martes, 10 de julio de 2012

La Leyenda de las Gárgolas (Cap 4)


Capítulo 4

La historia y el presente

Con la luz del día comprobé que el lugar de la fuente era como un antiguo templo circular. Al igual que por dentro, todo era de mármol blanco. Hecha de cinco pilares unidos por paredes rígidas, solo una de ellas era acuosa como las del interior del templo.
Una vez más atravesé la pared líquida y me encontré con la fuente y el anciano.
-Buenos días –saludó Weingartlaud cerrando de nuevo su libro -¿Qué tal la noche?
-Las he tenido mejores. –respondí aún agotado.
-Supongo que sí –mantuvo el silencio y continuó – ¿Qué te parece Mahorain?
-Es un lugar muy bonito, se nota que la mano del hombre humano no ha llegado aquí.
Weingartlaud mostró una leve sonrisa y reveló:
-Nosotros somos humanos Vanik, bueno algunos –especificó sonriente. Mi silencio provocó que siguiera su aclaración. –Plantas, animales, humanos, seres mágicos, son especies diferentes, pero el mago es un simple humano mortal. Gracias a la magia en nuestro interior no tenemos enfermedades, podemos llegar a los ciento cincuenta años, pero no dejamos de ser humanos. Se podría decir que somos de razas diferentes, nosotros los Magos y ellos Morguts.
El anciano caminó hacia la fuente y metió su mano en el agua.
-Ven quiero enseñarte algo –anunció.
 Me acerqué con algo de incertidumbre y miré a la fuente, en el agua se veía Mahorain, el mar, el bosque, la montaña, el templo.
-¿Ves?, desde aquí puedo ver todo lo que ocurre en Mahorain, no puedo entra en la mente de la gente, o en los edificios, pero sí veo lo superficial, así es más fácil controlar la paz de este lugar. –musitó unos segundos y explicó –Esta fuente es mágica, su agua puede curar cualquier herida, pero solo si mereces ser curado, si no el agua no tendrá ningún efecto.
-Impresionante –murmuré.
-Además, una gota de estas puede guardar el recuerdo que tú desees, tu recuerdo se cristalizará. 
-¿Cómo? –eso ultimo no era algo muy normal, nada de lo que había visto hasta ahora era normal, pero eso me impactó bastante.
Weingartlaud sonrió.
-Como te expliqué ayer es mejor que lo veas. –tras decir esto sumergió de nuevo su mano en la fuente y cerró los ojos, al extraer la mano todo el agua goteaba por sus dedos, pero una gota se cristalizó en la punta de su dedo índice. Soltó cuidadosamente el bastón que sostenía con la otra mano y después la extendió para dejar caer la gota en su palma. –Toca cuidadosamente con tu dedo la gota.
Vacilé un momento pero lo hice. Una descarga sacudió mi mente y estando en el mismo lugar, no estábamos solos. Weingartlaud parecía no verme, hablaba con mi padre.
-No te preocupes, aquí estará a salvo, se adaptará bien. –comentaba el anciano intentando calmar a mi padre.
-No puedo perderlo Serow, es lo único que me queda, sé que será un buen mago. –reprochó mi padre algo alterado.
-Te entiendo Erik, haremos que funcioné. –finalizó el veterano mago postrando sus manos en los hombros de mi padre.
De pronto todo se volvió borroso y me encontraba de nuevo solo con Weingartlaud junto a la fuente.
-¡¿Pero qué?! –exclamé.
-Es uno de mis recuerdos –explicó –acabo de cristalizarlo para que otros puedan verlo. Si destruyes la gota –continuó cerrando su mano –destruyes el recuerdo, aunque permanecerá en la mente. Es una magia muy especial, muchos magos la usan para guardas sus buenos recuerdos. Toma –proclamó materializando un pequeño cofre en su mano –dentro va un cuentagotas y un frasco de agua mágica úsala bien y no la malgastes.
El cofre era marrón oscuro con metal negro, con una “V” grabada a fuego.
-¿Cómo se abre? –pregunté acogiéndolo entre mis manos.
-Con el corazón –respondió –solo tú puedes abrirlo, en su interior está grabado tu número, el 512, si grabas el número de otro mago, él será el que pueda abrirlo. Le damos un cofre a cada mago registrado.
-¿De dónde procede esta agua?
-Son lágrimas de Hada.
-¿Lágrimas?, ¿de Hada? –pregunté sorprendido.
-Así es, las Hadas son muy sensibles, la angustia podría matarlas. Sufren por el odio, la envidia y toda la maldad que nos rodea, y lloran para aliviar ese dolor. Cuando lo hacen vienen a esta fuente, su llanto es una melodía única, digna de oír. El sonido de su angustia intenta calmar los corazones, incluso detendría a la más fiera de las bestias. Hace falta mucho tiempo para llenar esta fuente, pero los años de guerra lograron la muerte de millones de ellas y el llanto de otras miles. Preferiría ver esta fuente seca. –finalizó con angustia. –En fin, Mahorain también tiene su parte fea, ¿no?
-Como todo –murmuré cabizbajo.
-Vamos, anímate –expresó golpeándome la espalda –a las Hadas no les gusta la tristeza. Ven te enseñaré algo más –comentó caminando hacia una de las paredes acuosas.
Al atravesar la pared aparecimos de nuevo en una sala diferente, pequeña, con altas estanterías cargadas de objetos llenos de polvo, un gran cofre a la izquierda, un atril en el centro, y una jaula de pájaro a la derecha. Todo lo demás estanterías.
En el atril, un enorme y antiguo libro, color marrón, y un ojo verdoso en la portada.
-Ese es el libro de Seruvin, el mayor mago de todos los tiempos, el primer Archimago. –espetó el anciano. –Este libro elige que mago debe ser el Archimago de Mahorain, es decir el líder. Solo quien él elija podrá abrirlo y leer su contenido. En él se escribe automáticamente todo lo que el Archimago sabe o va aprendiendo. Puedes ver historia, magias, seres mágicos, profecías, todo lo que aprendas aparecerá en el libro, y se mantendrá para el siguiente gran mago que pueda abrirlo.
-Creo que no he entendido eso muy bien. –comenté algo perdido.
-Me refiero a que yo puedo consultar en ese libro las magias que conocía Seruvin, o cualquier anterior Archimago, puedo ver toda la historia que ellos llegaron a aprender, todos los seres mágicos que conocieron. El mago que ocupe mi puesto podrá ver todo eso y además todo lo que yo haya aprendido a lo largo de mi vida, ese libro tiene más páginas de lo que parece.
-Increíble… –balbuceé –Entonces es un libro muy poderoso, ¿no? No es peligroso que exista algo así.
-Como ya te he dicho, este libro solo puede abrirlo quien él elija, y debe ser una persona sin maldad en el corazón, ya que de lo contrario no podría entrar en esta sala.
-Entonces –comenté desconcertado – ¿yo soy bueno?, pero ayer maté a un niño –reproché.
-No está muerto –se oyó una voz de tras de nosotros.
-¡Papá! –exclamé abrazándolo.
-Bienvenido Erik –saludó el anciano.
-Dave está vivo hijo –comenzó mi padre –y además su vida no corre peligro, Kurt se encargó de curarlo.
-¿De verdad? –pregunté.
-Te lo prometo. –respondió rodeándome con sus brazos –Además por supuesto que eres un buena persona, tan solo fue una pelea, en las peleas puedes herir y matar sin desearlo, pero tú no tienes maldad.
-Papá –comenté –tú también puedes entrar.
-¿Lo dudabas? –interrumpió el anciano –Tú padre es un gran hombre y un mago muy responsable, aunque algunos lo duden. Es una de las personas más bellas que yo conozco, y no me refiero a físico –finalizó sonriente.
-Tuve un gran maestro –comentó mi padre devolviéndole el cumplido.
-No acostumbro a tener tanta visita –gruñó una voz extraña –y menos aún a la presencia de una gárgola –murmuró –que energía tan extraordinaria.
-Perdón por despertarte, Antalboz. –dijo Weingartlaud mirando al antiguo libro. –Te presento a Vanik Landom…
-Ya, ya –interrumpió el libro con voz chirriante –ya sé quién es, pero no por qué está aquí.
El ojo de la portada parpadeaba, y el canto del libro había adquirido forma de boca con afilados dientes.
-Sabes de sobra que el niño es de buen corazón –continuó el objeto mágico –no necesitabas despertarme.
-Sí, pero necesito saber algo que solo tú puedes notar. –explicó el anciano.
-Ya –murmuró el libro –el nivel de sus poderes. –Mantuvo el silencio mirándome fijamente con su único ojo –solo es capaz de usar alrededor de un diez por ciento de su magia. Creo que solo tiene las cualidades físicas y puede que algo más.
-Ya ha usado el Kakuroi. –anunció Weingartlaud.
-Sí pero no lo controla, solo lo ha usado por reacción, al igual que el Dobagan. –aclaró Antalboz.
-Entiendo –murmuró el anciano –Bueno aún es pronto, ya iras controlando tus poderes poco a poco.
-Claro que sí –comentó mi padre intentando animarme –no debes tener prisa con la magia, lo primero es adaptarte, y para eso vamos a dar un paseo y así hablamos, ¿te parece bien?
Asentí con la cabeza y tras despedirnos del anciano atravesamos la puerta hacia la fuente y luego hacia el exterior del templo.
-Siento todo lo que ha ocurrido Van. –expresó mi padre mientras caminábamos hacia la playa –Desde pequeño tienes problemas relacionados con el mundo de la magia, quería que crecieras entre los humanos, pensamos que sería más fácil que te aceptaran ellos a que te aceptaran los magos, pero no fue así. Te hacías mayor y no encontraba la forma de aliviar tu dolor por la soledad, ni encontraba la forma de explicarte que pertenecías aquí, a Mahorain. He dejado que el problema creciera hasta que ha explotado y te has enterado de todo de golpe, tu madre habría sabido cómo hacer para solucionarlo sin llegar a esto, ella siempre actuaba para ayudar a todos…
-Papá –le interrumpí –está bien, no pasa nada, tampoco estoy tan asustado, no sé bien de qué va todo pero lo estoy asimilando. No le des más vueltas, ha sucedido así y ahora lo que quiero es saber la verdad de todo.
-Está bien. –murmuró deteniéndose en la arena, con la mirada fija en el mar – ¿Qué sabes?
-Solo que las gárgolas me buscan, que desde la guerra todo cambió, que a los magos no le agradan las gárgolas y que mamá es una de ellas.
-Bien empezaré antes de la guerra. –anunció tragando saliva –Existe una leyenda que dice que el séptimo hijo de una familia de magos nacerá con unos poderes incalculables, el mayor mago que se pueda conocer. En la edad media las familias solían ser numerosas, llegaban a tener cinco o seis hijos, pero ninguna familia de magos se atrevió jamás a llegar al séptimo ya que temían que sucediera alguna desgracia. Pero hubo una excepción, una familia de talentosos magos, los Montarset, llegaron a ese número, aunque con un inesperado incidente, en el séptimo alumbramiento nacieron gemelos, Arow y Seruvin. Todos en el pueblo donde vivían temían que sucediera algo, pero lo niños no mostraban señales de nada especial, excepto de que no había magia que se les resistiera y conforme crecían se hacían más poderosos. Con diez años ya habían creado magias que ningún otro mago era capaz de realizar, no tenían límites. Con el tiempo se empezaron a notar las diferencias entre ellos, Arow se dedicó a viajar en busca de las magias más poderosas y prohibidas, y Seruvin decidió crear una escuela de magos e investigar los orígenes de la magia. Así fue como Seruvin creó a Antalboz y escribió en él todo lo que aprendió. Él fue quien hizo los mayores descubrimientos y explicó la naturaleza de la magia. Según sus investigaciones la magia se divide en cuatro partes, la magia negra o brujería, la magia blanca o celestial, la magia espiritual o hechicería, y la natural o de la naturaleza. Además investigó a los seres mágicos y montó su escuela en la isla donde se encontraba la mayor colonia de dragones, Mahorain.
-¿Todo esto que veo lo creo él? –interrumpí.
-No, él solo creó el templo, la iglesia y la escuela, ya que se especializó en la magia blanca y dio nombre a la Argottia. Por otro lado Arow se ocultó en un lugar siniestro llamado Hellades, y allí practicó la brujería para ser el mayor mago que existiera. Almacenaba sus magias en una bola oscura de cristal a la que llamó Garuoi y además se convirtió en un asesino ansioso de poder, no tenía escrúpulos ni temía a nadie. Así fue como los hermanos quedaron separados. Con la escuela de magos de Seruvin y las atrocidades que realizada Arow, la magia dejó de ser algo oculto y los Morguts nos descubrieron, pensaban que estábamos poseídos por el demonio, y que por eso éramos diferentes. Asustados empezaron a cazar magos, los capturaban y los quemaban vivos ante el resto del pueblo. Seruvin buscó a su hermano y le pidió ayuda para acabar con el desastre. Desde que ellos dos llegaron a Inglaterra y usaron la magia en público todo eran luchas y muertes, Seruvin planeó unir su poder con el de su hermano y transportar a todos los magos de Inglaterra a cualquiera de los demás países en el que no conocían la existencia de magos, así se acabaría la lucha y lo magos estaría a salvo de nuevo. Pero Arow tenía planes diferentes, él veía a los Morguts como insignificantes e inferiores, así que reunió un grupo de magos y decidió exterminar a los débiles humanos. Muchos magos se unieron al brujo, ya que despreciaban a los humanos, pero otros muchos discrepaban en la idea de exterminarlos. Seruvin unió a los magos que querían salvar a la humanidad y los lideró en la lucha contra su hermano. –mantuvo el silencio, como pensativo y continuó –Por otro lado las gárgolas siempre habían protegido a los humanos, y en la rebelión de Arow las gárgolas se organizaron contra él. Muchos seres mágicos se unieron a Seruvin y pronto la guerra dejó de lado a los humanos y pasó a ser una guerra de magos contra magos.
-Si las gárgolas, muchos seres mágicos y algunos magos se enfrentaron a Arow, él tuvo pocas opciones, ¿no? –interrumpí de nuevo.
-Eso pensó Seruvin, que vencerían fácilmente, pero su hermano había obtenido unos poderes inimaginables, poseía a uno de los Genios más poderosos, y peor aún, usaba la necromancia, es decir, era capaz de invocar a los muertos.
-¡¿Eso es posible?! –pregunté exaltado.
-Para un mago tan poderoso como él, sí. Arow no tenía limites, tan solo podía enfrentarlo su hermano, que poseía otro de los grandes Genios. Conforme avanzaba la lucha Arow se debilitaba cada vez más, controlar un ejército de inmortales no es fácil, y Seruvin lo sabía, así que ideó un plan. Dejó la batalla en manos de los seres mágicos, los pocos magos que le quedaban y las gárgolas. Abrió un portal hacia Mahorain, creó el escudo que protege a la isla, y fragmentó su alma. Seruvin había creado una magia con la que fragmentabas partes de tu alma y podía introducirlas en objetos y seres con el fin de controlarlos. Antes de usar esta magia entregó su libro, Antalboz, a cuatro magos de su confianza y les encargó matar a Arow cuando él le arrebatara los poderes. Sus amigos no entendían que pretendía hacer, pero prometieron cumplir la misión. Así que finalmente Seruvin fragmentó toda su alma y la introdujo en cada inmortal revivido por su hermano, controlando así al ejercito y usándolo en su contra. Los magos seguidores de Arow cayeron ante los inmortales y el oscuro brujo, desesperado por la derrota, deshizo el conjuro con el que había invocado a los muertos, destruyendo también a Seruvin.
-¿Arow mató entonces a Seruvin? –pregunté desconcertado.
-Más bien Seruvin se autodestruyó, su plan desde el principio era debilitar a su hermano y sabia que moriría si fragmentaba toda su alma en los cadáveres, aún así no tuvo más opciones si quería tener una oportunidad de derrotar a su hermano.
-¿Pero por qué murió?, ¿no podía unir de nuevo su alma?
-Bueno, eso se puede hacer, pero no en esa situación, el había fragmentado su alma completamente y su cuerpo ya había muerto, ahí no hay retorno.
-¿Y él no sabía eso?, ¿para qué la fragmentó completamente?, no tiene sentido –reproché confuso.
-Necesitaba toda su alma para ser más poderoso que el control que tenía su hermano sobre los cuerpos inmortales. Y sabía que cuando Arow deshiciera el conjuro, su alma se enterraría con los cuerpos. Pero todo esto había dejado muy debilitado al brujo, que era la misión de Seruvin, así que sus cuatro amigos pidieron ayuda a Antalboz y este les enseñó una de las más poderosas magias de su dueño con la cual destruyeron por fin a Arow.
-Así que Seruvin se sacrificó por salvar a todos y sus amigos terminaron lo que él empezó. –comenté.
-Efectivamente, y no solo eso, sino que llevaron a cabo los planes de Seruvin. Trasladaron por el portal que este había dejado abierto a todos los magos y seres mágicos que quedaron, y no solo los de Inglaterra, sino todos los del planeta. Se dedicaron a buscar magos por el mundo y los traían a Mahorain, lugar en que a partir de entonces viven y deben vivir los magos y los seres mágicos, solo las gárgolas se quedaron entre los humanos para protegerlos de cualquier mago rebelde. Así fue como magos y Morguts acabaron separados y como se creó una civilización en Mahorain.
-Papá –comenté –tengo algunas dudas que no entiendo bien.
-Dime, a ver si puedo aclarártelas.
-Para empezar –inicié algo nervioso –antes has mencionado algo de un Genio si no he oído mal…
Mi padre soltó una grave carcajada y espetó:
-Así es,  pero no son genios como el genio de la lámpara de Aladin, son seres muy poderosos atrapados en unas piedras mágicas, y ellos deciden quién será su amo. Y por supuesto no conceden tres deseos, solo usan el poder que tengan. Algunos fuego, otros agua, etc.
-Es decir, que la magia existe pero no de la manera que creen los humanos.
-Exacto, existe la magia, no los milagros. ¿Alguna duda más?
-Ah, sí, ¿los magos viven aquí o solo vienen a la escuela e iglesia de Mahorain y vuelve a su casa en la ciudad?
-Todos los registrados viven aquí. –respondió con seguridad.
-Es que aún no he visto ninguna casa. –comenté pensando que me iba a volver loco.
-Ah, es eso –murmuró mi padre sonriente –es que aquí las casas son diferentes. Seruvin escogió esta isla para los magos no por capricho, sino porque es especial. A ver cómo te lo explico –expresó acariciándose la perilla – ¿recuerdas cómo se forman las montañas?
-Según mi profesor de ciencias por el choque de dos placas. –respondí sin entender para qué me preguntaba eso ahora.
-Bien pues esta isla es producto del choque de dos placas oceánicas que originaron una montaña tan grande que sobresalió a la superficie, es decir, estamos en la superficie de la montaña, y aquello que se ve allí –dijo señalando a un saliente que se desdibujaba al fondo del bosque –es la parte más alta de la montaña oceánica.
-Entonces –comenté pensativo –realmente no es una isla, y además estamos en la parte más estrecha, ¿no? Sería como un iceberg, que la parte más amplia está sumergida en el agua.
-Correcto, pero a diferencia del iceberg, que es un enorme trozo de hielo flotante, Mahorain no flota sino que está unida al fondo del mar.
-Alucinante –expresé –Mahorain es más increíble de lo que pensé.
-Pues aún no has visto nada –finalizó mi padre sonriente.
-Bueno, ¿y las casas? –pregunté de nuevo, con la historia de las placas había olvidado que no había respondido a mi pregunta.
-¿No imaginas donde pueden estar? –preguntó esperando que sí pudiera.
-¿Casas subterráneas? –pregunté intentando no decepcionarle.
-Así es –respondió sonriente –bajo nosotros viven miles de magos, en casas creadas en el interior de la montaña oceánica, bajo el agua.
-Pero eso no tiene ningún sentido –reproché – ¿cómo se entra?, ¿no se inundan?, ¿Cómo se respira ahí abajo?, es imposible –concluí frunciendo el ceño.
-Tranquilo –expresó mi padre –te lo voy a explicar. A ver, en Mahorain viven dos tipos de elfos, los del bosque y los elfos de las runas. Los primeros usan la magia de la naturaleza para controlar las plantas y los segundos controlan la tierra. Con la ayuda de los elfos de las runas se crearon cavidades en el interior de la “isla”, totalmente cerradas,  incomunicadas, pero obviamente esto provocaba que dentro de las cuevas no se pudiera respirar, así que los elfos que controlan las plantas conectaron las raíces de los arboles del bosque a todas las casas subterráneas, así mediante las raíces los arboles llevan oxigeno a las casas.
-Pero –reproché pensativo –según las explicaciones de mi profesor las plantas no hacen ese proceso de llevar oxigeno a las raíces.
-Van, estamos en Mahorain –comentó con tono irónico –es un bosque mágico.
-Entonces ese bosque no es como uno normal, ¿no? –concluí –ya me creo cualquier cosa –finalicé aún pensativo.
-Pues aún no te he explicado cómo se entra –espetó sonriente.
-Ah ya, por teletransporte –comenté irónicamente.
-Exacto, –reveló dejándome totalmente desconcertado – para entrar en cualquier lugar del interior de Mahorain necesitas un transportador. Los de las viviendas tienen forma de llave antigua, y cada llave solo la puede usar una persona, su dueño.
-Noto un alto grado de precaución y privacidad, ¿no papá? –pregunté extrañado.
-La magia es algo increíble, pero si no se usan en buenos fines puede ser algo muy peligroso –explicó con rostro serio –por eso ser cautelosos es muy importante.
-Ya veo.
-Dame la mano, voy a mostrarte algo –anunció mi padre sonriente.
Tras hacerlo noté un ligero hormigueo en el estomago y aparecimos en un salón iluminado por candelabros incrustados en la pared de madera. El suelo era una enorme alfombra de un tono rojizo oscuro, y una mesa de madera rodeada por cuatro sillas del mismo material ocupaban parte del salón. En el resto del lugar había dos sofales de piel oscura, junto a ellos una chimenea apagada. Al fondo un oscuro pasillo.
-Esta es nuestra casa –espetó mi padre mientras encendía la chimenea con un ligero movimiento de su mano.
-Increíble –murmuré –todo esto, no puede ser verdad, ¿se supone que estamos bajo el suelo? –pregunté desesperado por el caos que tenía en mi mente.
-Así es, por eso no hay ventanas, ni puerta de salida. –explicó como si fuera todo tan normal.
-Pero –reproché – ¿cómo has hecho lo de encender la chimenea, y qué ocurre con el dióxido de carbono que desprenden las llamas?, moriremos ahogados. –finalicé asustado.
-Tranquilo, mira al techo.
Al hacerlo vi que no había techo, pero sí muchas raíces enredadas entre sí que cerraban el lugar.
-Ellas se encargan constantemente de purificar el aire, regulan el nivel de oxígeno y dióxido de carbono para que se pueda vivir como en el exterior. –explicó con seguridad.
-Por eso no tienes lámparas, porque no tienes un techo normal. –comenté alucinado.
-Puedes echar un vistazo a la casa –anunció mi padre –en el pasillo a la izquierda están el baño y mi cuarto respectivamente, en frente tu habitación y frente al servicio mi despacho.
-¿Y la cocina? –pregunté sorprendido, esperaba no tener que aprender a fabricar comida con la magia, no me sonaba muy natural.
-Vamos a un comedor común de cada clan –espetó.
-Ah, de cada clan. –repetí pensativo –Ya he oído hablar antes eso de clan, pero aún no sé bien que quiere decir. –anuncié esperando una explicación lógica, a pesar de que todo era muy increíble pero poco lógico.
-Bueno. –Comenzó una nueva narración sentándose junto a la chimenea – ¿Recuerdas los cuatro amigos de Seruvin que destruyeron a Arow y terminaron su proyecto?
-Sí –respondí recordando la intensa historia de los hermanos.
-Pues ellos fundaron el primer consejo de magos. Cada uno de ellos usaba magias diferentes, así que decidieron crear los clanes que distinguieran los tipos de magos. –explicó relajando las llamas de la chimenea con suaves movimientos de mano –Loui Santer era el aprendiz de Seruvin, por tanto especialista en la magia blanca, él creó el clan de los Santeros y Sacerdotisas. Fieles seguidores de la Argottia, y especialistas en el arte de la defensa y la sanación. Kirk Haggis era un joven muy dotado en la magia negra, fundador del clan de los Brujos, especialistas en maldiciones y magias prohibidas. Linda Caughland, pareja de Haggis y talentosa en el control de la magia espiritual y los portales. Fundó el clan de los Hechiceros, insuperables en el manejo de las almas y los elementos. Y el último y más especial amigo de confianza de Seruvin, Mungiu, un ser mágico de raza Mayzlan, los únicos seres capaces de controlar los cinco elementos de la naturaleza. Obviamente el clan que fundó es el de los Seres Mágicos, exclusivos en el manejo de la energía de la naturaleza y conectados espiritualmente con ella.
Así se crearon los cuatros clanes principales, y se creó un consejo de magos. Llegados a este punto tan solo faltaba un líder, un representante de todo el mundo mágico, el Archimago. Supuestamente Seruvin sería el Archimago, ese era el plan, organizar a los magos y liderarlos a una nueva y mejor vida, pero su muerte obligaba a buscar uno nuevo, capaz de usar a Antalboz y no caer en la tentación de la parte oscura de la magia. Así que el libro buscó un nuevo dueño, y Klaus Weingartlaud, primogénito de Arow, se convirtió en Archimago con tan solo dieciocho años.
-¡Un momento! –interrumpí alterado – ¿Hijo de Arow?, ¿Él tuvo hijos?
-Así es –asintió mi padre sin darle mayor importancia.
-¿Pero cómo?, es imposible que alguien pudiera amar a ese hombre, y menos tener hijos con él. –reproché indignado.
-Él quiso cumplir de nuevo la profecía del séptimo hijo, y fue dejando descendientes en su largo viaje.
-¿Y lo logró?
-Llegó a tener nueve hijos, pero la profecía no se cumple si no son con la misma pareja. La leyenda decía que el séptimo descendiente de una familia de magos sería especial, no de un solo mago, así que la leyenda no tuvo ningún efecto.
-¿Y Seruvin? –pregunté intrigado mientras me acomodaba en el sillón libre– ¿Tuvo hijos?
-No, ni siquiera tuvo pareja –aclaró pensativo –o al menos que se supiera. Dedicó toda su vida a la magia, hasta el último segundo de su vida.
-¿Y cómo es que Antalboz eligió a un descendiente de Arow, era de buen corazón?
-Que una alguien no sea buena persona no quiere decir que su, familia, amigos, etc., también lo sean. –explicó –Tienes el claro ejemplo de los Montarset. Así pues, Klaus, joven talento de la brujería accedió a defender los ideales de Seruvin y aprendió todo lo que Antalboz le enseñó.
-Increíble –comenté fascinado –con tan solo dieciocho años ya era el mejor de los magos.
-Y lo mejor es que ofreció más de lo que se esperaba de él. –espetó dándome a entender que aún había más por saber.
-¿A qué te refieres?
-Creo que ya has tenido suficiente historia por hoy, mejor vayamos a comer algo. –finalizó levantándose repentinamente y apagando las llamas con la mirada.
-Tienes que enseñarme a hacer eso. –advertí incorporándome junto a él.
-Veo que te está gustando –comentó despeinándome con su mano. Acto seguido estábamos de nuevo en el templo, los dos solos.
-¿Qué hacemos aquí? –pregunté extrañado.
-Esperar a Kurt –anunció mi padre –hoy almorzaremos con él.
Después del enfrentamiento con las gárgolas no había vuelto a ver a Damon, y realmente le echaba de menos. Tras un corto periodo de espera el doctor apareció atravesando una de las paredes acuosas.
-Vaya, ya me esperabais –comentó sonriente –siento la demora.
Tras acercarse a mí y mirarme seria y fijamente como preparando un diagnostico, expresó sonriendo:
-Me alegro de ver que sigues en perfecto estado.
-Mentalmente no me encuentro tan bien, créeme –anuncié –todo esto, es difícil de entender y asimilar.
-Te entiendo –expresó Damon –vayamos a comer y si quieres te explico cosas que no entiendas.
-Le he contado sobre la guerra y demás, pero aún le queda mucho por saber. –proclamó mi padre algo angustiado, supongo que se sentía mal por la situación en la que me veía inmerso –Colocad vuestras manos en mis hombros y os llevaré ante el almuerzo –finalizó.
Una vez más fuimos transportados a otro lugar tras hacer lo que nos indicó mi padre, asumí que este modo de viaje iba a ser rutina en mi vida.
De nuevo estábamos en nuestra casa de Mahorain, los tres de pie en el salón.
-Traigo algo para ti –anunció Kurt enseñándome un llavero de bronce con aspecto de maleta en miniatura. –Ábrelo en tu habitación a ver qué te parece.
Dudé en cogerlo pero mi padre me miraba intentando darme confianza, así que me decidí y lo agarré con mi mano derecha. Todo fue normal, no ocurrió nada, un simple broche.
-Ve a tu habitación y ábrelo, prueba con Gian. –explicó mi padre mientras colocaba los platos en la mesa.
No sabía qué había querido decir con eso, pero caminé sin decir nada hacia mi habitación, observando el llavero, nervioso, con miedo al pequeño objeto.
La habitación era simple, cama con colcha azul pegada a la pared, frente a ella un negruzco armario, a su lado un escritorio de madera oscura, y un sillón del mismo tono que la colcha.
Desde que empezó esta locura había estado con la maleta a cuestas, no la había dejado en ningún lugar guardada, ni me había cambiado de ropa, solo me había quitado el pañuelo y lo había guardado en la mochila. También me había desabrochado la chaqueta, estábamos en verano, y aunque el verano ingles no es especialmente caluroso, una chaqueta de cuero negro a plena luz del día se nota bastante.
Así que nada más entrar en la habitación solté la mochila en el suelo, coloqué la chaqueta en la silla, y me tiré totalmente estirado a lo largo de la cama. En esa posición me entró nostalgia, solía tumbarme así al llegar de la escuela, solo que aquí me faltaba una ventana por donde mirar los movimientos de la ciudad.
Aún tumbado elevé mi brazo derecho y estiré mi dedo índice, del cual colgaba el llavero que me había dado Damon. Lo observé pensando qué sentido tenía abrir algo tan pequeño, entonces recordé el bastón de Jhonny, o más bien su colgante. Me incorporé y lo miré fijamente, intentado adivinar cómo podría hacer lo que hizo mi protector. “Prueba con Gian” había dicho mi padre, así que murmuré esa extraña palabra y el llavero creció transformándose en una gran maleta marrón, típica de abogados.
A causa del peso, la maleta se me había caído y estaba tirada en el suelo, con todo lo que contenía esparcido por la habitación.
-¡¿Estás bien?! –preguntó mi padre algo alterado apareciendo por la puerta. El ruido de la maleta al caer le había asustado, se notaba que llevaba todo el día en tensión.
-Sí –respondí –tan solo se me ha caído, pero he conseguido abrirla. –finalicé con una leve mueca de sonrisa.
-Ya veo –expresó agachándose a recoger.
-¿Para quién es todo esto? –pregunté agachándome con mi padre. La maleta contenía pantalones, camisetas, sudaderas, calcetines, guantes, calzoncillos, y unos deportes similares a los míos. Algunos libros, cómics, cds, un sobre que ponía “fotos” escrito a lápiz, y unos cuadernos.
-Para ti. –explicó Kurt acercándose a ayudarnos –Muchas de estas cosas son tuyas y otras te las he comprado yo. Ves. –dijo mostrándome el sobre –son las fotos que tenia tu padre guardadas, el me dio todas estas cosas para que te las trajera en esta maleta. Tú ropa interior, tus cds, tus cuadernos por si quieres tener un recuerdo del colegio de los Morguts. Tan solo te he comprado una par de pantalones de tu estilo, vaqueros y anchos, estos deportes, y algunas camisetas especiales como la gris que te regalé. Te he traído cuatro diferentes, roja, azul, morada, y blanca. –finalizó sonriente. –Ah, y estos cómics de Marvel que no tenías. –dijo mostrándolos orgulloso –Espero que te gusten –concluyó mirándome con aprecio.
Me quedé en silencio, cabizbajo, observando todo lo que la maleta contenía, todo lo que Damon me había traído para que mi estancia aquí fuera más agradable. Nunca había tenido madre, ni amigos, pero nunca me habían faltado ellos dos, mi padre y mi padrino, los dos que me habían enseñado a valorar las cosas, a ver el lado bueno de todo, a soportar todo lo que nos sucede, siempre me habían apoyado y esta vez había vuelto a demostrarme que seguían ahí.
-Gracias –conseguí murmurar.
-No hay de qué –expresó el doctor dándome una palmada en la espalda.
-Vamos, se va a enfriar la comida –anunció mi padre –luego sigues con la maleta.
Los tres nos sentamos a la mesa, como muchas otras veces, bromeaban sobre de donde procedía la comida, e intentaban hacerme hablar haciéndome preguntas sin importancia.
-Oye Van, siento que mi visita haya sido tan breve, pero es que tengo mucho trabajo, así que tengo que irme ya. –anunció Kurt levantándose –Nos veremos pronto, ¿vale? –finalizó sonriendo – ¿Me llevas Erik?
Mi padre asintió levantándose.
-Espera papá –interrumpí su marcha –me apetece una ducha, ¿puedo?
-Claro hijo, esta es tu casa. Hay toallas en tu armario –comunicó besándome la cabeza.
-El agua saldrá caliente, ¿no?
-Claro –respondió.
-Si no, puedes calentarla tu mismo con magia –bromeó Kurt sonriente.
Tras esto desaparecieron, me quedé solo. Cogí unas toallas, ropa y me di un baño caliente. No sabía cómo hacían para calentar el agua, ya que no vi ningún aparato que realizara esa función, pero prefería no darle muchas vueltas al asunto, asumí que había muchas cosas que no entendería hasta dentro de un desconocido tiempo.
Al salir de la ducha y vestirme vi mi cuerpo reflejado en el espejo, sin camiseta. Mi brazo izquierdo de color grisáceo, mis uñas afiladas a modo de garra, en un tono gris más claro, la mitad izquierda de mi cabeza era de pelo blanco. Realmente no tenía aspecto de humano, estaba claro que pertenecía a otro lugar, puede que Mahorain.
Uní las palmas de mis manos, la derecha era mucho más cálida, de piel más suave. Mi brazo izquierdo tenía una temperatura bastante inferior al resto de mi cuerpo, por eso a pesar de llevarlo tapado todo el día, y con guante, no sufría por el calor. Podría a ver sido peor.
Salí del baño con una de mis viejas camisetas, azul, de mangas largas, nuevos vaqueros y deportes, mi guante negro en la mano izquierda, brazo derecho remangado con muñequera negra con el símbolo del ying yang y pendientes colocados. Mi padre ya había vuelto.
-Vanik –dijo terminando de recoger la mesa –esta tarde tenemos una reunión con el consejo de magos, hablaremos sobre el clan al que pertenecerás y donde vivirás, ya que yo trabajo con Kurt y debo volver a Londres mañana temprano. –anunció mirándome con tristeza –Sé que debería habértelo dicho antes, vendré a verte a menudo, pero es mi deber, aquí también se trabaja para vivir y mantenerse.
-Sí, deberías habérmelo contado antes. –advertí dolido –Estaré en la habitación, avísame cuando tengamos que irnos. –finalicé cerrando la puerta bruscamente.

4 comentarios:

  1. Buenas ^^
    Soy nuevo en tu blog (llegué a través de Hollie), pero ya me he leído todo y la verdad es que la historia está muy interesante. Se hace un poco duro leer tanto seguido en la pantalla de un ordenador, pero merece la pena.
    El protagonista parece majo, y la historia de los magos y demás suena interesante, me recuerda en algunas cosas a Harry Potter (como la fuente de los recuerdos, aunque la explicación de las lágrimas de hada suena curiosa), pero según vas desgranando el contenido se va haciendo más interesante y adictivo.
    Lo único que creo que debería reseñar es que una isla es una masa de tierra rodeada de agua (y con un mismo clima, y blablabla), da igual si su origen es volcánico, sedimentario o, como con Mahorain, producto de choque entre placas tectónicas.
    Espero que mi crítica no te siente mal, la historia de verdad que es muy interesante, y estaré atento para ver qué nos traes nuevo.
    Un abrazo :)

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  2. Primero que todo gracias por comentar, ya que eso me sirve para ver que el blog tiene algo de vida ^^. Respecto a la critica no tengo nada por lo que molestarme, precisamente eso es lo que deseo, que lectores como tú me ayuden a mejorar cada dia, aunque he de decirte que realmente no se bien que es lo que deseas que cambie o explique, si fueras tan amable de esplicarmelo mas detenidamente te lo agradeceria y veria que se puede hacer :P Gracias y me alegro de que te interese. Un saludo.

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    1. Me alegro de que no te molestase, la verdad es que es un error pequeño. Mientras el padre le explica dónde viven los habitantes de Mahorain, aclara que su origen es el choque de dos placas tectónicas y Vanik responde algo como "Entonces realmente no es una isla". Solo es un fallo menor, nada que tener en cuenta (anda que no he cometido errores yo con mi primera novela) pero que convendría corregir :)
      Saludos.

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    2. Ah vale sí, ahora si lo entiendo y es cierto, es un fallo menor pero importante realmente. Muchas gracias por aclararmelo y veré cmo corregirlo ;)

      Saludos.

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