jueves, 21 de junio de 2012

La Leyenda de las Gárgolas (Cap 3)


Capítulo 3

Descubriendo la magia

Caminamos en silencio durante un corto periodo de tiempo, hasta llegar a nuestro destino. El cielo estaba mucho más despejado en Dublín, se podía observar claramente la inmensa y luminosa luna llena.
Nos detuvimos frente a un gigantesco edificio, la pared era de ladrillos rojizos, y la puerta de madera oscura tenía un aspecto antiguo.
Jhonny pulsó un botón junto a la puerta y sonó un agudo timbre. La mirilla de la puerta se oscureció y dio un fogonazo que nos dejó algo aturdidos. <<Magos>> se escuchó una voz en la puerta. <<Pues abre>> dijo una voz menos grave. Acto seguido la puerta empezó abrirse rechinando como si se quejara y un extraño ser nos miraba fijamente con rostro serio. No medía más de un metro, espesa barba negra, un sombrero oscuro, traje de chaqueta del mismo tono que el sombrero, zapatos formales, manos peludas, y un maletín en la mano.
-¿No pensáis entrar? –preguntó con severidad.
-También me alegro de verte, Nuls. –comentó Jhon mientras entraba por la puerta sonriente.
-¿Lo conoces? –dije siguiendo al joven mago.
-Claro –respondió como si no debiera dudarlo –es el conserje de la oficina.
Quedé en silencio pensativo y repuse:
-Pero antes se oyeron dos voces, ¿por qué solo está él?
-Ah, es Astilla, la puerta.
-¿La puerta habla? –pregunté deteniéndome en seco.
-Si –dudó el mago –es una puerta mágica.
Emprendimos de nuevo la marcha y antes de llegar al final del pasillo, el extraño hombre se detuvo ante nosotros.
-Tú, novato –dijo mirándome con seriedad, como si le desagradara mi presencia –ahora mantén la boca cerrada.
Dicho esto entramos en un enorme salón, como una pista de futbol siete, el techo quedaba a diez metros de altura, un enorme y blanco mostrador dividía el salón en dos, pequeños y escasos seres voleteaban por la sala, y hombres y mujeres similares a Nuls realizaban diferentes trabajos en las diferentes maquinas que invadían el salón. El mostrador media tres metros de alto, al elevar la mirada para ver el límite del descomunal mostrador vi un gigantesco hombre apoyado en sus codos mirándome. Podría medir unos 5 metros, con barba algo recortada y desaliñada, camisa blanca, pelo corto castaño oscuro, y en los brazos tenía tanto pelo que parecía una selva.
-Buenas noches, Gátilo. –empezó Jhonny con mucho respeto -¿Te han informado de la situación?
-Bienvenido, joven Drak. –expresó el robusto ser –¿A qué te refieres?, no hemos recibido ninguna noticia.
-Lo comprendo, íbamos a hacerlo desde Londres, así que tan solo estaría al tanto tu hermano.
-¿Y entonces qué hacéis aquí?
-Estábamos en peligro y Kurt abrió un portal.
-Ya veo, ¿y quién es tu acompañante?
-Vanik Landom, el hijo de Erik.
-El niño gárgola –murmuró con voz temblorosa Nuls. Me miraba fijamente, como pensativo, finalmente concluyó – ¿por qué Astilla no se ha dado cuenta de que era una gárgola?, aquí no pueden entrar las gárgolas. Además –añadió –ninguno de los presentes seres mágicos lo hemos notado.
-Kurt convocó un hechizo para ocultarlo durante nuestra huida, pronto se pasará el efecto. –aclaró Jhonny. Al parecer el único que quedó sorprendido por esta revelación fui yo.
-Así que el mayor de los mestizos corre peligro. –concluyó el gigante con rostro serio –Se sabía que este día llegaría tarde o temprano. Joven –proclamó mirándome fijamente – espero que tan solo traigas el bien para todos, me da igual el por qué de las cosas que hagas a partir de ahora, solo te advierto que si empeoras las cosas yo mismo daré encantado los permisos para tu captura. –sin esperar un reproche mío añadió –Acompaña a Nuls para hacerte un carnet de identificación, supongo que no lo tienes, ¿no?
-N...No –titubeé. Su rostro y voz infundían respeto, sin mencionar su tamaño.
-Bien, entonces ve. Jhon, tú cuéntame lo sucedido.
Seguí a Nuls hasta una maquina similar a una fotocopiadora. Al llegar un pequeño y alado ser, no de mucho más tamaño que mi mano, se poso en mi hombro, y tras colocar sus diminutas manos en mi frente voló hacia el conserje e hizo lo mismo. El peludo hombre empezó a pulsar teclas de la maquina, y unos segundos después reveló:
-Ahora necesito una foto. –atravesó con su mano el maletín por uno de los lados y sacó una cámara antigua de revelado rápido –Sonríe –advirtió con voz fría, y acto seguido el flash de la cámara me deslumbró. –Ya está. –murmuró mientras introducía la foto en la extraña maquina –Ahora tan solo queda esperar unos segundos –concluyó. –Bien aquí tienes –finalizó extrayendo un carnet del tamaño de un DNI y ofreciéndomelo con su peluda mano.
-Gracias –expresé recogiéndolo. Era de color negro difuminado, con letras plateadas y doradas. Tenía mi foto en el lado derecho, a pesar de que no me había dado tiempo a colocarme para la foto no salía demasiado mal, serio, pero decente. En el lado derecho del carnet relucía en dorado el numero 512 y abajo en plata las letras VLH.
-¿Qué quiere decir 512 y VLH? –el recortado ser frunció el seño y chismorreó:
-Novatos, siempre tan inútiles. –me miró como agobiado y espetó –512 es tu numero de identidad, VLH es Vanik Landom Hibrido.
Tras terminar su explicación volvió con Jhonny y Gátilo.
-Ya está todo señor –anunció al llegar a ellos –con su permiso me retiro –y sin esperar respuesta se adentro en el pasillo por el que entramos.
Me acerqué de nuevo al mostrador y mirándome fijamente Gátilo anunció:
-Bienvenido a Mahorain, Vanik.
Acto seguido en la madera del mostrador se dibujó con fuego la silueta de una puerta, y Jhon sonriendo expresó:
-Adelante, una nueva vida comienza hoy para ti, cuando me necesites tan solo tienes que decírmelo, ya tienes tu primer amigo entre los magos. –dicho esto me dio una palmada en la espalda que me hizo entrar en la puerta de fuego.
De nuevo sentí el vértigo, la angustia, y la ansiedad que me hizo vomitar, aunque esta vez solo tuve nauseas.
Al recuperarme me fijé que había viajado otra vez, estaba en una sala circular completamente hecha de mármol, con cinco esbeltas columnas y una fuente en el centro. Entre las columnas había como unas paredes acuosas que desfiguraban el reflejo.
Al otro lado de la fuente había un alto anciano, con una túnica blanca, leyendo un antiguo libro mientras se apoyaba en su plateado bastón con forma de dragón.
-¿Te encuentras mejor? –me preguntó el anciano elevando la mirada. Tenía una melena blanca, entre la cual se descubrían algunas finas trenzas, y una barba muy recortada.
-S...Si –titubeé. Realmente ya no me fiaba mucho de los ancianos.
Su libro se transformó en llavero y lo guardó entre sus ropas, se acercó a mí y ofreciéndome su mano, en la cual había un anillo plateado con forma de serpiente, expresó con una voz grave pero agradable:
-Encantado de conocerte, soy Serow Weingartlaud, descendiente de Arow y heredero de los poderes de Seruvin. Actualmente el mago más poderoso, comúnmente conocido como el Archimago, líder de los magos de Mahorain.
Obviamente no había entendido la mitad de lo que me había dicho, así que le devolví el saludo y añadí:
-Vanik Landom, único hijo de Erik Landom, y no sé qué soy actualmente.
El anciano mantuvo el silencio con rostro serio, como enfadado por mi arrogancia. De repente soltó una carcajada y expresó:
-Veo que te pareces mucho a tu padre, perdón por confundirte con tanto parloteo, tan solo bromeaba. Aunque lo que te he dicho es todo verdad. –finalizó con una leve sonrisa. –Supongo que no entiendes qué es lo que ocurre contigo, ¿verdad?
-Realmente no señor. – respondí con algo de inseguridad.
-Para comprender y creer en la magia tienes que vivirla Vanik. No está de más que te expliquen sobre la magia pero hasta que no lo veas por ti mismo no lograras asimilarlo todo, por mucha teoría que sepas, no quiere decir que seas el mejor en la práctica, son independientes. Hoy ha sido un día duro para ti, tu mente está colapsada, además se ha despertado algún poder en ti y todo eso afecta a tu cuerpo, será mejor que intentes descansar y mañana empezaras un día nuevo, diferente a los 15 años anteriores, y yo mismo te explicaré cosas sobre este mundo de la magia, el mundo al que tu perteneces. –concluyó apoyando su mano sobre mi hombro izquierdo.
No fui capaz de balbucear siquiera una palabra, tan solo asentí, y noté como mi cuerpo cansado estaba de acuerdo con el anciano.
-Ven, acompáñame –añadió –fuera nos espera dos mujeres que se encargaran de cuidar de ti esta noche, puede que tengas algo de fiebre y alguna que otra pesadilla.
-¿C...Cómo?, ¿fiebre?, ¿pesadillas?, ¿por qué? –pregunté sobresaltado.
-Has usado por primera vez la magia y has viajado en dos portales, es lo más común.
Tras terminar su explicación me agarró por el brazo y entramos por una de las paredes acuosas, acto seguido aparecimos frente a una anciana alta y delgada, de pelo blanco recogido en un moño, con gafas negras, capa del mismo color y vestido blanco. Junto a ella había una joven de pelo rubio lacio, ojos azules, y tez blanca. Vestía unos ropajes parecidos a los de la anciana, y sonreía con timidez.
Tras ellas una inmensa pradera de verde y fresca hierba, muy al fondo  se entendía que había un oscuro bosque, la luna llena era nuestra única luz. El agua de la impetuosa playa situada a nuestra derecha brillaba a causa del astro y las olas parecían intentar devorar las grandes rocas de la costa. A nuestra izquierda se veía un alto edificio con forma de iglesia antigua, pero no tenía imágenes ni símbolos que representaran alguna de las religiones que yo conociera. Y algo más alejado, hacia el bosque, otro amplio edificio, parecido a un colegio.
-Esta es la Sacerdotisa Merity Santer –anunció Weingartlaud señalando a la anciana –y ella es Angelica Llyl, su aprendiz. –añadió mirando a la joven –Ellas se encargaran de que descanses, hoy dormirás en la enfermería.
-Encantado, y gracias por la hospitalidad –expresé.
-No hay de que –murmuró la joven en voz baja y con la mirada hacia el suelo. Su maestra le dedicó una mala mirada y dedicándome otra a mí comentó:
-Al menos tu padre te ha enseñado algo de educación, aunque se nota de sobra que tienes el carácter de tu madre. –gruñó con cara de desagrado.
-Merity –interrumpió tajante el anciano.
-Angelica, adelántate y llévalo a la enfermería. Y recuerda lo que te he dicho. –finalizó la anciana con voz desagradable.
Weingartlaud me asintió con una leve sonrisa y la joven murmuró:
-Acompáñame por favor.
Caminamos en silencio hacia el edificio que parecía una iglesia, era incómodo, así que decidí romper el silencio.
-¿Ese es su carácter, o es que no le caigo muy bien? –pregunté acelerando mi paso para alcanzarla.
-Un poco de ambas –contestó en voz baja.
-¿Pero por qué?, ¿es por mi familia?
-Más bien por tu madre, y por tu especie.
-¿No le gustan las gárgolas?
-Uno de tu especie mató a su familia –aclaró –tú no tienes la culpa pero ella igualmente desprecia a las gárgolas.
-¿Tú también?
-No, para mí sois seres mágicos como todos los demás, y sé que no eres mala persona, lo noto en tu energía.
No entendí muy bien eso último, pero tras entrar en el extraño edificio esa conversación quedaba a parte, ahora yo solo podía prestar atención a todo lo que me rodeaba.
El techo tenía ciertas partes con vidrieras de colores que dibujaban una especie de águila que desprendía algunas plumas a su alrededor como si las perdiera en el vuelo. En las paredes de roca antigua había solo cuatro ventanas, dos a cada lado, y cada una de ellas tenía formas abstractas diferentes. Textos y cuadros antiguos plagaban la sala y en el suelo se dibujaba un enorme mapa. El edificio no era muy amplio pero si alto. Al fondo un enorme cuadro, tras un dorado altar, en el que se reconocía la costa. Una ola con forma de puño se elevaba en el cielo y una mano abierta surgía de la tierra.
-Es una pelea entre los dos Dioses de los magos, el Rey de los Mares y el Rey de la Tierra. –comentó Angelica viendo mi asombro por el cuadro.
-¿Qué religión es?, no me suena de los occidentales. –pregunté.
-Es una religión especial de los magos, la Argottia –respondió –solo nosotros la conocemos. Se basa en la creencia de dos dioses inmortales, cuyos poderes sobrepasan a los de cualquier mago. Además existen rumores de que algunas especies son creadas por ellos o son sus descendientes.
Tras esta aclaración Angelica se colocó frente a la pared izquierda junto al altar y una luz blanca apareció.
-Vamos entra –anunció señalándome el haz de luz.
Dudé por un momento, pero finalmente confié en ella y me adentre en el destello cegador.
Cuando mis ojos se recuperaron del fogonazo descubrí que estaba en una nueva sala, de mucha claridad y paredes blancas. Había muchas camas de poca altura, y al lado de cada una había una pequeña mesa y una butaca.
-Afortunadamente no tenemos ningún herido reciente, así que la sala está vacía y puedes escoger la cama que desees. –explicó.
Una de las camas tenía un cabecero idéntico al mío, así que decidí que esa sería mi cama por esa noche.
-Voy a por algo para comer –anunció la joven al verme soltar algunas cosas junto a la cama tres. Asentí con la cabeza y la aprendiz de sacerdotisa desapareció en el haz de luz. Coloqué mi chaqueta en un perchero junto a la butaca, el pañuelo lo enredé en el cabecero, me quité los deportes, y caí rendido en la cama.
El miedo a dormir en esa habitación tan amplia y solitaria me ponía nervioso, pero mi cansancio era tan grande que los ojos se me cerraban solos, no terminaba de creer todo lo que había ocurrido ese día, mi mente estaba confusa, parecía que era todo fruto de mi imaginación y notaba algo diferente en mi interior. Dejé vencer al sueño y de pronto estaba en un cementerio, había una lápida, la de Dave. Me sentía culpable, angustiado y miserable. Cómo había sido capaz de matar a Dave, no me agradaba su presencia pero ni siquiera nunca le había odiado, y ahora él estaba muerto por mi culpa, era un asesino y un insensible. Había sido capaz de atravesar el pecho de una gárgola sin apenas vacilar, tan solo quería salvar a Jhonny, ¿pero tan cruel soy? Todo se desvaneció y no sentía ni pensaba nada.
Abrí los ojos, la luz del sol me daba en la cara, estaba en la enfermería. Todo lo del día anterior había sido verdad, no era un sueño, una parte de mi deseaba que fuera un sueño y Dave estuviera vivo, pero parecía ser realidad. Era un asesino.
Me intenté incorporar pero noté un gran peso en mi pecho, Angelica estaba sentada en la butaca con su cabeza apoyada en mi esternón. Junto a la cama un barreño de agua y unos paños, en la mesa algo de comida, y bebida.
-Angelica –susurré zarandeándola suavemente.
-Mmm… ¿dónde estoy? –preguntó levantando la cabeza con los ojos casi cerrados.
-En la enfermería.
De repente dio un salto y quedó de pie junto a la cama totalmente desconcertada.
-Me he quedado dormida –murmuró avergonzada –lo siento yo no…
-No te preocupes –le interrumpí –no pasa nada. ¿Qué ha pasado esta noche?
-Cuando volví estabas dormido, no parabas de llorar y sudar, tenias la fiebre muy alta.
-¿Has estado cuidando de mi toda la noche? –pregunté alucinado.
Asintió con los pómulos sonrojados y empezó a recogerlo todo.
-Será mejor que vayas recogiendo tus cosas, Weingartlaud estará esperándote, y esta noche no creo que duermas aquí. –anunció.
Acto seguido me levanté y en unos minutos estaba todo recogido y nos encontrábamos frente al haz de luz.
-Gracias por cuidar de mí. –concluí.
-Es mi deber. –finalizó con su dulce voz.
Al aparecer junto al altar, nos esperaba la señora Santer mirándonos con despreció.
-Serow te espera, apresúrate –expresó con severidad.
En la sala había unas ocho o nueve jóvenes con ropajes similares a los de Angelica.
Mientras me dirigía hacia la puerta acompañado de la anciana, las miradas de expectación se clavaban en mi mente.
Al abrir la gruesa puerta el resplandor del sol me cegó por unos segundos, parecía que en Mahorain el sol estaba más cerca de nosotros que en Londres, o tan solo que la falta de altos edificios no era algo a lo que estuviera acostumbrado.
Efectivamente todo lo que había percibido la noche anterior era verdad. La hierba crecía saludable, el mar era precioso, el bosque frondoso, alto y espeso. Algunos niños corrían alegremente por la orilla y unos jóvenes practicaban peleas con palo. A lo lejos tras el bosque se desdibujaba una alta montaña rodeada de nubes bajas, y en el despejado y soleado cielo sobre nosotros, volaban águilas de tres metros. Realmente daban miedo, pero parecían tan felices y naturales que no afectaba. Todo era tan diferente, tan natural, tal y como lo ponen en los cuentos, todo belleza. Sinceramente me alegro de pertenecer a este hermoso lugar, y tan solo lamento no haberlo conocido antes, allí sin saber lo que me esperaba en el futuro, allí sí tenía ganas de vivir.

sábado, 16 de junio de 2012

La Leyenda de las Gárgolas (Cap 2)

Capítulo 2

Primer enfrentamiento

Jhonny permanecía inmóvil observando al increíble ser, con su bastón apuntando hacia él y un libro en su mano izquierda.
De repente el joven vociferó “Blakba” y de la esfera del bastón salió disparada una enorme y negra bola de energía. Su oponente estiró los brazos y detuvo el ataque con sus propias manos, segundos más tarde la gran bola se desintegró.
-Supuse que no funcionaría –comentó Jhon con una mueca de sonrisa –pero me ha dado el tiempo que necesitaba. –Dicho esto empezó a correr hacia la gran gárgola e intentó asestarle un golpe con el bastón, pero el monstruo lo detuvo con su antebrazo.
-¿Pretendes vencerme cuerpo a cuerpo mocoso? –dijo la gárgola con voz irónica.
-No –respondió fríamente el joven –solo quería acercarme –terminando de decir esto colocó su libro abierto en el pecho del ser mágico y pronunció “Spliraw”. Ambos guerreros salieron despedidos en dirección contraria y cayeron casi de pie.
Cuando se incorporaron el pecho de la gárgola desprendía humo y con expresión de rabia y dolor vociferó:
-¿¡Qué me has hecho maldito bastardo!?
Jhonny tan solo se limitó a guardar su libro entre sus ropas y empezó a correr de nuevo contra su oponente.
-¡Esta vez te mataré! –gritó el gran monstruo iniciando el vuelo a gran velocidad hacia Jhonny.
El bastón iluminado en luz negra chocó contra el puño del alado ser y un oscuro y enorme destello me impidió ver qué ocurría. Cuando mis ojos se recuperaron de aquel fogonazo descubrí que la gárgola había atrapado a Jhonny, con su garra derecha sostenía el bastón del mago, con su cola le había atado los pies, y lo sostenía elevado en el aire sujetándolo por las manos con su garra izquierda.
-Me has subestimado gusano –susurró el monstruo a tal volumen que lo pude oír a bastantes metros de distancia.
-¡Jhonny! –grité apareciendo de mi escondite.
-¡No!, ¡detente Vanik! –gritó Jhon intentando soltarse – ¡no te acerques!
-Yo haré que no te muevas –comentó la gárgola con voz diabólica.
-¡Vanik cierra los ojos! –gritó desesperadamente el mago, pero no pude reaccionar, el tiempo se detuvo y los ojos de la feroz bestia pasaron a ser rojos. Noté como un frío descomunal recorría cada parte de mi cuerpo, piel, huesos, órganos, pero no podía hacer nada, estaba paralizado. Mi cuerpo empezó a aumentar de nuevo la temperatura y respondía a mis órdenes, miré mis manos con la extraña duda de si se moverían, pero lo hicieron. Tras comprobar que todo estaba en orden miré a Jhonny aún atrapado por nuestro adversario, y me percaté de que ambos estaban desconcertados y me miraban como si yo fuera el monstruo.
-Es imposible –comentó con voz temblorosa la gárgola mientras sus ojos pasaban a ser de nuevo negros – ¿por qué no te has petrificado?
-¿Petri-qué? –pregunté algo perdido.
-¡Vanik usa tus llamas! –gritó Jhonny cambiando la expresión de su cara – ¡sé que puedes hacerlo!
-No sé cómo se hace –reproché –me salió solo.
-Enfádate, intenta sentir lo mismo que la primera vez.
-Tú calla desgraciado –aseveró el monstruo estirando el cuerpo de mi compañero.
Jhonny gritaba de dolor y sus ojos me miraban intentando decirme que confiaba en mí, pero no me salía, no sabía cómo hacer para que las llamas emanaran de mi brazo. Me quité el guante negro que tapaba mi mano y los tres nos quedamos impactados, tenía una garra igual a la de la gárgola que nos estaba atacando, me remangué la camiseta y comprobé que mi brazo ya no tenía aspecto arrugado y putrefacto, ahora era una brazo grisáceo y una mano con afiladas uñas.
Debido al asombro la bestia había dejado de torturar a Jhon y decidí abalanzarme sobre él intentando darle con mi garra, pero me vio venir y usó su mano izquierda para detener mi ataque. Para defenderse de mí, la gárgola soltó las manos de Jhonny y él aprovechó el momento para arrebatarle el bastón y con su mano libre lanzar una bola negra mientras murmuraba “Blakba”, como la anterior pero con tamaño mucho más inferior. Los tres salimos despedidos en direcciones diferentes, pero la explosión fue insignificante.
-Ahora Vanik, intenta clavarle la garra en el pecho, justo donde tiene la marca del libro –me ordenó mi protector. Acto seguido inicié de nuevo la carga intentando alcanzar a mi objetivo, pero se movía rápidamente y me hacía desequilibrarme.
Sin darme cuenta de los movimientos de Jhonny, este apareció detrás de nuestro enemigo y pronunció “Kagryune”. La sombra de Jhonny, provocada por la luz de las farolas y la inmensa luna llena, adquirió la forma de dos alas de dragón que trepando por el cuerpo de la gárgola lo atraparon. Las alas de sombra lo rodeaban y apretaban, el dolorido ser mágico intentaba deshacerse del aprisionamiento abriendo sus propias alas, aunque parecía inútil.
Vi la oportunidad de dar en el blanco, así que me lancé una vez más contra mi oponente y le atravesé el pecho con mi garra. Al extraer mi brazo, un manantial de sangre brotó de su pecho y su rostro decaído me dedicaba una mirada de odio.
Tras unos segundos de silencio la gárgola miró al cielo, rugió como el más fiero de los leones, abrió las alas provocando una onda de aire expansiva que nos desplazó unos metros y encendiéndose en llamas negras desintegro la sombra creada por Jhon.
Parecía que la rabia lo dominaba y tras volar hacia el cielo y colocarse ante la luna llena se dirigió hacia mí en picado.
-¡Vanik necesitamos fuego! –gritó desesperado Jhonny.
-No puedo hacerlo –reproché con voz temblorosa, ni siquiera sabía cómo había sido capaz de atravesar fríamente a alguien.
-¡Toma! –concluyó el mago arrojándome su bastón – ¡aléjate y clávalo en el suelo delante de ti!
Hice lo que me indicó y una extraña esfera semitransparente me rodeó, mientras tanto Jhonny sacó la carta que mi padre le había dado antes de saltar por la ventana, colocándola en sus manos y cerrando los ojos pronunció “Shífire”, tras decir esto dirigió sus manos hacia la encolerizada bestia y unas llamas blancas salieron de la carta impactando contra la gárgola.
Nuestro enemigo gritaba e intentaba volar pero le era imposible y de repente se desvaneció, tan solo quedaban algunas llamas en el suelo que pronto se esfumaron.
-Ha sido increíble –exclamé asombrado, mientras Jhonny caía desplomado al suelo. – ¿Jhonny estas bien? –pregunté asustado acogiéndolo entre mis brazos – ¡vamos responde! ¡no me dejes solo! ¡levanta!
-No seas tan escandaloso –murmuró interrumpiendo mi recital de angustia.
-¿Qué te ha ocurrido?
-Que he abusado de la magia –respondió intentando incorporarse –he usado demasiada energía. Si no hubiera usado este ultimo hechizo estaría bien, pero necesitábamos fuego.
-Lo siento –me disculpé en voz baja –si yo hubiera sido capaz...
-Vamos no es culpa tuya –me interrumpió consolándome –eres principiante, nada más. Debemos seguir antes de que vengan más, déjame apoyarme en ti y dame mi bastón para ayudarme a caminar, necesito recuperarme pero no podemos quedarnos parados.
Seguimos caminando, pero a un paso mucho más lento y ocultándonos entre los coches aparcados, quería preguntarle algunas cosas pero no me atrevía. Finalmente encontré el valor necesario para soportar la respuesta de mis preguntas y me lancé.
-Por cierto –comenté con tono suave – ¿qué le ha ocurrido a la gárgola? ¿ha muerto?
-Ojalá –respondió resignado el cansado protector –esas llamas tan solo le hacen huir pero es imposible que lo maten.
-Pero yo vi como se desintegraba. –reproché.
-Esa es su forma de huir. Para matar a una gárgola necesitamos más que eso. –concluyó y tras guardar silencio por unos segundos añadió –Tendríamos que cortarle la cabeza o desintegrarlo de verdad, o destruir su corazón, o petrificarlo y destruir su estatua. Pero todas son difíciles de hacer ya que son poderosas y rápidas.
-Aun no comprendo bien la magia. –comente resignado.
-Bueno hay muchas cosas que no sabes, así que es difícil comprender algo que no conoces.
-¿Según los tipos de magos varían las magias, o todos los magos pueden realizar cualquier magia? –Jhonny expresó una breve sonrisa y respondió:
-No somos dioses Vanik, somos magos, con algunas excepciones y muchos límites. Yo soy un brujo, y normalmente uso la magia negra, pero con esfuerzo y dedicación puedes llegar a aprender magias de otros tipos diferentes al tuyo.
-¿Todas las magias que has usado hoy eran de brujos?
-Casi todas, excepto el Shífire y el Spliraw, la primera es una magia blanca y la segunda es un conjuro, propia del clan de tu padre.
Seguía sin entenderlo del todo, pero no me apetecía meterme en más detalles, suponía que con el tiempo me iría enterando de todo.
-Por cierto, ¿de dónde sacaste el bastón?, la primera vez que te vi no lo tenias.
-El bastón puede ocultarse como un simple adorno u objeto pequeño. Si te hubieras fijado detenidamente cuando me conociste llevaba un colgante con la forma de este bastón y ahora no lo llevo. Al igual que el libro que me viste sacar antes –explicó abriendo su oscura chaqueta de cuero y mostrándome su cinturón – ¿ves ese llavero que cuelga con forma de libro?, pues tan solo es la forma simplificada. Gracias a la magia muchos objetos pueden hacer eso y así podemos portar muchos y pesados objetos sin que nos agoten físicamente.
-Increíble –fue lo único que fui capaz de decir, esa magia era realmente útil y asombrosa.
-Creo que empieza a gustarte la magia. –concluyó Jhonny con una sonrisa.
-Bueno, pero no los seres mágicos.
-Son más interesantes de lo que crees, y no son tan malvados –añadió con tono triste y serio –si nadie los manipula tan solo se limitan a realizar su misión en el mundo.
-Pero –reproché con voz apagada – ¿Cómo pudo mi padre tener un hijo con un ser como ese? –realmente la idea me ponía los pelos de punta. Ahora yo me sentía un monstruo.
-No todos son tan crueles y malévolos como ese, Vanik. –aclaró con voz suave y tranquilizadora –Los hay buenos y con modales, y tan bien más hermosos, porque ese no tenía nada de bonito –terminó sonriendo. –Tanto en aspecto humano como de gárgola los hay mucho mejores, tanto hombres como mujeres. ¿Realmente tu apenas sabes de gárgolas, no?
-Soy nuevo en todo. –respondí algo desanimado, parecía un idiota al que había que explicarle hasta el más mínimo detalle y eso no me agradaba demasiado.
-No te preocupes, te iré explicando mientras caminamos. Espero que no quede mucho, necesito tomar algo y el tiempo corre. –soltó con cara de preocupación –Pues bueno, las gárgolas son seres alados nocturnos. –comenzó –La luz del sol los petrifica, pero al llegar la noche ese efecto se pasa y digamos que vuelven a la vida. Su misión en el mundo es proteger a los humanos de los magos, y desde el principio de los tiempos han vivido entre los humanos como estatuas que por la noche cobraban vida para castigar a los magos que usaban la magia contra los humanos.
-¿Desde cuándo has dicho que existen las gárgolas?
-Desde siempre Vanik. Todos los seres mágicos, los humanos y los magos existen desde el mismo tiempo. Convivían juntos, aunque había más humanos que magos y seres mágicos. Y en la edad media todo cambió, hubo una gran guerra entre magos y humanos, estos últimos pensaban que los de nuestra especie eran unos herejes y estaban poseídos por el demonio, y su afán por librarse de nosotros provocó que un grupo de magos se revelara. Muchos seres mágicos se unieron a la causa de los magos por defender su existencia, tan solo las gárgolas ayudaron a los humanos, ya que son débiles frente a nosotros. A causa de esta gran guerra algunas especies se extinguieron, el número de magos y seres mágicos disminuyó drásticamente. Lo que más sobrevivieron fueron humanos, gracias a las gárgolas que los defendieron incondicionalmente, quedando también ellas muy reducidas en número. Desde entonces los humanos y los magos quedaron separados para siempre, nuestra especie se refugió en Mahorain y los humanos se quedaron con todo el planeta. Las gárgolas y los magos pasaron a ser enemigos naturales, ya que ellas decidieron seguir entre los humanos para continuar protegiéndolos.
-No lo entiendo, ¿Por qué los humanos se quedaron prácticamente todo el planeta?, ¿ganaron la guerra?, es absurdo. Además, ¿Por qué las gárgolas les ayudaron y aun lo hacen?, están mucho más unidos a los magos que a ellos, por algo son seres mágicos, ¿no?
-No todos los magos estuvieron de acuerdo en masacrar a los humanos, muchos se apiadaban de ellos porque son muy débiles. Eso provocó un conflicto entre magos y vencieron los que se apiadaban, así que decidieron alejarse de los humanos y animaron a las gárgolas para que se quedaran entre ellos y protegerlos de los magos rebeldes. Cuando ocurrió esta gran guerra no había tantos humanos como ahora, ya que actualmente el ser humano en su mundo es el eslabón más alto en la cadena alimenticia, además del más poderoso gracias a su inteligencia y tecnología. Nada les hace disminuir su población y durante siglos tan solo han ido aumentando descontroladamente. Son como una plaga. Sin embargo los magos tienen la población controlada y muchos motivos de muerte.
-¿La vida de un mago es más corta que la de un humano?
-No, un humano saludable puede llegar a los ochenta e incluso noventa años, pero tienen la debilidad de las enfermedades, los magos no. Nosotros las únicas enfermedades que podemos tener es por una maldición, y se puede curar con la magia. Podemos llegar a vivir ciento veinte o ciento treinta años, alguna excepción ha llegado a los ciento cincuenta. Pero ponemos en riesgo nuestra vida muy a menudo, los magos somos guerreros, luchamos entre nosotros, contra monstruos, e incluso contra humanos. Ellos de vez en cuando provocan una gran guerra, mueren miles de personas, y luego unos años de tranquilidad. Además son tantos que apenas se nota cuando cae una ciudad. Realmente los magos podrían hacerse con el control del mundo y extinguir a los humanos prácticamente en cualquier momento. Su tecnología no resiste nuestra magia, pero aun así los magos preferimos no provocar esa guerra, habría demasiados muertos, y además las gárgolas se interpondrían. Todo en este mundo existe por algo, y nosotros respetamos eso, dejamos a los humanos vivir en paz con la condición de que nos dejen tranquilos, por eso los gobiernos saben de la existencia de los magos pero lo mantienen en secreto a la sociedad.
-Así que he vivido quince años en el bando al que no pertenezco. –concluí. Realmente ya no tengo dudas de si es verdad todo esto, solo es difícil comprender por qué acabó todo así y por otro lado me fascina ser parte de los magos. Aunque aún tengo muchas dudas.
-Espero que ahora comprendas mejor la situación.
-Sí, gracias.
Durante los pocos minutos que tardamos en llegar a casa después de esta conversación, mantuvimos un incómodo silencio en el que aproveché para organizar bien mi mente, en ese momento en mi cabeza todo parecía un puzzle de 3000 piezas desordenado.
 Finalmente llegamos a mi casa, un segundo piso en una urbanización antigua y poco poblada. No teníamos ascensor, así que tuve que ayudar a Jhonny a subir por las escaleras y tardamos más de lo pensado.
-¿Quieres beber o comer algo? –le pregunté mientras se dejaba caer en el sofá.
-Si tienes un zumo o algo para refrescarme.
-Creo que hay algún zumo, ¿de qué lo quieres?, hay de naranja o piña. –anuncié abriendo la nevera.
-Piña, es mi favorito.
Mientras el brujo disfrutaba de su zumo y reponía sus fuerzas aproveché para ir a por mis cosas.
Llevaba todo el día con la ropa del colegio, un pantalón de chándal azul marino y una sudadera gris, así que fui a mi habitación. Era una habitación simple, no muy grande, con la cama pegada a la ventana, la pared forrada de posters de videojuegos, un armario empotrado, una estantería llena de figuras, y un desordenado escritorio con un ordenador junto a la cama. Había dos o tres revistas por el suelo, y alguna prenda de ropa que aun no había recogido.
Me quité la ropa que llevaba y me puse mis vaqueros favoritos, anchos y con muchos bolsillos; una camiseta especial para mí que me regaló Damon, ya que era de manga  larga para el brazo izquierdo y sin manga para el derecho, lisa, gris oscura, y me quedaba algo ajustada; una chaqueta de cuero negro que me regaló mi padre; unos deportes anchos blanco y negros; y en el cuello me mal puse un pañuelo azul marino, que según me contó mi padre, mi madre había tejido para mí de pequeño. Me puse mi pulsera ancha de cuero negro en la muñeca derecha, mi guante negro en la mano izquierda y guardé en una maleta gris el guante derecho. Metí en la maleta ropa interior, algunos de mis libros favoritos, un mp3, algo más de ropa, y una foto de mis padres años antes de yo nacer.
Al salir de mi habitación vi mi rostro en el espejo del pasillo, tenia los pelos bastante largos pero aun se mantenían hacia arriba, solo la mitad izquierda de mi pelo, que ya era totalmente blanca y sobresaltaba con mi negro y natural color, estaba algo más largo y por el peso caían algunos pelos del flequillo. Mientras me observaba en el espejo me di cuenta de que no llevaba mis pendientes. Con trece años mi padre me dejó hacerme un pircing en la parte superior de cada oreja, y normalmente llevaba una argolla de plata en cada uno, pero ese día me los había quitado para hacer gimnasia en el colegio y había olvidado ponérmelos al terminar la clase. Así que volví a mi habitación a buscarlos, al entrar recordé que los había guardado en mi cartera de Lobezno, mi personaje favorito de Marvel, la cual tampoco me había acordado de coger. En la cartera vi una foto de mi padre, Damon y yo hacía unos años, los tres sonreíamos alegremente, parecíamos una familia, aunque realmente lo éramos porque Kurt no era solo mi médico y amigo de mi padre, sino también era mi padrino. Tras unos segundos observando la foto cogí los pendientes,  me los puse, guardé la cartera en mi bolsillo trasero derecho del pantalón y enganché su cadena a la parte anterior de mi correa negra. Acto seguido salí de la habitación y me encontré a Jhonny de pie junto a la puerta de salida.
-¿Has terminado? –me preguntó con tono animado.
-Sí, creo que con esto estará bien.
-Vaya cambias bastante –comentó sonriente –me gusta más este estilo al anterior, se parece al de tu padre.
-Es de él de quien me copié. –concluí con algo de alegría. Pensar en mi padre solía ponerme de buen humor y me ayudaba a olvidar mis problemas.
El bastón había desaparecido, y del cuello del mago colgaba un collar de plata con la forma de su arma. El aspecto físico de Jhon había mejorado y  parecía que se podía mover con mayor facilidad.
-Te recuperas rápido, ¿no? –pregunté intrigado.
-Aun no estoy recuperado del todo –respondió algo decaído –y menos mal que traía una poción Néfida.
-¿Qué? –ni siquiera había entendido lo que había dicho.
-Poción Néfida –respondió con tono burlón –sirve para acelerar el proceso de recuperación de la condición física y la energía, aunque es peligrosa en abundancia.
Me mantuve en silencio con la cabeza agachada durante un corto periodo y Jhonny me preguntó:
-¿Te encuentras bien?
Asentí con la cabeza y murmuré:
-¿Conociste a mi madre?
Él quedó en silencio, algo asombrado por esa inesperada pregunta, pero cambiando su rostro de nuevo a su forma natural de alegría respondió:
-Si la conocí no la recuerdo, tan solo tengo tres años más que tú, así que era pequeño para recordar a todas las personas. Pero mi padre sí la conoció, y le he oído decir que era muy buena persona, además de muy bella, decía que incluso transformada en gárgola seguía siendo hermosa.
No sabía si todo aquello era cierto, pero la verdad es que prefería no saberlo, ya que sus palabras habían conseguido aliviar un poco mi dolor.
De pronto un agudo sonido zumbó en mi cabeza y me sacó de mi ensimismamiento.
-¡Gárgolas! –expresó Jhonny – Ya vienen, tenemos que irnos.
Acto seguido algo se estampó contra la ventana del salón, rompiéndola en mil pedazos y quedando atrapado en la cortina.
Blakba! –vociferó Jhon apuntando con su mano abierta a la gárgola que se revolvía en la blanquecina cortina. La bestia salió disparada por la ventana y Jhonny me agarró por mi brazo izquierdo, llevándome con él fuera de la vivienda.
-¡Hacia la azotea! –dijo el mago estirándome del brazo mientras ascendíamos por las escaleras. El bloque solo tenía seis plantas, así que llegamos enseguida.
Al abrir la puerta de la azotea tres gárgolas mantenían el vuelo frente a nosotros esperando nuestra llegada. En menos de unos segundos Jhon les apuntaba con la palma de la mano derecha y pronunciaba “Solarum”, su mano desprendió un destello de luz dirigido contra nuestros enemigos, provocando que estos se petrificaran y cayeran en el suelo destrozándose completamente y dejando una nube de polvo gris.
Pude agarrar a Jhon antes de que decayera y murmuró:
-Esa magia requiere demasiada energía, y yo no estaba recuperado del todo.
Sus ojos se cerraban y su cara palidecía.
-¡Vamos Jhonny aguanta! –expresé alterado.
-Tenemos que saltar al edificio de al lado –explicó con voz débil –debes usar el Gravirei.
-No sé hacer magia –reproché aun más nervioso.
-Uno de los secretos de la magia es creer realmente que puedes hacerla. Piensa que la gravedad no existe, que tú la controlas a tú voluntad, disminúyela para que podamos llegar al otro lado. Cree en ti y podrás hacerlo.
Agarré a mi compañero, me alejé un poco del borde para tener espacio, cerré los ojos, y pensé lo que me había dicho. Tenía tanto miedo que no estaba seguro de si mi cuerpo respondería, no era posible lograrlo con tan poca práctica, pero el miedo a las feroces gárgolas me incitó a intentarlo. Tras abrir los ojos corrí hacia el borde llevando conmigo a  mi compañero y salté. Me elevé más de lo que podía imaginar y caí de pie sin que ni siquiera me temblaran las piernas. No noté ningún cambio en la gravedad como la vez que lo hizo Jhonny, pero había salido bien. Salté varios bloques más y finalmente bajamos de nuevo a la calle, a un amplio parque.
-Lo has conseguido –murmuró Jhon –por ahora estamos a salvo. Aunque ahora tenemos que retomar la dirección correcta. Nos hemos alejado por culpa de las gárgolas.
-¿Por dónde?
-Hemos huido hacia el norte, así que debemos girar hacia el este y luego un poco hacia el sur –mantuvo el silencio durante un corto periodo de tiempo, mientras miraba a nuestro alrededor y añadió –suéltame, creo que ya puedo caminar solo. Ahora intentaremos ir por abajo y con mucha atención, ¿entendido?
Asentí con la cabeza y emprendimos de nuevo nuestro camino, corriendo entre las calles y deteniéndonos en las zonas de menor visibilidad.
En una de las calles de nuevo el fornido hombre que se desintegró nos esperaba apoyado en un coche. Dos jóvenes más, también de pelos blancos y piel clara, aparecieron entre otros vehículos estacionados.
-Aun vivís. –comentó el grandullón caminando hacia nosotros –Atrapad al niño –ordenó a sus compañeros –yo me encargaré del brujo, pagará por lo que me hizo.
Al terminar esta frase una nube de humo se espesó entre nosotros y nuestros adversarios. Conforme la nube se desvanecía se podía ver la figura de dos hombres espalda contra espalda. Cuando la nube desapareció completamente vi a mi padre y Kurt con rostro serio y las manos encendidas en llamas. Con un movimiento rápido lanzaron varias bolas de fuego contra las gárgolas, provocando que estas alzaran el vuelo intentando esquivar los ataques en el aire.
-¡Jhonny! –exclamó Damon mientras lanzaba grandes bolas –tenéis que iros a Dublín, abriré un portal, desde allí podrás terminar la misión.
-¿Y qué pasará con ustedes? –preguntó el brujo con cara de preocupación.
-No te preocupes, Piros ya está en camino, no tardará mucho. ¡Preparaos!
Kurt empezó a murmurar palabras que yo no comprendía y un agujero negro apareció detrás de mí. Mi padre me miró y con voz apagada susurró: <<nos veremos pronto>>. No sé bien como pude oírle con todos aquellos chirridos de las gárgolas que nos sobrevolaban, pero sabía que no había sido mi imaginación, él me había hablado.
El agujero cada vez era mayor, Jhon se quedó parado por un momento y reaccionó mirándome y diciendo:
-¡Vamos!, ¡salta al portal!, ¡yo te sigo!
Al girarme y observar el agujero noté una sensación nueva e indescriptible, era similar a la fatiga, al vértigo, al miedo, no sabía distinguir bien. Finalmente Jhon me empujó al portal y tras aparecer en medio de una calle totalmente diferente y desconocida para mí caí de rodillas y vomité.
Jhonny apareció a mi lado y me ayudó a levantarme diciendo:
-Esto suele ocurrir las primeras veces, es normal.
-¿Dónde estamos? –pregunté levantándome mientras observaba todo a mi alrededor. Las piernas me fallaban y notaba debilidad en mi cuerpo, como si me faltara energía.
-En Dublín, Irlanda.
-¿Cómo hemos viajado tan lejos y tan rápido? –dije totalmente desconcertado.
-Ve acostumbrándote a la magia, se puede hacer casi de todo. –respondió con una sonrisa mientras caminaba alejándose de mí.
-¿Qué pasará con ellos? –comenté intentando alcanzarle.
-No te preocupes, estarán bien. Son más poderosos de lo que crees. Además –anunció mirándome seriamente –parece que el consejo se está esmerando, incluso Piros viene a ayudar.
-¿Quién es Piros?
-El guardián de Londres.
-¿Guardián? –no sabía bien a qué se refería, pero me imaginé a un fornido policía.
-En las ciudades donde existe un portal para entrar en Mahorain hay un mago encargado de proteger la zona. En Londres hay un portal, así que Piros debe protegerlo. Es un mago muy poderoso, y le han encargado ayudarte, así que estos dos estarán bien. –concluyó sonriendo de nuevo.

miércoles, 13 de junio de 2012

La Leyenda de las Gárgolas (Cap 1)


Capítulo 1

La verdad oculta

De nuevo la rutina se repetía, caminaba solo hacia el colegio, el sol intentaba demostrar su presencia entre los altos edificios y el desánimo se apoderaba de mí. Casi nadie tiene ganas de ir a la escuela o a trabajar, y menos aún por la mañana con el sueño en el cuerpo, pero yo odiaba levantarme cada día y darme cuenta de que estaba vivo. Este pensamiento es algo extremo para un niño de 15 años, pero mi vida nunca ha sido como la de cualquier niño de esa edad.
Era 10 de junio, faltaban pocos días para el fin del curso y ese era mi único consuelo. No es que la cosa mejorara mucho en vacaciones, porque si llevar buena vida es estar todo el día en casa viendo la tele o jugando online para sentirme cerca de la gente, y salir alguna tarde a sentarme en el desierto parque de mi urbanización, entonces mi vida era perfecta.
Como les contaba, era por la mañana y caminaba hacia el colegio con intención de ignorar a todo el mundo y pasar un día medio decente, pero dudaba que así ocurriera. Tanto en el colegio como en la calle siempre estaba solo, el hecho de tener mi brazo izquierdo grisáceo y con aspecto de putrefacto a causa de una enfermedad de nacimiento extremadamente rara y que aún ni el Doctor Extraño había descubierto de donde procedía, no agradaba a nadie, y aunque siempre llevaba ese brazo con mangas largas y un guante negro la gente me conocía y se alejaban de mí por miedo a contagiarse. Por suerte nunca había cambiado de colegio, y aunque muchos niños me tenían miedo, algunos se habían acostumbrado y ya no me insultaban ni huían.
Sin embargo mi poca tranquilidad acabó hacía apenas unas semanas, cuando la parte izquierda de mi pelo empezó a clarearse en un tono gris oscuro, de nuevo la gente empezó a temerme e ignoraban a los profesores que intentaban explicar que no era contagioso, así que mi vida de nuevo volvió a ser insoportable.
Mi padre me llevó a casa de su mejor amigo, Kurt Damon, mundialmente conocido como el Dr. Extraño, pero aún no sabía que le ocurría a mi cuerpo y mientras tanto tenía que seguir mi vida y soportar a todo aquel que le apeteciera insultarme.
Aquella mañana todo era igual, mi padre y yo nos levantamos temprano, desayunamos juntos, me deseó suerte y se fue al trabajo. Unos minutos más tarde cogí mi maleta, me miré en el espejo e intenté convencerme de que todo cambiaría algún día, sin saber que ese día había llegado.
Al atravesar el abandonado parque de mi urbanización divisé a un hombre de avanzada edad que se apoyaba en una pequeña valla mientras observaba el amanecer. No era común ver a nadie en ese parque, pero no le di mayor importancia. Conforme me acercaba al anciano, este se giraba repetidas veces y me miraba con simpatía, algo que me ocurría pocas veces, y para mi sorpresa al pasar junto al él me agarró y me preguntó:
-¿Estás bien joven?, te noto decaído.
Tardé unos segundos en contestar, no estaba acostumbrado a que nadie se interesara por mí, y menos aún a que me tocaran el brazo izquierdo. Era la primera persona que recuerdo que hizo eso, ni siquiera mi padre se había atrevido nunca.
Me quedé mirándolo e intentado soltarme contesté:
-Tan solo estoy algo dormido, gracias. –Pero me tenía agarrado con fuerza y no pude continuar mi camino.
-Está bien Amil –dijo el anciano soltándome el brazo y mostrándome una cálida sonrisa. Me quedé de nuevo paralizado, ¿me había dicho “Amil”?, ¿se había confundido de persona?, o por culpa del sueño no le había entendido bien y tan solo me había dicho “amigo”. Sin comprender lo que ocurría seguí caminando y oí de nuevo la voz del anciano que me decía: <<Ve con cuidado>>. Al oír esto me giré y el anciano había desaparecido, la calle estaba plagada de gente y el ruido de los vehículos tronaba por todos lados. ¿Qué había ocurrido?, unos segundos antes la calle estaba desierta y las carreteras abandonadas, ¿la somnolencia me estaba gastando una broma?, ¿había ocurrido de verdad? Seguía sin entender nada así que hice como si no hubiera ocurrido y me fui a la escuela.
La mañana ya había empezado bastante extraña, pero sin embargo en la escuela no tuve que soportar mucho, alguna que otra burla, muchas miradas de miedo y compasión, en fin lo de siempre. Aunque los compañeros se alejaban de mí, con los profesores me iba bastante bien, ya que ellos sabían que no era contagioso y además yo solía sacar buenas notas. En letras me costaba obtener una nota aceptable pero en ciencias era notable, sobretodo en física y química, ahí no bajaba del sobresaliente.
Aquella mañana no había tenido ningún examen, y a la hora del recreo no tenía que estudiar así que me senté en mi solitario banco de siempre a la sombra de uno de los muros del colegio, nunca me había gustado mucho estar al sol.
Mientras me comía una barra de cereales, veía como la gente se divertía jugando al fútbol, al baloncesto, o tan solo charlando. Y por supuesto vi como Dave, un compañero de clase que me odiaba y temía desde pequeños, molestaba a otros niños de cursos inferiores. Él disfrutaba incordiando a los demás y siempre me insultaba por mi enfermedad, pero un día insultó a mi madre y salí corriendo para pegarle, justo cuando lo había alcanzado mi padre me agarró. No sé de donde apareció, ni nunca me lo explicó pero me dijo que nunca más me peleara, y así lo había cumplido.
Pero ese día Dave quería demostrar a sus amigos lo increíble que era, así que se acercó de nuevo a mí.
-Hola Lucy –dijo con su tono irónico de siempre.
Desde pequeños él decía que yo era hijo de Lucifer, así que me llamaba Lucy.
-No estoy de humor, Dave –contesté con frialdad.
-¿Tienes un mal día?, ¿te ha contado tu padre el secreto de tu enfermedad y por eso estas triste?
Tan solo me limité a mirarlo mal y mantener el silencio, pero él no se rinde tan fácilmente.
-Oye tus pelos me gustan, no es un tinte ¿verdad? Creo que ahora entiendo tu secreto, tu madre era medio cebra medio prostituta, así se entienden tus pelos y la enfermedad rara que heredaste de ella en tu brazo.
Unos segundos más tarde Dave estaba a más de 20 metros de mí, tirado en el suelo inconsciente y de mi brazo izquierdo emanaban unas llamas negras que se apagaron rápidamente. Le había atizado un puñetazo con mi mano izquierda y había ocurrido algo extraño. Los profesores se apresuraron a levantar a Dave que tenía parte de su cara quemada, todo el mundo me miraba con miedo y los nervios se apoderaron de mí, así que cogí mi maleta, trepé por la valla del colegio y me fui corriendo a casa.
Mi padre seguía en el trabajo, decidí sentarme tranquilamente en el sofá y esperar a que llegara. Sin darme cuenta me quedé dormido, cuando me desperté eran las siete de la tarde y mi padre aún no había vuelto, tenía la sensación de que lo había soñado todo y necesitaba contárselo a alguien así que fui a visitar al Dr. Kurt.
Damon vivía a pocos minutos de mi casa en un edificio de doce plantas, su piso era el 3º B y casualmente cuando me detuve en su portal, él me vio desde su balcón.
-¡Vanik, ¿qué haces aquí?! –preguntó.
Callé por un momento.
-Me ha ocurrido algo hoy y no sabía a quién contárselo, ¿puedo subir?
Me miró pensativo.
-Claro, ya te abro. –finalizó.
Subí por las escaleras, nunca me gustaron los ascensores, Kurt me esperaba en la puerta sonriendo pero con cara de preocupación.
-¿Todo bien? –me preguntó – ¿aún no ha vuelto tu padre del trabajo?
-No, hoy tenía una reunión importante –respondí.
Entramos en su casa, me pidió que me sentara en el sofá y me ofreció un helado.
-Bien, cuéntame que te ha ocurrido. ¿Está relacionado con tu enfermedad?
-Sí –dudé un momento y añadí –bueno no lo sé, parece irreal.
-A ver, cuéntale al Doctor Extraño un caso extraño –expresó intentando tranquilizarme con su sonrisa.
Kurt era bastante alto, casi metro noventa, de pelo castaño algo despeinado, delgado, casi siempre trajeado, y fumaba más que respiraba. Normalmente llevaba gafas.
-Bueno –comencé con algo de miedo –he golpeado a un compañero de clase con mi brazo izquierdo y le he quemado la cara, pero ha sido sin querer no me di cuenta de que le estaba golpeando –intenté excusarme al recordar la promesa que le hice a mi padre.
-Está bien, tranquilo –dijo Kurt con tono suave colocando sus manos sobre mis hombros – ¿ocurrió algo más?
-Sí –contesté con inseguridad, ya que ni yo mismo me creía que hubiera ocurrido realmente –cuando le golpeé emanaron de mi brazo unas llamas negras, sé que es una locura pero ocurrió de verdad.
-Te creo –me dijo Kurt con voz suave.
-¿Me crees? –pregunté preocupado, ni yo mismo me creía que había ocurrido eso, cómo iba a creerlo él sin ni siquiera haberlo visto.
-Sí, te creo –concluyó –Dime una cosa Vanik, ¿crees que existen la magia y los seres mágicos? –nunca imaginé que Damon me hiciera una pregunta de ese tipo, así que pregunté:
-¿Te refieres a las hadas, los dragones, etc.? –Mi tono sonaba algo burlón, pero su pregunta era de risa.
-Así es, a ese tipo de cosas me refiero. –No me esperaba esa respuesta y me dejó algo fuera de juego, así que me limité a responder con sinceridad.
-Bueno, suena raro que yo no crea en la magia teniendo este brazo y habiendo visto esas llamas negras, pero no creo que la magia exista, y menos aún los dragones.
-Ya veo –concluyó Kurt sacando un cigarrillo con su mano derecha y acercándola a su mano izquierda, la cual ardía en llamas. Encendió su cigarrillo en las llamas y tras darle una calada expulsó el humo y me miró diciendo:
-¿Ocurre algo? –Realmente no me lo creía, ¿cómo tenía la mano ardiendo y no se quemaba? Su mano se apagó y de repente me levanté del sofá y dije:
-¿Qué ha sido eso?, ¿cómo lo has hecho?
-¿El qué?, ¿lo de las llamas? –expresó con tranquilidad, y sin esperar una respuesta mía reveló –solo es magia.
-¿Magia?, eso es un truco barato, ¿cómo lo has hecho? –Volvió a hacerlo, pero esta vez la llama era aún mayor y desprendía más calor. –No puede ser verdad, ¿no te quemas?
-No, gracias a la magia. –Esperó para ver mi reacción, se me quedaría una cara de idiota impresionante, y añadió: –También  puedo crear electricidad. –Acercó su mano a una lámpara junto al sofá, unos rayos azules aparecieron de su extremidad y la lámpara se encendió.
Aquello parecía totalmente irreal, pero sabía que estaba ocurriendo de verdad, las piernas me temblaron y me senté de nuevo.
-Entonces –comenté –tú eres un mago, ¿no?
-Correcto, concretamente un Hechicero, y tú padre también lo es.
-¡¿Qué?! –pregunté sobresaltado – ¿mi padre mago?
-Sí, es un Conjurador, otro tipo de mago.
-Estas de broma. –Algo me hacía dudar que mi padre fuera mago, pero realmente eso explicaría por qué me ocurrían cosas extrañas. – ¿Entonces yo también soy mago?
-Bueno –dudó por un momento –más bien eres un mestizo.
-¿Otro tipo de mago?
-No, bueno si pero más especial. Mira te voy hacer una pequeña aclaración. Existen un número determinado de tipos de magos y otro número determinado de seres mágicos, sin embargo el cruce entre unos y otros crea nuevos y prohibidos tipos de magos.
-¿Está prohibido el mestizaje? –pregunté algo extrañado, creía que eso estaba más que superado por la sociedad.
-Legislativamente si, aunque hay bastantes híbridos.
-¿Y cuál es mi otro tipo de mago?
-No, tú eres medio mago medio ser mágico.
-¿¡Cómo!? ¿¡Soy medio dragón!? –expresé alucinado –aunque eso explicaría lo de mi brazo y las llamas. –Kurt soltó una breve carcajada y respondió:
-No, no eres medio dragón, eres medio gárgola.
Aunque sea una locura, eso es lo que dijo el Dr. Extraño, que soy un mago Conjurador-Gárgola. Debería haber reaccionado saltando locamente por el salón y pidiéndole que me contara más de esa bonita historia en la que yo era el protagonista, el increíble héroe. Sin embargo esta aventura era demasiado irreal, así que respondí:
-Doctor, dígame la verdad y acabe con esta absurda terapia, no me voy a tragar esas chorradas, y lo de las llamas es un buen truco para engatusarme fácilmente, realmente eres muy bueno en efectos especiales. Supongo que tu intención es hacerme creer que soy mago para que no me sienta mal por mi enfermedad y pueda vivir algo mejor pero prefiero la realidad a una farsa tan grande como esa.
-No es ninguna terapia, Van. –me aclaró con una voz suave levantándose del sofá –Los magos siempre han existido y tú eres uno, es hora de que lo aceptes. Tu padre y el consejo pensaron que era mejor mantenerte alejado del mundo de la magia y así estarías a salvo, pero ya no te lo podemos ocultar por más tiempo, es hora de que luches por ti mismo, no eres un niño pequeño. –finalizó mirando por el ventanal del salón.
-¿Y por qué me lo ocultabais?
-Como ya te he dicho, el mestizaje está prohibido y no serás bienvenido entre los magos, además las gárgolas te buscan. –me explicó con tono amargo.
-¿Me buscan?,  ¿eso es malo? –pregunté algo confundido.
-Bueno, no sabemos para qué te buscan exactamente, pero creemos que ven en ti un arma poderosa contra los magos.
-Un momento –interrumpí totalmente desconcertado – ¿los seres mágicos y los magos no están juntos?, es decir, ¿son enemigos?
-Es una larga historia –cayó por un momento y añadió –voy a hacer una llamada y ahora te sigo contando. –dicho esto abandonó el salón y desapareció por un pasillo.
Me quedé sentado en el sofá con la mirada perdida, pensando en todo lo que me había contado, es difícil de creer pero ciertas cosas me ayudaban a confiar en Damon, lo que aún no entendía es como mi padre estuvo con monstruo llamado gárgola.
Al mirar por la ventana me di cuenta de que el sol había caído totalmente y ahora un cielo nuboso dejaba entrever la inmensa luna que brillaba.
Nunca antes me había fijado pero Kurt tenía un piso enorme, las paredes eran de un tono amarillento oscuro, con pocos adornos pero casi todos de época medieval. La cocina no tenía puerta y estaba comunicada con el salón por una barra americana, y por lo poco que había logrado ver en alguna de mis visitas, tenía por lo menos tres habitaciones y un baño. Bastante grande para vivir solo.
-He hablado con tu padre –anunció el doctor saliendo de una de las habitaciones –viene hacia aquí, no tardará mucho.
-¿Y qué te ha dicho? –pregunté con voz temblorosa.
-Tranquilo no está enfadado contigo, todos sabíamos que esto pasaría, era inevitable que ocurriera.
-¿Y ahora qué pasará conmigo?
-El consejo ha decidido llevarte a Mahorain.
-¿Mahorain?
-Allí donde habitan los seres mágicos y los magos.
-¿En otra dimensión?
Kurt soltó otra leve carcajada y respondió:
-No, es aquí en el que llaman mundo de lo humanos. Tan solo que un hechizo impide ver donde viven los magos, ven te lo mostraré. –Dicho esto caminó hacia el pasillo de las habitaciones, le seguí tal como me había indicado y nos detuvimos ante un enorme cuadro del mapa del mundo.
-Mira, aquí estamos nosotros –dijo señalando Londres – ¿ves este mar que nos separa de Irlanda? –asentí con la cabeza y aclaró –pues no es tal como lo pintan en los mapas, entre estos dos países está la Isla del hombre, pero un poco más al sur existe otra isla que a los ojos de los humanos es invisible. Cuando un humano mira desde la costa de Reino Unido o Irlanda hacia el mar irlandés solo ve mar, cuando lo hace un mago ve una gran isla, puede que incluso mayor que la Isla del hombre.
-¿Pero los barcos deberían chocar contra esa isla no? –pregunté totalmente desconcertado.
-El hechizo que protege a la isla no solo la hace invisible, sino que es un portal, es decir que te teletransporta de una parte de la isla a la otra sin tener que atravesarla. Los marineros dicen que este mar confunde a la gente, y es porque conforme te acercas a la isla una niebla espesa lo cubre todo y de repente te encuentras la costa de Irlanda o la nuestra según la dirección en la que vayas.
-Todo esto –comente en voz baja –es tan extraño que me cuesta creerlo.
-Te comprendo Van, pero es verdad. –Mantuvo el silencio por un momento y me dijo -Ven siéntate te voy a contar más mientras llega tu padre, ¿qué quieres saber?
-No sé –contesté sentándome en el sofá –cualquier cosa.
-¿No tienes ninguna curiosidad?
-Tengo demasiadas –respondí con tono amargo. – ¿Cómo hacéis para ocultaros de la sociedad?
-Bueno realmente en todos los gobiernos del mundo hay un mago representante de Mahorain. Los altos cargos de todos los países saben que los magos existen, pero mantienen el secreto a cambio de que no demos ningún problema a los humanos. Es decir que no usemos la magia contra ellos. Yo soy el responsable de los magos en Londres y también nos encargamos de encontrar a magos perdidos entre los humanos y regresarlos a Mahorain, que es donde estarán a salvo y es donde deben estar.
-Es un secreto mundial, alucinante –comenté totalmente asombrado. -¿Y hay muchos magos?
-Nuestro porcentaje en el mundo es insignificante, no quedamos más de dos mil o tres mil magos en todo el planeta, y en Mahorain están más de la mitad.
De repente la puerta sonó y Damon se levantó rápidamente diciendo:
-Debe ser tu padre.
Efectivamente al abrir la puerta mi padre entró con una mirada que nunca antes le había visto. Sus negros ojos reflejaban, miedo, preocupación, pero sobretodo dolor. Él también era alto pero no tanto como Kurt, su pelo negro y ondulado caía sobre sus hombros, y su rostro amable pero serio era una de sus características, al igual que su particular y puntiaguda perilla.
-Lo siento hijo –murmuró abrazándome –solo intentaba protegerte.
-Está bien papá, no pasa nada –contesté devolviéndole el abrazo.
Acto seguido mi padre se levantó y dirigiéndose a su amigo anunció:
-Ya lo buscan las gárgolas, tenemos que llevarlo al portal cuanto antes.
Tras oír esto me levanté del sofá, entonces me percaté de que junto a la puerta había un joven que permanecía inmóvil. Al mirarlo me sonrió y se acercó a mí.
-Hola, me llamo Jhon, aunque puedes decirme Jhonny –dijo ofreciéndome su mano –yo seré tu protector esta noche.
Su cara era alegre, de pelo negro medio largo, oscuro y despeinado, ojos grises, algo más alto que yo y probablemente de más edad.
No sabía que decirle, no soy homosexual pero tenía una cara tan perfecta que tan solo reaccioné en darle la mano.
Damon interrumpió la incómoda situación despeinando a Jhonny con su mano izquierda y advirtiéndole:
-Espero que estés a la altura.
-¿De verdad lo dudas? –le preguntó el joven soltando mi mano y mirándole con una sonrisa.
De repente se escuchó una voz grave que decía: “¿puedo participar en esta reunión?”.
Todos miramos rápidamente hacia la puerta y un anciano nos miraba sonriente, entonces me di cuenta de que era el mismo anciano que me encontré por la mañana en el parque.
-Nos han encontrado –anunció alarmado Damon, y diciendo esto lanzó una bola de fuego con su mano derecha contra el anciano que soltando una malévola carcajada empezaba a cambiar de forma.
-Jhonny llévate a Van, nosotros las detendremos –ordenó mi padre sacando una carta póker, pero con un símbolo extraño, de su chaqueta y entregándosela al joven.
Tras esto Jhon me agarró por la cintura y saltó por la ventana llevándome con él. Sentí la fuerza de la gravedad atrayéndonos contra el suelo y pensé que nos íbamos a estampar en el asfalto. Mientras pensaba como iba a morir oí a Jhonny pronunciar “Gravirei” y nuestra velocidad fue disminuyendo hasta llegar al suelo y caer de pie, como si ese fenómeno natural no nos afectara.
-¿Qué ha ocurrido? –pregunté  desconcertado – ¿Qué es lo que has hecho?
-Tan solo he variado la gravedad –respondió soltándome –es una magia muy útil.
Acto seguido echó un vistazo a nuestro alrededor, la noche era tenebrosa, las nubes espesaban el cielo y las calles estaban desiertas.
-Debemos darnos prisa –comentó el mago –tenemos poco tiempo.
-Espera quiero ir a mi casa, necesito coger algunas cosas, no sé cuando voy a volver.
-No tenemos tiempo, tu padre te llevara lo que necesites –añadió con cara de compasión.
-Tengo que ir –reproché elevando la voz –es importante.
La mirada de aquel joven cambió, mantuvimos el silencio unos segundos y finalmente anunció:
-Está bien, iremos a tu casa, pero solo un momento. Vamos, te sigo.
Esa noticia me hizo despertar de mi caótica mezcla de sucesos en la que encontraba inmerso. Indiqué a Jhonny el camino y empezamos a correr con todos los sentidos  en alerta, ya que los gritos y gemidos de las gárgolas nos estremecían el corazón.
-Ya queda poco –anuncié –no perderemos mucho tiempo.
-El tiempo es oro Vanik, cada segundo que permanecemos en esta ciudad nos pone en peligro –reprochó –no sabes lo que es enfrentarse a una gárgola.
Tras decir esto un fornido hombre apareció frente a nosotros, su aspecto era frio y serio, ojos negros, pelo blanco rapado, camiseta gris sin mangas y ajustada, y una gran cicatriz marcaba su rostro.
-No sé para qué hablo –murmuró el mago con rostro serio.
-Se acabó el juego mocosos –anunció el extraño hombre con una voz grave y diabólica.
-Prepárate Van –dijo Jhonny colocándose delante mía –esta gárgola es bastante poderosa.
La voluminosidad de aquel hombre empezó a disminuir, mantenía la misma altura pero sus músculos pasaron a ser delgados, variando así su forma física y pareciendo un humano más escuálido.
-¿Cómo ha hecho eso? –pregunté asombrado –su cuerpo ha…
-Veo que aún desconoces la magia –murmuró el extraño ser apareciendo repentinamente junto a mí.
-¡Vanik cuidado! –exclamó Jhonny apartándome de un empujón. Mientras caía pude ver como mi guardián detenía con un bastón la arremetida de nuestro enemigo. Me quede medio tumbado en el suelo y mientras me incorporaba el atacante retrocedía rápidamente.
El arma de Jhon era como dos ramas secas entrelazadas en espiral que terminaban separándose en la parte superior donde brillaba una esfera negra.
-¿Estás bien? –me preguntó mirándome de reojo.
-Si –respondí terminando de incorporarme – ¿qué vamos a hacer?
-Aléjate un poco y mantente alerta, pueden aparecer más.
Dicho esto me coloqué detrás de un coche estacionado y me detuve observando como el ahora delgado ser sonreía y comenzaba su transformación. Su piel adquirió un tono grisáceo, le aparecieron colmillos, sus manos y pies cambiaron a ser garras, una estilizada cola se balanceaba tras su cuerpo, sus orejas ahora picudas eran más grandes, y de su espalda aparecieron dos enormes alas grises. Había deshecho prácticamente toda su ropa y se percibía un aire mucho más frío.

Bienvenidos

Saludos a todos. Creo este blog, con la mera intención de compartir con vosotros esta historia, en la cual llevo tiempo trabajando con la idea de crear algo interesante y quizás original. Espero me comenteis y critiqueis  para lograr mejorarla.

Sin más rodeos, aquí teneis un resumen de Las Crónicas de Vanik.

Primeramente, la historia esta pensada para desarrollarse en varios libros, titulandose el primero La Leyenda de las Gárgolas, aunque las cosas se hacen paso a paso y solo tengo el principio.

La historia transcurre el la actualidad en ella se narran las aventuras de Vanik, su protagonista.

Para no alargarme más en un resumen pudiendo mostraros el primer capítulo, aquí termina la presentación y les dejo, como espero que sea, una agradable lectura.