevo el fornido hombre que se desintegró nos esperaba apoyado en un coche. Dos jóvenes más, también de pelos blancos y piel clara, aparecieron entre otros vehículos estacionados.
-Aun vivís. –comentó el grandullón caminando hacia nosotros –Atrapad al niño –ordenó a sus compañeros –yo me encargaré del brujo, pagará por lo que me hizo.
Al terminar esta frase una nube de humo se espesó entre nosotros y nuestros adversarios. Conforme la nube se desvanecía se podía ver la figura de dos hombres espalda contra espalda. Cuando la nube desapareció completamente vi a mi padre y Kurt con rostro serio y las manos encendidas en llamas. Con un movimiento rápido lanzaron varias bolas de fuego contra las gárgolas, provocando que estas alzaran el vuelo intentando esquivar los ataques en el aire.
-¡Jhonny! –exclamó Damon mientras lanzaba grandes bolas –tenéis que iros a Dublín, abriré un portal, desde allí podrás terminar la misión.
-¿Y qué pasará con ustedes? –preguntó el brujo con cara de preocupación.
-No te preocupes, Piros ya está en camino, no tardará mucho. ¡Preparaos!
Kurt empezó a murmurar palabras que yo no comprendía y un agujero negro apareció detrás de mí. Mi padre me miró y con voz apagada susurró: <<nos veremos pronto>>. No sé bien como pude oírle con todos aquellos chirridos de las gárgolas que nos sobrevolaban, pero sabía que no había sido mi imaginación, él me había hablado.
El agujero cada vez era mayor, Jhon se quedó parado por un momento y reaccionó mirándome y diciendo:
-¡Vamos!, ¡salta al portal!, ¡yo te sigo!
Al girarme y observar el agujero noté una sensación nueva e indescriptible, era similar a la fatiga, al vértigo, al miedo, no sabía distinguir bien. Finalmente Jhon me empujó al portal y tras aparecer en medio de una calle totalmente diferente y desconocida para mí caí de rodillas y vomité.
Jhonny apareció a mi lado y me ayudó a levantarme diciendo:
-Esto suele ocurrir las primeras veces, es normal.
-¿Dónde estamos? –pregunté levantándome mientras observaba todo a mi alrededor. Las piernas me fallaban y notaba debilidad en mi cuerpo, como si me faltara energía.
-En Dublín, Irlanda.
-¿Cómo hemos viajado tan lejos y tan rápido? –dije totalmente desconcertado.
-Ve acostumbrándote a la magia, se puede hacer casi de todo. –respondió con una sonrisa mientras caminaba alejándose de mí.
-¿Qué pasará con ellos? –comenté intentando alcanzarle.
-No te preocupes, estarán bien. Son más poderosos de lo que crees. Además –anunció mirándome seriamente –parece que el consejo se está esmerando, incluso Piros viene a ayudar.
-¿Quién es Piros?
-El guardián de Londres.
-¿Guardián? –no sabía bien a qué se refería, pero me imaginé a un fornido policía.
-En las ciudades donde existe un portal para entrar en Mahorain hay un mago encargado de proteger la zona. En Londres hay un portal, así que Piros debe protegerlo. Es un mago muy poderoso, y le han encargado ayudarte, así que estos dos estarán bien. –concluyó sonriendo de nuevo.

miércoles, 13 de junio de 2012

La Leyenda de las Gárgolas (Cap 1)


Capítulo 1

La verdad oculta

De nuevo la rutina se repetía, caminaba solo hacia el colegio, el sol intentaba demostrar su presencia entre los altos edificios y el desánimo se apoderaba de mí. Casi nadie tiene ganas de ir a la escuela o a trabajar, y menos aún por la mañana con el sueño en el cuerpo, pero yo odiaba levantarme cada día y darme cuenta de que estaba vivo. Este pensamiento es algo extremo para un niño de 15 años, pero mi vida nunca ha sido como la de cualquier niño de esa edad.
Era 10 de junio, faltaban pocos días para el fin del curso y ese era mi único consuelo. No es que la cosa mejorara mucho en vacaciones, porque si llevar buena vida es estar todo el día en casa viendo la tele o jugando online para sentirme cerca de la gente, y salir alguna tarde a sentarme en el desierto parque de mi urbanización, entonces mi vida era perfecta.
Como les contaba, era por la mañana y caminaba hacia el colegio con intención de ignorar a todo el mundo y pasar un día medio decente, pero dudaba que así ocurriera. Tanto en el colegio como en la calle siempre estaba solo, el hecho de tener mi brazo izquierdo grisáceo y con aspecto de putrefacto a causa de una enfermedad de nacimiento extremadamente rara y que aún ni el Doctor Extraño había descubierto de donde procedía, no agradaba a nadie, y aunque siempre llevaba ese brazo con mangas largas y un guante negro la gente me conocía y se alejaban de mí por miedo a contagiarse. Por suerte nunca había cambiado de colegio, y aunque muchos niños me tenían miedo, algunos se habían acostumbrado y ya no me insultaban ni huían.
Sin embargo mi poca tranquilidad acabó hacía apenas unas semanas, cuando la parte izquierda de mi pelo empezó a clarearse en un tono gris oscuro, de nuevo la gente empezó a temerme e ignoraban a los profesores que intentaban explicar que no era contagioso, así que mi vida de nuevo volvió a ser insoportable.
Mi padre me llevó a casa de su mejor amigo, Kurt Damon, mundialmente conocido como el Dr. Extraño, pero aún no sabía que le ocurría a mi cuerpo y mientras tanto tenía que seguir mi vida y soportar a todo aquel que le apeteciera insultarme.
Aquella mañana todo era igual, mi padre y yo nos levantamos temprano, desayunamos juntos, me deseó suerte y se fue al trabajo. Unos minutos más tarde cogí mi maleta, me miré en el espejo e intenté convencerme de que todo cambiaría algún día, sin saber que ese día había llegado.
Al atravesar el abandonado parque de mi urbanización divisé a un hombre de avanzada edad que se apoyaba en una pequeña valla mientras observaba el amanecer. No era común ver a nadie en ese parque, pero no le di mayor importancia. Conforme me acercaba al anciano, este se giraba repetidas veces y me miraba con simpatía, algo que me ocurría pocas veces, y para mi sorpresa al pasar junto al él me agarró y me preguntó:
-¿Estás bien joven?, te noto decaído.
Tardé unos segundos en contestar, no estaba acostumbrado a que nadie se interesara por mí, y menos aún a que me tocaran el brazo izquierdo. Era la primera persona que recuerdo que hizo eso, ni siquiera mi padre se había atrevido nunca.
Me quedé mirándolo e intentado soltarme contesté:
-Tan solo estoy algo dormido, gracias. –Pero me tenía agarrado con fuerza y no pude continuar mi camino.
-Está bien Amil –dijo el anciano soltándome el brazo y mostrándome una cálida sonrisa. Me quedé de nuevo paralizado, ¿me había dicho “Amil”?, ¿se había confundido de persona?, o por culpa del sueño no le había entendido bien y tan solo me había dicho “amigo”. Sin comprender lo que ocurría seguí caminando y oí de nuevo la voz del anciano que me decía: <<Ve con cuidado>>. Al oír esto me giré y el anciano había desaparecido, la calle estaba plagada de gente y el ruido de los vehículos tronaba por todos lados. ¿Qué había ocurrido?, unos segundos antes la calle estaba desierta y las carreteras abandonadas, ¿la somnolencia me estaba gastando una broma?, ¿había ocurrido de verdad? Seguía sin entender nada así que hice como si no hubiera ocurrido y me fui a la escuela.
La mañana ya había empezado bastante extraña, pero sin embargo en la escuela no tuve que soportar mucho, alguna que otra burla, muchas miradas de miedo y compasión, en fin lo de siempre. Aunque los compañeros se alejaban de mí, con los profesores me iba bastante bien, ya que ellos sabían que no era contagioso y además yo solía sacar buenas notas. En letras me costaba obtener una nota aceptable pero en ciencias era notable, sobretodo en física y química, ahí no bajaba del sobresaliente.
Aquella mañana no había tenido ningún examen, y a la hora del recreo no tenía que estudiar así que me senté en mi solitario banco de siempre a la sombra de uno de los muros del colegio, nunca me había gustado mucho estar al sol.
Mientras me comía una barra de cereales, veía como la gente se divertía jugando al fútbol, al baloncesto, o tan solo charlando. Y por supuesto vi como Dave, un compañero de clase que me odiaba y temía desde pequeños, molestaba a otros niños de cursos inferiores. Él disfrutaba incordiando a los demás y siempre me insultaba por mi enfermedad, pero un día insultó a mi madre y salí corriendo para pegarle, justo cuando lo había alcanzado mi padre me agarró. No sé de donde apareció, ni nunca me lo explicó pero me dijo que nunca más me peleara, y así lo había cumplido.
Pero ese día Dave quería demostrar a sus amigos lo increíble que era, así que se acercó de nuevo a mí.
-Hola Lucy –dijo con su tono irónico de siempre.
Desde pequeños él decía que yo era hijo de Lucifer, así que me llamaba Lucy.
-No estoy de humor, Dave –contesté con frialdad.
-¿Tienes un mal día?, ¿te ha contado tu padre el secreto de tu enfermedad y por eso estas triste?
Tan solo me limité a mirarlo mal y mantener el silencio, pero él no se rinde tan fácilmente.
-Oye tus pelos me gustan, no es un tinte ¿verdad? Creo que ahora entiendo tu secreto, tu madre era medio cebra medio prostituta, así se entienden tus pelos y la enfermedad rara que heredaste de ella en tu brazo.
Unos segundos más tarde Dave estaba a más de 20 metros de mí, tirado en el suelo inconsciente y de mi brazo izquierdo emanaban unas llamas negras que se apagaron rápidamente. Le había atizado un puñetazo con mi mano izquierda y había ocurrido algo extraño. Los profesores se apresuraron a levantar a Dave que tenía parte de su cara quemada, todo el mundo me miraba con miedo y los nervios se apoderaron de mí, así que cogí mi maleta, trepé por la valla del colegio y me fui corriendo a casa.
Mi padre seguía en el trabajo, decidí sentarme tranquilamente en el sofá y esperar a que llegara. Sin darme cuenta me quedé dormido, cuando me desperté eran las siete de la tarde y mi padre aún no había vuelto, tenía la sensación de que lo había soñado todo y necesitaba contárselo a alguien así que fui a visitar al Dr. Kurt.
Damon vivía a pocos minutos de mi casa en un edificio de doce plantas, su piso era el 3º B y casualmente cuando me detuve en su portal, él me vio desde su balcón.
-¡Vanik, ¿qué haces aquí?! –preguntó.
Callé por un momento.
-Me ha ocurrido algo hoy y no sabía a quién contárselo, ¿puedo subir?
Me miró pensativo.
-Claro, ya te abro. –finalizó.
Subí por las escaleras, nunca me gustaron los ascensores, Kurt me esperaba en la puerta sonriendo pero con cara de preocupación.
-¿Todo bien? –me preguntó – ¿aún no ha vuelto tu padre del trabajo?
-No, hoy tenía una reunión importante –respondí.
Entramos en su casa, me pidió que me sentara en el sofá y me ofreció un helado.
-Bien, cuéntame que te ha ocurrido. ¿Está relacionado con tu enfermedad?
-Sí –dudé un momento y añadí –bueno no lo sé, parece irreal.
-A ver, cuéntale al Doctor Extraño un caso extraño –expresó intentando tranquilizarme con su sonrisa.
Kurt era bastante alto, casi metro noventa, de pelo castaño algo despeinado, delgado, casi siempre trajeado, y fumaba más que respiraba. Normalmente llevaba gafas.
-Bueno –comencé con algo de miedo –he golpeado a un compañero de clase con mi brazo izquierdo y le he quemado la cara, pero ha sido sin querer no me di cuenta de que le estaba golpeando –intenté excusarme al recordar la promesa que le hice a mi padre.
-Está bien, tranquilo –dijo Kurt con tono suave colocando sus manos sobre mis hombros – ¿ocurrió algo más?
-Sí –contesté con inseguridad, ya que ni yo mismo me creía que hubiera ocurrido realmente –cuando le golpeé emanaron de mi brazo unas llamas negras, sé que es una locura pero ocurrió de verdad.
-Te creo –me dijo Kurt con voz suave.
-¿Me crees? –pregunté preocupado, ni yo mismo me creía que había ocurrido eso, cómo iba a creerlo él sin ni siquiera haberlo visto.
-Sí, te creo –concluyó –Dime una cosa Vanik, ¿crees que existen la magia y los seres mágicos? –nunca imaginé que Damon me hiciera una pregunta de ese tipo, así que pregunté:
-¿Te refieres a las hadas, los dragones, etc.? –Mi tono sonaba algo burlón, pero su pregunta era de risa.
-Así es, a ese tipo de cosas me refiero. –No me esperaba esa respuesta y me dejó algo fuera de juego, así que me limité a responder con sinceridad.
-Bueno, suena raro que yo no crea en la magia teniendo este brazo y habiendo visto esas llamas negras, pero no creo que la magia exista, y menos aún los dragones.
-Ya veo –concluyó Kurt sacando un cigarrillo con su mano derecha y acercándola a su mano izquierda, la cual ardía en llamas. Encendió su cigarrillo en las llamas y tras darle una calada expulsó el humo y me miró diciendo:
-¿Ocurre algo? –Realmente no me lo creía, ¿cómo tenía la mano ardiendo y no se quemaba? Su mano se apagó y de repente me levanté del sofá y dije:
-¿Qué ha sido eso?, ¿cómo lo has hecho?
-¿El qué?, ¿lo de las llamas? –expresó con tranquilidad, y sin esperar una respuesta mía reveló –solo es magia.
-¿Magia?, eso es un truco barato, ¿cómo lo has hecho? –Volvió a hacerlo, pero esta vez la llama era aún mayor y desprendía más calor. –No puede ser verdad, ¿no te quemas?
-No, gracias a la magia. –Esperó para ver mi reacción, se me quedaría una cara de idiota impresionante, y añadió: –También  puedo crear electricidad. –Acercó su mano a una lámpara junto al sofá, unos rayos azules aparecieron de su extremidad y la lámpara se encendió.
Aquello parecía totalmente irreal, pero sabía que estaba ocurriendo de verdad, las piernas me temblaron y me senté de nuevo.
-Entonces –comenté –tú eres un mago, ¿no?
-Correcto, concretamente un Hechicero, y tú padre también lo es.
-¡¿Qué?! –pregunté sobresaltado – ¿mi padre mago?
-Sí, es un Conjurador, otro tipo de mago.
-Estas de broma. –Algo me hacía dudar que mi padre fuera mago, pero realmente eso explicaría por qué me ocurrían cosas extrañas. – ¿Entonces yo también soy mago?
-Bueno –dudó por un momento –más bien eres un mestizo.
-¿Otro tipo de mago?
-No, bueno si pero más especial. Mira te voy hacer una pequeña aclaración. Existen un número determinado de tipos de magos y otro número determinado de seres mágicos, sin embargo el cruce entre unos y otros crea nuevos y prohibidos tipos de magos.
-¿Está prohibido el mestizaje? –pregunté algo extrañado, creía que eso estaba más que superado por la sociedad.
-Legislativamente si, aunque hay bastantes híbridos.
-¿Y cuál es mi otro tipo de mago?
-No, tú eres medio mago medio ser mágico.
-¿¡Cómo!? ¿¡Soy medio dragón!? –expresé alucinado –aunque eso explicaría lo de mi brazo y las llamas. –Kurt soltó una breve carcajada y respondió:
-No, no eres medio dragón, eres medio gárgola.
Aunque sea una locura, eso es lo que dijo el Dr. Extraño, que soy un mago Conjurador-Gárgola. Debería haber reaccionado saltando locamente por el salón y pidiéndole que me contara más de esa bonita historia en la que yo era el protagonista, el increíble héroe. Sin embargo esta aventura era demasiado irreal, así que respondí:
-Doctor, dígame la verdad y acabe con esta absurda terapia, no me voy a tragar esas chorradas, y lo de las llamas es un buen truco para engatusarme fácilmente, realmente eres muy bueno en efectos especiales. Supongo que tu intención es hacerme creer que soy mago para que no me sienta mal por mi enfermedad y pueda vivir algo mejor pero prefiero la realidad a una farsa tan grande como esa.
-No es ninguna terapia, Van. –me aclaró con una voz suave levantándose del sofá –Los magos siempre han existido y tú eres uno, es hora de que lo aceptes. Tu padre y el consejo pensaron que era mejor mantenerte alejado del mundo de la magia y así estarías a salvo, pero ya no te lo podemos ocultar por más tiempo, es hora de que luches por ti mismo, no eres un niño pequeño. –finalizó mirando por el ventanal del salón.
-¿Y por qué me lo ocultabais?
-Como ya te he dicho, el mestizaje está prohibido y no serás bienvenido entre los magos, además las gárgolas te buscan. –me explicó con tono amargo.
-¿Me buscan?,  ¿eso es malo? –pregunté algo confundido.
-Bueno, no sabemos para qué te buscan exactamente, pero creemos que ven en ti un arma poderosa contra los magos.
-Un momento –interrumpí totalmente desconcertado – ¿los seres mágicos y los magos no están juntos?, es decir, ¿son enemigos?
-Es una larga historia –cayó por un momento y añadió –voy a hacer una llamada y ahora te sigo contando. –dicho esto abandonó el salón y desapareció por un pasillo.
Me quedé sentado en el sofá con la mirada perdida, pensando en todo lo que me había contado, es difícil de creer pero ciertas cosas me ayudaban a confiar en Damon, lo que aún no entendía es como mi padre estuvo con monstruo llamado gárgola.
Al mirar por la ventana me di cuenta de que el sol había caído totalmente y ahora un cielo nuboso dejaba entrever la inmensa luna que brillaba.
Nunca antes me había fijado pero Kurt tenía un piso enorme, las paredes eran de un tono amarillento oscuro, con pocos adornos pero casi todos de época medieval. La cocina no tenía puerta y estaba comunicada con el salón por una barra americana, y por lo poco que había logrado ver en alguna de mis visitas, tenía por lo menos tres habitaciones y un baño. Bastante grande para vivir solo.
-He hablado con tu padre –anunció el doctor saliendo de una de las habitaciones –viene hacia aquí, no tardará mucho.
-¿Y qué te ha dicho? –pregunté con voz temblorosa.
-Tranquilo no está enfadado contigo, todos sabíamos que esto pasaría, era inevitable que ocurriera.
-¿Y ahora qué pasará conmigo?
-El consejo ha decidido llevarte a Mahorain.
-¿Mahorain?
-Allí donde habitan los seres mágicos y los magos.
-¿En otra dimensión?
Kurt soltó otra leve carcajada y respondió:
-No, es aquí en el que llaman mundo de lo humanos. Tan solo que un hechizo impide ver donde viven los magos, ven te lo mostraré. –Dicho esto caminó hacia el pasillo de las habitaciones, le seguí tal como me había indicado y nos detuvimos ante un enorme cuadro del mapa del mundo.
-Mira, aquí estamos nosotros –dijo señalando Londres – ¿ves este mar que nos separa de Irlanda? –asentí con la cabeza y aclaró –pues no es tal como lo pintan en los mapas, entre estos dos países está la Isla del hombre, pero un poco más al sur existe otra isla que a los ojos de los humanos es invisible. Cuando un humano mira desde la costa de Reino Unido o Irlanda hacia el mar irlandés solo ve mar, cuando lo hace un mago ve una gran isla, puede que incluso mayor que la Isla del hombre.
-¿Pero los barcos deberían chocar contra esa isla no? –pregunté totalmente desconcertado.
-El hechizo que protege a la isla no solo la hace invisible, sino que es un portal, es decir que te teletransporta de una parte de la isla a la otra sin tener que atravesarla. Los marineros dicen que este mar confunde a la gente, y es porque conforme te acercas a la isla una niebla espesa lo cubre todo y de repente te encuentras la costa de Irlanda o la nuestra según la dirección en la que vayas.
-Todo esto –comente en voz baja –es tan extraño que me cuesta creerlo.
-Te comprendo Van, pero es verdad. –Mantuvo el silencio por un momento y me dijo -Ven siéntate te voy a contar más mientras llega tu padre, ¿qué quieres saber?
-No sé –contesté sentándome en el sofá –cualquier cosa.
-¿No tienes ninguna curiosidad?
-Tengo demasiadas –respondí con tono amargo. – ¿Cómo hacéis para ocultaros de la sociedad?
-Bueno realmente en todos los gobiernos del mundo hay un mago representante de Mahorain. Los altos cargos de todos los países saben que los magos existen, pero mantienen el secreto a cambio de que no demos ningún problema a los humanos. Es decir que no usemos la magia contra ellos. Yo soy el responsable de los magos en Londres y también nos encargamos de encontrar a magos perdidos entre los humanos y regresarlos a Mahorain, que es donde estarán a salvo y es donde deben estar.
-Es un secreto mundial, alucinante –comenté totalmente asombrado. -¿Y hay muchos magos?
-Nuestro porcentaje en el mundo es insignificante, no quedamos más de dos mil o tres mil magos en todo el planeta, y en Mahorain están más de la mitad.
De repente la puerta sonó y Damon se levantó rápidamente diciendo:
-Debe ser tu padre.
Efectivamente al abrir la puerta mi padre entró con una mirada que nunca antes le había visto. Sus negros ojos reflejaban, miedo, preocupación, pero sobretodo dolor. Él también era alto pero no tanto como Kurt, su pelo negro y ondulado caía sobre sus hombros, y su rostro amable pero serio era una de sus características, al igual que su particular y puntiaguda perilla.
-Lo siento hijo –murmuró abrazándome –solo intentaba protegerte.
-Está bien papá, no pasa nada –contesté devolviéndole el abrazo.
Acto seguido mi padre se levantó y dirigiéndose a su amigo anunció:
-Ya lo buscan las gárgolas, tenemos que llevarlo al portal cuanto antes.
Tras oír esto me levanté del sofá, entonces me percaté de que junto a la puerta había un joven que permanecía inmóvil. Al mirarlo me sonrió y se acercó a mí.
-Hola, me llamo Jhon, aunque puedes decirme Jhonny –dijo ofreciéndome su mano –yo seré tu protector esta noche.
Su cara era alegre, de pelo negro medio largo, oscuro y despeinado, ojos grises, algo más alto que yo y probablemente de más edad.
No sabía que decirle, no soy homosexual pero tenía una cara tan perfecta que tan solo reaccioné en darle la mano.
Damon interrumpió la incómoda situación despeinando a Jhonny con su mano izquierda y advirtiéndole:
-Espero que estés a la altura.
-¿De verdad lo dudas? –le preguntó el joven soltando mi mano y mirándole con una sonrisa.
De repente se escuchó una voz grave que decía: “¿puedo participar en esta reunión?”.
Todos miramos rápidamente hacia la puerta y un anciano nos miraba sonriente, entonces me di cuenta de que era el mismo anciano que me encontré por la mañana en el parque.
-Nos han encontrado –anunció alarmado Damon, y diciendo esto lanzó una bola de fuego con su mano derecha contra el anciano que soltando una malévola carcajada empezaba a cambiar de forma.
-Jhonny llévate a Van, nosotros las detendremos –ordenó mi padre sacando una carta póker, pero con un símbolo extraño, de su chaqueta y entregándosela al joven.
Tras esto Jhon me agarró por la cintura y saltó por la ventana llevándome con él. Sentí la fuerza de la gravedad atrayéndonos contra el suelo y pensé que nos íbamos a estampar en el asfalto. Mientras pensaba como iba a morir oí a Jhonny pronunciar “Gravirei” y nuestra velocidad fue disminuyendo hasta llegar al suelo y caer de pie, como si ese fenómeno natural no nos afectara.
-¿Qué ha ocurrido? –pregunté  desconcertado – ¿Qué es lo que has hecho?
-Tan solo he variado la gravedad –respondió soltándome –es una magia muy útil.
Acto seguido echó un vistazo a nuestro alrededor, la noche era tenebrosa, las nubes espesaban el cielo y las calles estaban desiertas.
-Debemos darnos prisa –comentó el mago –tenemos poco tiempo.
-Espera quiero ir a mi casa, necesito coger algunas cosas, no sé cuando voy a volver.
-No tenemos tiempo, tu padre te llevara lo que necesites –añadió con cara de compasión.
-Tengo que ir –reproché elevando la voz –es importante.
La mirada de aquel joven cambió, mantuvimos el silencio unos segundos y finalmente anunció:
-Está bien, iremos a tu casa, pero solo un momento. Vamos, te sigo.
Esa noticia me hizo despertar de mi caótica mezcla de sucesos en la que encontraba inmerso. Indiqué a Jhonny el camino y empezamos a correr con todos los sentidos  en alerta, ya que los gritos y gemidos de las gárgolas nos estremecían el corazón.
-Ya queda poco –anuncié –no perderemos mucho tiempo.
-El tiempo es oro Vanik, cada segundo que permanecemos en esta ciudad nos pone en peligro –reprochó –no sabes lo que es enfrentarse a una gárgola.
Tras decir esto un fornido hombre apareció frente a nosotros, su aspecto era frio y serio, ojos negros, pelo blanco rapado, camiseta gris sin mangas y ajustada, y una gran cicatriz marcaba su rostro.
-No sé para qué hablo –murmuró el mago con rostro serio.
-Se acabó el juego mocosos –anunció el extraño hombre con una voz grave y diabólica.
-Prepárate Van –dijo Jhonny colocándose delante mía –esta gárgola es bastante poderosa.
La voluminosidad de aquel hombre empezó a disminuir, mantenía la misma altura pero sus músculos pasaron a ser delgados, variando así su forma física y pareciendo un humano más escuálido.
-¿Cómo ha hecho eso? –pregunté asombrado –su cuerpo ha…
-Veo que aún desconoces la magia –murmuró el extraño ser apareciendo repentinamente junto a mí.
-¡Vanik cuidado! –exclamó Jhonny apartándome de un empujón. Mientras caía pude ver como mi guardián detenía con un bastón la arremetida de nuestro enemigo. Me quede medio tumbado en el suelo y mientras me incorporaba el atacante retrocedía rápidamente.
El arma de Jhon era como dos ramas secas entrelazadas en espiral que terminaban separándose en la parte superior donde brillaba una esfera negra.
-¿Estás bien? –me preguntó mirándome de reojo.
-Si –respondí terminando de incorporarme – ¿qué vamos a hacer?
-Aléjate un poco y mantente alerta, pueden aparecer más.
Dicho esto me coloqué detrás de un coche estacionado y me detuve observando como el ahora delgado ser sonreía y comenzaba su transformación. Su piel adquirió un tono grisáceo, le aparecieron colmillos, sus manos y pies cambiaron a ser garras, una estilizada cola se balanceaba tras su cuerpo, sus orejas ahora picudas eran más grandes, y de su espalda aparecieron dos enormes alas grises. Había deshecho prácticamente toda su ropa y se percibía un aire mucho más frío.