sábado, 16 de junio de 2012

La Leyenda de las Gárgolas (Cap 2)

Capítulo 2

Primer enfrentamiento

Jhonny permanecía inmóvil observando al increíble ser, con su bastón apuntando hacia él y un libro en su mano izquierda.
De repente el joven vociferó “Blakba” y de la esfera del bastón salió disparada una enorme y negra bola de energía. Su oponente estiró los brazos y detuvo el ataque con sus propias manos, segundos más tarde la gran bola se desintegró.
-Supuse que no funcionaría –comentó Jhon con una mueca de sonrisa –pero me ha dado el tiempo que necesitaba. –Dicho esto empezó a correr hacia la gran gárgola e intentó asestarle un golpe con el bastón, pero el monstruo lo detuvo con su antebrazo.
-¿Pretendes vencerme cuerpo a cuerpo mocoso? –dijo la gárgola con voz irónica.
-No –respondió fríamente el joven –solo quería acercarme –terminando de decir esto colocó su libro abierto en el pecho del ser mágico y pronunció “Spliraw”. Ambos guerreros salieron despedidos en dirección contraria y cayeron casi de pie.
Cuando se incorporaron el pecho de la gárgola desprendía humo y con expresión de rabia y dolor vociferó:
-¿¡Qué me has hecho maldito bastardo!?
Jhonny tan solo se limitó a guardar su libro entre sus ropas y empezó a correr de nuevo contra su oponente.
-¡Esta vez te mataré! –gritó el gran monstruo iniciando el vuelo a gran velocidad hacia Jhonny.
El bastón iluminado en luz negra chocó contra el puño del alado ser y un oscuro y enorme destello me impidió ver qué ocurría. Cuando mis ojos se recuperaron de aquel fogonazo descubrí que la gárgola había atrapado a Jhonny, con su garra derecha sostenía el bastón del mago, con su cola le había atado los pies, y lo sostenía elevado en el aire sujetándolo por las manos con su garra izquierda.
-Me has subestimado gusano –susurró el monstruo a tal volumen que lo pude oír a bastantes metros de distancia.
-¡Jhonny! –grité apareciendo de mi escondite.
-¡No!, ¡detente Vanik! –gritó Jhon intentando soltarse – ¡no te acerques!
-Yo haré que no te muevas –comentó la gárgola con voz diabólica.
-¡Vanik cierra los ojos! –gritó desesperadamente el mago, pero no pude reaccionar, el tiempo se detuvo y los ojos de la feroz bestia pasaron a ser rojos. Noté como un frío descomunal recorría cada parte de mi cuerpo, piel, huesos, órganos, pero no podía hacer nada, estaba paralizado. Mi cuerpo empezó a aumentar de nuevo la temperatura y respondía a mis órdenes, miré mis manos con la extraña duda de si se moverían, pero lo hicieron. Tras comprobar que todo estaba en orden miré a Jhonny aún atrapado por nuestro adversario, y me percaté de que ambos estaban desconcertados y me miraban como si yo fuera el monstruo.
-Es imposible –comentó con voz temblorosa la gárgola mientras sus ojos pasaban a ser de nuevo negros – ¿por qué no te has petrificado?
-¿Petri-qué? –pregunté algo perdido.
-¡Vanik usa tus llamas! –gritó Jhonny cambiando la expresión de su cara – ¡sé que puedes hacerlo!
-No sé cómo se hace –reproché –me salió solo.
-Enfádate, intenta sentir lo mismo que la primera vez.
-Tú calla desgraciado –aseveró el monstruo estirando el cuerpo de mi compañero.
Jhonny gritaba de dolor y sus ojos me miraban intentando decirme que confiaba en mí, pero no me salía, no sabía cómo hacer para que las llamas emanaran de mi brazo. Me quité el guante negro que tapaba mi mano y los tres nos quedamos impactados, tenía una garra igual a la de la gárgola que nos estaba atacando, me remangué la camiseta y comprobé que mi brazo ya no tenía aspecto arrugado y putrefacto, ahora era una brazo grisáceo y una mano con afiladas uñas.
Debido al asombro la bestia había dejado de torturar a Jhon y decidí abalanzarme sobre él intentando darle con mi garra, pero me vio venir y usó su mano izquierda para detener mi ataque. Para defenderse de mí, la gárgola soltó las manos de Jhonny y él aprovechó el momento para arrebatarle el bastón y con su mano libre lanzar una bola negra mientras murmuraba “Blakba”, como la anterior pero con tamaño mucho más inferior. Los tres salimos despedidos en direcciones diferentes, pero la explosión fue insignificante.
-Ahora Vanik, intenta clavarle la garra en el pecho, justo donde tiene la marca del libro –me ordenó mi protector. Acto seguido inicié de nuevo la carga intentando alcanzar a mi objetivo, pero se movía rápidamente y me hacía desequilibrarme.
Sin darme cuenta de los movimientos de Jhonny, este apareció detrás de nuestro enemigo y pronunció “Kagryune”. La sombra de Jhonny, provocada por la luz de las farolas y la inmensa luna llena, adquirió la forma de dos alas de dragón que trepando por el cuerpo de la gárgola lo atraparon. Las alas de sombra lo rodeaban y apretaban, el dolorido ser mágico intentaba deshacerse del aprisionamiento abriendo sus propias alas, aunque parecía inútil.
Vi la oportunidad de dar en el blanco, así que me lancé una vez más contra mi oponente y le atravesé el pecho con mi garra. Al extraer mi brazo, un manantial de sangre brotó de su pecho y su rostro decaído me dedicaba una mirada de odio.
Tras unos segundos de silencio la gárgola miró al cielo, rugió como el más fiero de los leones, abrió las alas provocando una onda de aire expansiva que nos desplazó unos metros y encendiéndose en llamas negras desintegro la sombra creada por Jhon.
Parecía que la rabia lo dominaba y tras volar hacia el cielo y colocarse ante la luna llena se dirigió hacia mí en picado.
-¡Vanik necesitamos fuego! –gritó desesperado Jhonny.
-No puedo hacerlo –reproché con voz temblorosa, ni siquiera sabía cómo había sido capaz de atravesar fríamente a alguien.
-¡Toma! –concluyó el mago arrojándome su bastón – ¡aléjate y clávalo en el suelo delante de ti!
Hice lo que me indicó y una extraña esfera semitransparente me rodeó, mientras tanto Jhonny sacó la carta que mi padre le había dado antes de saltar por la ventana, colocándola en sus manos y cerrando los ojos pronunció “Shífire”, tras decir esto dirigió sus manos hacia la encolerizada bestia y unas llamas blancas salieron de la carta impactando contra la gárgola.
Nuestro enemigo gritaba e intentaba volar pero le era imposible y de repente se desvaneció, tan solo quedaban algunas llamas en el suelo que pronto se esfumaron.
-Ha sido increíble –exclamé asombrado, mientras Jhonny caía desplomado al suelo. – ¿Jhonny estas bien? –pregunté asustado acogiéndolo entre mis brazos – ¡vamos responde! ¡no me dejes solo! ¡levanta!
-No seas tan escandaloso –murmuró interrumpiendo mi recital de angustia.
-¿Qué te ha ocurrido?
-Que he abusado de la magia –respondió intentando incorporarse –he usado demasiada energía. Si no hubiera usado este ultimo hechizo estaría bien, pero necesitábamos fuego.
-Lo siento –me disculpé en voz baja –si yo hubiera sido capaz...
-Vamos no es culpa tuya –me interrumpió consolándome –eres principiante, nada más. Debemos seguir antes de que vengan más, déjame apoyarme en ti y dame mi bastón para ayudarme a caminar, necesito recuperarme pero no podemos quedarnos parados.
Seguimos caminando, pero a un paso mucho más lento y ocultándonos entre los coches aparcados, quería preguntarle algunas cosas pero no me atrevía. Finalmente encontré el valor necesario para soportar la respuesta de mis preguntas y me lancé.
-Por cierto –comenté con tono suave – ¿qué le ha ocurrido a la gárgola? ¿ha muerto?
-Ojalá –respondió resignado el cansado protector –esas llamas tan solo le hacen huir pero es imposible que lo maten.
-Pero yo vi como se desintegraba. –reproché.
-Esa es su forma de huir. Para matar a una gárgola necesitamos más que eso. –concluyó y tras guardar silencio por unos segundos añadió –Tendríamos que cortarle la cabeza o desintegrarlo de verdad, o destruir su corazón, o petrificarlo y destruir su estatua. Pero todas son difíciles de hacer ya que son poderosas y rápidas.
-Aun no comprendo bien la magia. –comente resignado.
-Bueno hay muchas cosas que no sabes, así que es difícil comprender algo que no conoces.
-¿Según los tipos de magos varían las magias, o todos los magos pueden realizar cualquier magia? –Jhonny expresó una breve sonrisa y respondió:
-No somos dioses Vanik, somos magos, con algunas excepciones y muchos límites. Yo soy un brujo, y normalmente uso la magia negra, pero con esfuerzo y dedicación puedes llegar a aprender magias de otros tipos diferentes al tuyo.
-¿Todas las magias que has usado hoy eran de brujos?
-Casi todas, excepto el Shífire y el Spliraw, la primera es una magia blanca y la segunda es un conjuro, propia del clan de tu padre.
Seguía sin entenderlo del todo, pero no me apetecía meterme en más detalles, suponía que con el tiempo me iría enterando de todo.
-Por cierto, ¿de dónde sacaste el bastón?, la primera vez que te vi no lo tenias.
-El bastón puede ocultarse como un simple adorno u objeto pequeño. Si te hubieras fijado detenidamente cuando me conociste llevaba un colgante con la forma de este bastón y ahora no lo llevo. Al igual que el libro que me viste sacar antes –explicó abriendo su oscura chaqueta de cuero y mostrándome su cinturón – ¿ves ese llavero que cuelga con forma de libro?, pues tan solo es la forma simplificada. Gracias a la magia muchos objetos pueden hacer eso y así podemos portar muchos y pesados objetos sin que nos agoten físicamente.
-Increíble –fue lo único que fui capaz de decir, esa magia era realmente útil y asombrosa.
-Creo que empieza a gustarte la magia. –concluyó Jhonny con una sonrisa.
-Bueno, pero no los seres mágicos.
-Son más interesantes de lo que crees, y no son tan malvados –añadió con tono triste y serio –si nadie los manipula tan solo se limitan a realizar su misión en el mundo.
-Pero –reproché con voz apagada – ¿Cómo pudo mi padre tener un hijo con un ser como ese? –realmente la idea me ponía los pelos de punta. Ahora yo me sentía un monstruo.
-No todos son tan crueles y malévolos como ese, Vanik. –aclaró con voz suave y tranquilizadora –Los hay buenos y con modales, y tan bien más hermosos, porque ese no tenía nada de bonito –terminó sonriendo. –Tanto en aspecto humano como de gárgola los hay mucho mejores, tanto hombres como mujeres. ¿Realmente tu apenas sabes de gárgolas, no?
-Soy nuevo en todo. –respondí algo desanimado, parecía un idiota al que había que explicarle hasta el más mínimo detalle y eso no me agradaba demasiado.
-No te preocupes, te iré explicando mientras caminamos. Espero que no quede mucho, necesito tomar algo y el tiempo corre. –soltó con cara de preocupación –Pues bueno, las gárgolas son seres alados nocturnos. –comenzó –La luz del sol los petrifica, pero al llegar la noche ese efecto se pasa y digamos que vuelven a la vida. Su misión en el mundo es proteger a los humanos de los magos, y desde el principio de los tiempos han vivido entre los humanos como estatuas que por la noche cobraban vida para castigar a los magos que usaban la magia contra los humanos.
-¿Desde cuándo has dicho que existen las gárgolas?
-Desde siempre Vanik. Todos los seres mágicos, los humanos y los magos existen desde el mismo tiempo. Convivían juntos, aunque había más humanos que magos y seres mágicos. Y en la edad media todo cambió, hubo una gran guerra entre magos y humanos, estos últimos pensaban que los de nuestra especie eran unos herejes y estaban poseídos por el demonio, y su afán por librarse de nosotros provocó que un grupo de magos se revelara. Muchos seres mágicos se unieron a la causa de los magos por defender su existencia, tan solo las gárgolas ayudaron a los humanos, ya que son débiles frente a nosotros. A causa de esta gran guerra algunas especies se extinguieron, el número de magos y seres mágicos disminuyó drásticamente. Lo que más sobrevivieron fueron humanos, gracias a las gárgolas que los defendieron incondicionalmente, quedando también ellas muy reducidas en número. Desde entonces los humanos y los magos quedaron separados para siempre, nuestra especie se refugió en Mahorain y los humanos se quedaron con todo el planeta. Las gárgolas y los magos pasaron a ser enemigos naturales, ya que ellas decidieron seguir entre los humanos para continuar protegiéndolos.
-No lo entiendo, ¿Por qué los humanos se quedaron prácticamente todo el planeta?, ¿ganaron la guerra?, es absurdo. Además, ¿Por qué las gárgolas les ayudaron y aun lo hacen?, están mucho más unidos a los magos que a ellos, por algo son seres mágicos, ¿no?
-No todos los magos estuvieron de acuerdo en masacrar a los humanos, muchos se apiadaban de ellos porque son muy débiles. Eso provocó un conflicto entre magos y vencieron los que se apiadaban, así que decidieron alejarse de los humanos y animaron a las gárgolas para que se quedaran entre ellos y protegerlos de los magos rebeldes. Cuando ocurrió esta gran guerra no había tantos humanos como ahora, ya que actualmente el ser humano en su mundo es el eslabón más alto en la cadena alimenticia, además del más poderoso gracias a su inteligencia y tecnología. Nada les hace disminuir su población y durante siglos tan solo han ido aumentando descontroladamente. Son como una plaga. Sin embargo los magos tienen la población controlada y muchos motivos de muerte.
-¿La vida de un mago es más corta que la de un humano?
-No, un humano saludable puede llegar a los ochenta e incluso noventa años, pero tienen la debilidad de las enfermedades, los magos no. Nosotros las únicas enfermedades que podemos tener es por una maldición, y se puede curar con la magia. Podemos llegar a vivir ciento veinte o ciento treinta años, alguna excepción ha llegado a los ciento cincuenta. Pero ponemos en riesgo nuestra vida muy a menudo, los magos somos guerreros, luchamos entre nosotros, contra monstruos, e incluso contra humanos. Ellos de vez en cuando provocan una gran guerra, mueren miles de personas, y luego unos años de tranquilidad. Además son tantos que apenas se nota cuando cae una ciudad. Realmente los magos podrían hacerse con el control del mundo y extinguir a los humanos prácticamente en cualquier momento. Su tecnología no resiste nuestra magia, pero aun así los magos preferimos no provocar esa guerra, habría demasiados muertos, y además las gárgolas se interpondrían. Todo en este mundo existe por algo, y nosotros respetamos eso, dejamos a los humanos vivir en paz con la condición de que nos dejen tranquilos, por eso los gobiernos saben de la existencia de los magos pero lo mantienen en secreto a la sociedad.
-Así que he vivido quince años en el bando al que no pertenezco. –concluí. Realmente ya no tengo dudas de si es verdad todo esto, solo es difícil comprender por qué acabó todo así y por otro lado me fascina ser parte de los magos. Aunque aún tengo muchas dudas.
-Espero que ahora comprendas mejor la situación.
-Sí, gracias.
Durante los pocos minutos que tardamos en llegar a casa después de esta conversación, mantuvimos un incómodo silencio en el que aproveché para organizar bien mi mente, en ese momento en mi cabeza todo parecía un puzzle de 3000 piezas desordenado.
 Finalmente llegamos a mi casa, un segundo piso en una urbanización antigua y poco poblada. No teníamos ascensor, así que tuve que ayudar a Jhonny a subir por las escaleras y tardamos más de lo pensado.
-¿Quieres beber o comer algo? –le pregunté mientras se dejaba caer en el sofá.
-Si tienes un zumo o algo para refrescarme.
-Creo que hay algún zumo, ¿de qué lo quieres?, hay de naranja o piña. –anuncié abriendo la nevera.
-Piña, es mi favorito.
Mientras el brujo disfrutaba de su zumo y reponía sus fuerzas aproveché para ir a por mis cosas.
Llevaba todo el día con la ropa del colegio, un pantalón de chándal azul marino y una sudadera gris, así que fui a mi habitación. Era una habitación simple, no muy grande, con la cama pegada a la ventana, la pared forrada de posters de videojuegos, un armario empotrado, una estantería llena de figuras, y un desordenado escritorio con un ordenador junto a la cama. Había dos o tres revistas por el suelo, y alguna prenda de ropa que aun no había recogido.
Me quité la ropa que llevaba y me puse mis vaqueros favoritos, anchos y con muchos bolsillos; una camiseta especial para mí que me regaló Damon, ya que era de manga  larga para el brazo izquierdo y sin manga para el derecho, lisa, gris oscura, y me quedaba algo ajustada; una chaqueta de cuero negro que me regaló mi padre; unos deportes anchos blanco y negros; y en el cuello me mal puse un pañuelo azul marino, que según me contó mi padre, mi madre había tejido para mí de pequeño. Me puse mi pulsera ancha de cuero negro en la muñeca derecha, mi guante negro en la mano izquierda y guardé en una maleta gris el guante derecho. Metí en la maleta ropa interior, algunos de mis libros favoritos, un mp3, algo más de ropa, y una foto de mis padres años antes de yo nacer.
Al salir de mi habitación vi mi rostro en el espejo del pasillo, tenia los pelos bastante largos pero aun se mantenían hacia arriba, solo la mitad izquierda de mi pelo, que ya era totalmente blanca y sobresaltaba con mi negro y natural color, estaba algo más largo y por el peso caían algunos pelos del flequillo. Mientras me observaba en el espejo me di cuenta de que no llevaba mis pendientes. Con trece años mi padre me dejó hacerme un pircing en la parte superior de cada oreja, y normalmente llevaba una argolla de plata en cada uno, pero ese día me los había quitado para hacer gimnasia en el colegio y había olvidado ponérmelos al terminar la clase. Así que volví a mi habitación a buscarlos, al entrar recordé que los había guardado en mi cartera de Lobezno, mi personaje favorito de Marvel, la cual tampoco me había acordado de coger. En la cartera vi una foto de mi padre, Damon y yo hacía unos años, los tres sonreíamos alegremente, parecíamos una familia, aunque realmente lo éramos porque Kurt no era solo mi médico y amigo de mi padre, sino también era mi padrino. Tras unos segundos observando la foto cogí los pendientes,  me los puse, guardé la cartera en mi bolsillo trasero derecho del pantalón y enganché su cadena a la parte anterior de mi correa negra. Acto seguido salí de la habitación y me encontré a Jhonny de pie junto a la puerta de salida.
-¿Has terminado? –me preguntó con tono animado.
-Sí, creo que con esto estará bien.
-Vaya cambias bastante –comentó sonriente –me gusta más este estilo al anterior, se parece al de tu padre.
-Es de él de quien me copié. –concluí con algo de alegría. Pensar en mi padre solía ponerme de buen humor y me ayudaba a olvidar mis problemas.
El bastón había desaparecido, y del cuello del mago colgaba un collar de plata con la forma de su arma. El aspecto físico de Jhon había mejorado y  parecía que se podía mover con mayor facilidad.
-Te recuperas rápido, ¿no? –pregunté intrigado.
-Aun no estoy recuperado del todo –respondió algo decaído –y menos mal que traía una poción Néfida.
-¿Qué? –ni siquiera había entendido lo que había dicho.
-Poción Néfida –respondió con tono burlón –sirve para acelerar el proceso de recuperación de la condición física y la energía, aunque es peligrosa en abundancia.
Me mantuve en silencio con la cabeza agachada durante un corto periodo y Jhonny me preguntó:
-¿Te encuentras bien?
Asentí con la cabeza y murmuré:
-¿Conociste a mi madre?
Él quedó en silencio, algo asombrado por esa inesperada pregunta, pero cambiando su rostro de nuevo a su forma natural de alegría respondió:
-Si la conocí no la recuerdo, tan solo tengo tres años más que tú, así que era pequeño para recordar a todas las personas. Pero mi padre sí la conoció, y le he oído decir que era muy buena persona, además de muy bella, decía que incluso transformada en gárgola seguía siendo hermosa.
No sabía si todo aquello era cierto, pero la verdad es que prefería no saberlo, ya que sus palabras habían conseguido aliviar un poco mi dolor.
De pronto un agudo sonido zumbó en mi cabeza y me sacó de mi ensimismamiento.
-¡Gárgolas! –expresó Jhonny – Ya vienen, tenemos que irnos.
Acto seguido algo se estampó contra la ventana del salón, rompiéndola en mil pedazos y quedando atrapado en la cortina.
Blakba! –vociferó Jhon apuntando con su mano abierta a la gárgola que se revolvía en la blanquecina cortina. La bestia salió disparada por la ventana y Jhonny me agarró por mi brazo izquierdo, llevándome con él fuera de la vivienda.
-¡Hacia la azotea! –dijo el mago estirándome del brazo mientras ascendíamos por las escaleras. El bloque solo tenía seis plantas, así que llegamos enseguida.
Al abrir la puerta de la azotea tres gárgolas mantenían el vuelo frente a nosotros esperando nuestra llegada. En menos de unos segundos Jhon les apuntaba con la palma de la mano derecha y pronunciaba “Solarum”, su mano desprendió un destello de luz dirigido contra nuestros enemigos, provocando que estos se petrificaran y cayeran en el suelo destrozándose completamente y dejando una nube de polvo gris.
Pude agarrar a Jhon antes de que decayera y murmuró:
-Esa magia requiere demasiada energía, y yo no estaba recuperado del todo.
Sus ojos se cerraban y su cara palidecía.
-¡Vamos Jhonny aguanta! –expresé alterado.
-Tenemos que saltar al edificio de al lado –explicó con voz débil –debes usar el Gravirei.
-No sé hacer magia –reproché aun más nervioso.
-Uno de los secretos de la magia es creer realmente que puedes hacerla. Piensa que la gravedad no existe, que tú la controlas a tú voluntad, disminúyela para que podamos llegar al otro lado. Cree en ti y podrás hacerlo.
Agarré a mi compañero, me alejé un poco del borde para tener espacio, cerré los ojos, y pensé lo que me había dicho. Tenía tanto miedo que no estaba seguro de si mi cuerpo respondería, no era posible lograrlo con tan poca práctica, pero el miedo a las feroces gárgolas me incitó a intentarlo. Tras abrir los ojos corrí hacia el borde llevando conmigo a  mi compañero y salté. Me elevé más de lo que podía imaginar y caí de pie sin que ni siquiera me temblaran las piernas. No noté ningún cambio en la gravedad como la vez que lo hizo Jhonny, pero había salido bien. Salté varios bloques más y finalmente bajamos de nuevo a la calle, a un amplio parque.
-Lo has conseguido –murmuró Jhon –por ahora estamos a salvo. Aunque ahora tenemos que retomar la dirección correcta. Nos hemos alejado por culpa de las gárgolas.
-¿Por dónde?
-Hemos huido hacia el norte, así que debemos girar hacia el este y luego un poco hacia el sur –mantuvo el silencio durante un corto periodo de tiempo, mientras miraba a nuestro alrededor y añadió –suéltame, creo que ya puedo caminar solo. Ahora intentaremos ir por abajo y con mucha atención, ¿entendido?
Asentí con la cabeza y emprendimos de nuevo nuestro camino, corriendo entre las calles y deteniéndonos en las zonas de menor visibilidad.
En una de las calles de nuevo el fornido hombre que se desintegró nos esperaba apoyado en un coche. Dos jóvenes más, también de pelos blancos y piel clara, aparecieron entre otros vehículos estacionados.
-Aun vivís. –comentó el grandullón caminando hacia nosotros –Atrapad al niño –ordenó a sus compañeros –yo me encargaré del brujo, pagará por lo que me hizo.
Al terminar esta frase una nube de humo se espesó entre nosotros y nuestros adversarios. Conforme la nube se desvanecía se podía ver la figura de dos hombres espalda contra espalda. Cuando la nube desapareció completamente vi a mi padre y Kurt con rostro serio y las manos encendidas en llamas. Con un movimiento rápido lanzaron varias bolas de fuego contra las gárgolas, provocando que estas alzaran el vuelo intentando esquivar los ataques en el aire.
-¡Jhonny! –exclamó Damon mientras lanzaba grandes bolas –tenéis que iros a Dublín, abriré un portal, desde allí podrás terminar la misión.
-¿Y qué pasará con ustedes? –preguntó el brujo con cara de preocupación.
-No te preocupes, Piros ya está en camino, no tardará mucho. ¡Preparaos!
Kurt empezó a murmurar palabras que yo no comprendía y un agujero negro apareció detrás de mí. Mi padre me miró y con voz apagada susurró: <<nos veremos pronto>>. No sé bien como pude oírle con todos aquellos chirridos de las gárgolas que nos sobrevolaban, pero sabía que no había sido mi imaginación, él me había hablado.
El agujero cada vez era mayor, Jhon se quedó parado por un momento y reaccionó mirándome y diciendo:
-¡Vamos!, ¡salta al portal!, ¡yo te sigo!
Al girarme y observar el agujero noté una sensación nueva e indescriptible, era similar a la fatiga, al vértigo, al miedo, no sabía distinguir bien. Finalmente Jhon me empujó al portal y tras aparecer en medio de una calle totalmente diferente y desconocida para mí caí de rodillas y vomité.
Jhonny apareció a mi lado y me ayudó a levantarme diciendo:
-Esto suele ocurrir las primeras veces, es normal.
-¿Dónde estamos? –pregunté levantándome mientras observaba todo a mi alrededor. Las piernas me fallaban y notaba debilidad en mi cuerpo, como si me faltara energía.
-En Dublín, Irlanda.
-¿Cómo hemos viajado tan lejos y tan rápido? –dije totalmente desconcertado.
-Ve acostumbrándote a la magia, se puede hacer casi de todo. –respondió con una sonrisa mientras caminaba alejándose de mí.
-¿Qué pasará con ellos? –comenté intentando alcanzarle.
-No te preocupes, estarán bien. Son más poderosos de lo que crees. Además –anunció mirándome seriamente –parece que el consejo se está esmerando, incluso Piros viene a ayudar.
-¿Quién es Piros?
-El guardián de Londres.
-¿Guardián? –no sabía bien a qué se refería, pero me imaginé a un fornido policía.
-En las ciudades donde existe un portal para entrar en Mahorain hay un mago encargado de proteger la zona. En Londres hay un portal, así que Piros debe protegerlo. Es un mago muy poderoso, y le han encargado ayudarte, así que estos dos estarán bien. –concluyó sonriendo de nuevo.

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